Hace unos días murió John le Carré.
Fue uno de los autores más significativos de las novelas de espías. Un género
que me interesó hace no muchos años. Así que había leído varias novelas suyas y
aún guardaba alguna más para “luego”, para “cuando me apetezca”.
Tengo por costumbre honrar la muerte
de aquellos autores que me interesaron en vida, leyendo o releyendo algo suyo.
Así que he terminado de leer “Un hombre decente”.
Como no soy ningún experto en el
género, ni he leído lo suficiente, sólo me atrevo a apuntar lo que sigue como
una intuición: creo haberme encontrado con una variación sustancial respecto a
lecturas anteriores: los espías siempre buscaban intervenir sobre algún
problema real, importante para la salvación del mundo, o para su control por
alguno de los bloques de poder establecidos.
Pero, en esta novela no he visto nada
de eso, sólo he encontrado una lucha continua entre funcionarios, todos ellos
del mismo grupo, sin necesidad prácticamente del enemigo, peleando por el poder
funcionarial, por el dominio de la estructura, de una estructura que marca, eso
sí, quién ostenta los puestos de poder en la pirámide.
El mundo en el que viven los espías
suena permanentemente a irreal, a falso. Sólo los personajes secundarios de la
novela, los que no son espías, dejan entrever el mundo real. Cualquier acción
cualquier gesto de ellos, visto por el espía se convierte en parte de un juego
de espionaje, perdiendo su sentido real.
Como siempre en John le Carré, en
esta novela podemos encontrar, desperdigados acá y allá, jocosos y profundos
comentarios. Dos muestras:
(Sobre una reunión de
Trump con Putin) “ – Es una repetición-
Otra vez 1939. Molotov y Ribbentrop repartiéndose el mundo.
Pero eso
es demasiado para mí y se lo digo. Trump puede ser el peor presidente que ha
tenido Estados Unidos, le digo, pero no es Hitler, por mucho que quiera serlo.
Y hay muchos buenos norteamericanos que no van a quedarse de brazos cruzados.
- También
había cantidad de buenos alemanes y fíjate en lo mucho que hicieron, joder.”
“- Y no te
preocupes por Dom – me insta con una sonrisa entre dientes -. Ese tío ha jodido
todo lo que ha tocado en la vida, así que estará muy solicitado. Es probable
que tenga un buen escaño parlamentario esperándolo ahora mismo.”