jueves, 23 de diciembre de 2021

Carlos Bassas del Rey

 Las dos novelas que comento a continuación son, respectivamente la segunda y la tercera entrega de la serie sobre el inspector Herodoto Corominas, que escribe Carlos Bassas del Rey.

Empiezo por decir que yo las he leído en desorden y que en este caso (y en el de la mayoría de las series que tienen como protagonista un mismo inspector o inspectora) resulta interesante mantener el orden en que fueron escritas, porque, si bien ello no influye apenas en el desarrollo de la trama, de la investigación propiamente dicha, sí ayuda a ver la evolución del protagonista y de sus allegados (cónyuge, hijos, amigos, …), así como de las relaciones que se van estableciendo o rompiendo entre ellos.

“Siempre pagan los mismos”,


Ya desde su comienzo, y sin pudor alguno, se plantea la importante cuestión que recorre toda la novela, sin que la trama propiamente dicha importe mucho.

¿Qué es un policía? ¿Qué es la policía?: ¿es un instrumento servil de los poderosos para guardar el orden y mantener a raya a los no poderosos o, en palabras del inspector (ya cuando la novela está por acabar) [está el] “Cuerpo nacional de Policía, siempre dispuesto al servicio de España, protector del ciudadano, de la paz y de nuestra democracia”? ¿Es el que va a defender al desahuciado o es el que ejecuta el desahucio y dispersa al vecindario que protesta?

A la novela, a veces se le escapa ese machismo sutil que muy a menudo ha impregnado el género negro: “Sus facciones eran suaves y atractivas, en especial sus ojos negros, y su boca parecía una golosina brillante por efecto del pintalabios. Era una boca excepcional. Rotunda. Densa y carnosa, pero liviana y esponjosa, a la vez”. Ninguna descripción que se le acerque para hablar de un hombre.

  Y una frase de la mujer del inspector (que sí defiende a la desahuciada): “Discrepar? ¿Desde cuándo ha tenido el hombre derecho a eso? – exclamó Laura, sarcástica-. Cuando a uno le da por tener criterio propio, cariño, no le sirves a nadie”.

 

“Mal trago”

Hay una cita de Salvador Espriu que se repite en la novela:

                                        Cada mañana contemplo

                                       dos pies de vencido

                                       dentro de zapatos que ríen.

“Mal trago” es una novela dura, muy dura.

Con un crimen por medio.

Pero la novela habla de la familia, de los hijos, de los amigos, de cómo se van yendo. Habla de la difícil posición del cónyuge, del padre, del amigo. De cómo te vas sintiendo solo, perdido en tu propia historia.

Posiblemente exagerada en algunos (varios) momentos, excesiva en su tono dramático

Y es una novela negra. Negra de las que dan por hecho (ya ni siquiera lo plantean) que la justicia no está para hacer Justicia; de las que saben que quien tiene el dinero tiene el poder y que su impunidad sólo la quebrará la pérdida del dinero.

Es una novela de las que plantean otras formas de castigar el crimen, cuando la justicia no va a llegar, cuando el criminal no provoca ni la menor empatía del lector.

“Mal trago” es una novela dura, muy dura.

Y las dos están muy bien escritas. Por ello se leen de una tirada, resultan atrayentes y bonitas.

jueves, 9 de diciembre de 2021

Los últimos románticos

 


Leer a Txani Rodríguez venía siendo algo así como obligado. Por la localización geográfica de su lugar de escritura, porque leo, a menudo, sus columnas en la prensa y por su premio literario en Euskadi.

Así que me he embarcado en su “Los últimos románticos”.

Me parece importante comenzar señalando que me ha parecido una novela irregular, una novela que aúna partes escritas con una prosa más que bonita y partes muy vulgares.

Tratándose de una novela sobre los últimos románticos no podía dejar de ser una historia extraña, rara, por su excepcionalidad, porque cuenta sobre algo que según el título ya casi no existe.

¿Es una denuncia crítica de la sociedad? Hay en su novela más de un detalle que hacia ello apunta: los malos tratos infligidos a las mujeres, el profundo desarraigo de los trabajadores que asisten al cierre de sus empresas, el mal estado de los elementos comunitarios de la ciudad,…

Pero, en medio de todo ello, haciendo honor al título, el romanticismo amoroso (victorioso) de una mujer y de un hombre (o, quizás, una voz).

Y en medio de todo ello asuntos tan interesantes como el fuego revolucionario y purificador; el viaje, desnuda de equipaje (que diría Machado); la soledad; la noche;…

No es ni una lectura ni una novela desaprovechada.

domingo, 28 de noviembre de 2021

Tres novelas

 Quiero dejar este blog, pero no lo consigo. Me tiene atado. Más de un mes sin escribir, tres novelas sin reseñar,… Ahí voy.

La vida es una novela, de  Guillaume Musso

O, quizás, una novela es una vida. Musso ha escrito una especie de “juguete literario”, a modo de puzle, amparándose en aquel viejo dilema de si el autor puede o no inmiscuirse en el relato que está escribiendo hasta convertirse en un personaje más, pasando así de ser el dios que puede manejar a sus personajes como quiere a uno más de los participantes en la historia, que ya no es suya.

Podríamos decir, también, que, por el contrario, está presente el planteamiento de si un personaje puede o no salirse del propio relato para empezar a vivir su vida allí donde la vive el autor.

Y todo eso lo hace de manera bella, con una escritura muy bonita que se apoya en frecuentes citas literarias de muchos otros autores. Musso, da la sensación, o posee una estimadísima base de datos o una memoria prodigiosa, además de un bagaje lector más que poderoso.

 

El lunes nos querrán, de Najat El Hachmi

“Esta es la historia de nuestros intentos fracasados de ser libres adaptándonos al entorno y de la huida definitiva cuando fuimos conscientes de la imposibilidad de conciliarlo todo. Y el relato del vértigo que nos provocó la auténtica emancipación. También el de la soledad más absoluta y el desarraigo más descarnado” - dice la protagonista en sus primeras páginas.

Sin aspavientos, sin medias palabras, sin justificaciones, sin caer en la tentación de echar la culpa a los otros. ¿Quiénes somos los otros?

Escrito en primera persona, con una narradora plenamente comprometida con su propio relato, en diálogo con la persona más cercana a ella misma. No sé si estamos ante una gran novela o ante una mala novela, llena de tópicos llevados al extremo y muy bien escritos. Lo he dudado en algunas partes del relato, pero estoy muy seguro de que es una novela muy interesante, una novela que plantea temas importantes desde perspectivas que, a veces, no nos gustan demasiado.

 

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick

Yo había leído esta novela allá por los años 80 (calculo). Tenía un muy buen recuerdo del gusto que me había dejado. Luego vino la película: Blade Runner. Y unos años después he vuelto al texto más con el recuerdo de lo que vi que de lo que leí.

Eso ha condicionado, de entrada su relectura, introduciendo de principio un cierto pesimismo sobre su calidad.

Y es que su “belleza” literaria se reduce a un estilo frío, sin florituras, a un relato sin matices casi, sin complejidades expresadas como tales.

Luego se va imponiendo como el estilo más apropiado para exponer un mundo en el que hay pocos matices, poca belleza que reflejar y dejando siempre presente en los momentos centrales de la novela su gran pregunta, la pregunta más compleja de toda: ¿cuál es la esencia del ser humano?: ¿en qué consiste la vida humana?; ¿en qué se distinguen un humano y un androide, una persona y una máquina?; ¿dónde están los límites?

Y es que esa es la gran pregunta de la ciencia ficción. En forma de distopía, de thriller, de escritura fantasiosa, o como quiera que el autor la haya escrito, no hay otra pregunta de más calado.

Es cierto que a la pregunta le rodean afirmaciones importantes: los hombres nos dividimos en clases; las mujeres no están consideradas como ciudadanas de primero orden; la empatía no es algo común entre nosotros; nos hemos cargado la Tierra; todos buscamos la libertad;…

Todo eso está en la novela. Y más. A partir de un comienzo que suele ser muy común: “Nadie recordaba hoy por qué había estallado la guerra [la Guerra Mundial Terminal] ni quién –si alguien- había ganado.”.

sábado, 16 de octubre de 2021

Nada, de Carmen Laforet

 

“Nada”, escrita por Carmen Laforet, ganó la primera convocatoria del Premio Nadal en el año 1944.

Tengo que empezar diciendo que su lectura me ha dejado, en un primer momento, perplejo. He tardado mucho en reaccionar, en poner en orden algunas ideas sobre ella.

Quizás esperaba más de ella, pero no sabría decir qué.

Quizás sea lo que a mí me ha parecido escasez de emociones expresadas, lo que me ha dejado “frío”, con una cierta indiferencia.

Está muy bien escrita, tiene páginas muy bonitas, descripciones y diálogos llenos de buen hacer. Y eso, que ya lo esperaba, no me ha decepcionado. A la inversa, ha hecho su lectura más agradable, más ágil, más interesante.

Andrea llega a Barcelona desde algún pueblo y, huérfana, se encuentra con su familia: tíos y tía, abuela. Y la mujer de su tío y la criada.

Durante un año vive en una casa, en una ciudad en la que aún se sienten los resultados de una guerra reciente: incluso pasa hambre.

Pero apenas hay referencias explícitas ni a los bandos, ni a las ideologías, ni a los ejércitos, que movieron la contienda. Ningún juicio moral, aunque a la vista están algunas de sus calamitosas (y crueles) consecuencias.

Durante un año vive en una familia que tiene “semejanza con cualquier tranquila y feliz familia, envuelta en su pobreza sencilla, sin querer nada más”.

Aunque resulta fácil situar a Andrea en una familia “bien, pero venida a menos”, una familia del lado de los vencedores (aunque sus miembros no parezcan sacar mucho partido de ello).

Allí parece sentirse más espectadora de la vida real que protagonista de ella: “Poco a poco me había ido quedando ante mis propios ojos en un segundo plano de la realidad, abiertos mis sentidos sólo para la vida que bullía en el piso de la calle Aribau. Me acostumbraba a olvidarme de mi aspecto y de mis sueños.”

En una primera impresión vive en una casa-familia de la que no se llevará nada al partir.

Desde la mirada de la protagonista resultaría muy interesante analizar los tipos de mujer que aparecen en la novela, desde la mujer “liberada” a la mujer que sufre violencia de su marido, desde la mujer que sólo piensa en ella hasta la mujer volcada en sus hijos.

Sería igualmente interesante recorrer esa pequeña colección de “machos para echar a correr”. Sería interesante profundizar en los contrastes entre el grupo de universitarios que rodea a Andrea y el grupo de “artistas” en el que se ve envuelta.

A lo mejor, todo debería terminar en el contenido de estas dos frases: la primera de la protagonista y la segunda la de un personaje adulto (mujer):

“Me olvidé de mí y al fin encontré la paz”.

 “ [Pude] abrirme a los demás y encontrar así horizontes desconocidos”.

No me gustaría acabar sin recomendaros que leáis el prólogo a la última edición, escrito por la última (por ahora) premio Nadal , Nahat el Hachmi.


lunes, 11 de octubre de 2021

Lo que la marea esconde, de María Oruña

 

“Y allí estaba, todo para ella. Un crimen insoluble. Un asesinato de habitación cerrada como los de aquellas novelas de principios del siglo XX, que entretenían a los lectores jugando a imaginas cuál podía ser en realidad el límite de lo imposible. ¿Era aquel tipo de misterio al que se enfrentaba ahora Valentina? ¿Qué mundo había estado encerrado en aquella goleta la noche anterior?

Me había hecho demasiadas ilusiones: la novela no ha conseguido conmigo lo más importante que se le pide a esta clase de novelas: que haya estado empeñado en resolver el problema antes de que lo haga (que ya sabes que lo va a hacer) el propio relato, o de que no dejes de leer hasta que tu duda queda definitivamente eliminada.

Una historia de amor, en paralelo al descubrimiento del asesino, enreda la investigación, pero a mí no me parece que funcione bien.

Sí funciona mejor el análisis de los posibles asesinos y su relación con la víctima.

Y luego están esas introducciones a la acción de cada capítulo: moralizantes y fuera de lugar, de tono… No me han gustado.

Demasiadas ilusiones y pocas realidades.



domingo, 10 de octubre de 2021

Las vidas ajenas, de José Ovejero

 

“Saber no sirve de nada. La verdad no cambia la historia. El corazón humano es como un depósito de agua: una vez alcanzado el límite de su capacidad, comienza a rebosar si entra más líquido. El conocimiento ocupa lugar. La verdad, a fuerza de repetirse, anestesia. Revelar el horror sólo tiene efectos pasajeros. Porque otro horror llegará a ocupar su sitio. Lo único verdaderamente útil, justo, revolucionario, es la venganza. Las palabras se olvidan sin dejar huella.

Las heridas, por el contrario, dejan cicatrices.”

Reflexiones interesantes sobre los poderosos, sobre los que los rodean y los asisten.

Reflexiones más interesantes aún sobre los que sufren ese poder.

Y reflexiones, con el mismo interés, sobre lo que puede ocurrir cuando ambos se encuentran.

Parecía, el asunto de la novela, un tema muy manido, muy trillado ya en la novela negra. En su primera parte era fácil pensar: “demasiados tópicos”.

Pero, luego pega tal giro el relato que parece empezar uno nuevo, otro distinto. Y, de no ser por alguna referencia velada, podría pensarse que hemos cambiado de novela

Luego, como ya habías sospechado, ambos relatan se encuentran. Allí donde más o menos tú ya lo habías supuesto. Pero, no te preocupes: le quedan varias vueltas más.

De lectura ágil y amena, con muchos rasgos de un humor fino, inteligente y burlón, poco importa que suceda en Bruselas.

 

martes, 7 de septiembre de 2021

Insurrección, de José Ovejero

 

Hacía ocho años que había leído una novela de José Ovejero y la había reseñado en mi blog: “La invención del amor” (en este mismo blog 15 de julio del 2013). Desde entonces su nombre es como un runrún de esos que te están diciendo que tienes que leer algo más de él.

Acabo de terminar “Insurrección”. Y lo he hecho con la sensación de que el runrún tenía razón, de que merecía la pena.

“Insurrección” es una novela densa, dura, amarga y pesimista. No tengo muy claro que sea pesimista. Al fin y al cabo su final es lo suficientemente abierto como para que se pueda creer que la insurrección es posible y tan cerrado como para pensar que no hay nada que hacer. Que el sistema es mucho sistema y que la insurrección no es más que un bonito sueño ingenuo-ácrata, que está bien para adolescentes.

“La novela es un testimonio ácido del presente”  (Santos Sanz Villanueva, en  ElCultural.com del 7 octubre, 2019)

Muestra la vida de una familia, el padre (Aitor) y la madre (Isabel), que se han separado, y los dos hijos (Luis, de poco más de veinte años, y Ana, de apenas diecisiete). En el relato a veces prima la perspectiva de Aitor, que trabaja bajo unas condiciones inestables en la radio, a veces destaca la de Ana, que ha decidido escaparse y vivir en “El Agujero” (una casa okupada).

Por una parte, el movimiento okupa. La protagonista, Ana, de solo 17 años, y otros chicos y chicas, se han recluido en El Agujero, un Centro Social Okupado. Por otra, el mundo empresarial, representado por la emisora en la que trabaja Aitor, el padre de Ana.

Están presentes la forma de vida de los okupas, la arbitrariedad patronal,  la fractura de las relaciones familiares, los desahucios, la marginalidad, la irresponsabilidad de los medios de comunicación… Las formas de rebelarse contra el sistema, que todo lo fagocita. La vida entre la sumisión apática y la insurrección.

Sin olvidar, al menos, esos tres personajes secundarios: Alfon, el cuarentón-adolescente (¿) revolucionario, Javier, el detective sin ninguna ética, o Luis, el hermano de Ana, iluso que cree poder cambiarlo todo desde dentro.


lunes, 23 de agosto de 2021

"La anomalía", de Hervé Le Tellier

 

En algunas ocasiones, cuando sé que tengo que escribir en mi blog sobre una novela, a media lectura, me voy a Internet a ver qué dicen otros de ella. Y esta vez, en ese recorrido encontré dos reseñas de las que os dejo un par de cosas.

Lourdes Ventura, en El Cultural del 26 de abril de 2021 (“El anómalo mundo de Hervé Le Tellier”en https://elcultural.com/el-anomalo-mundo-de-herve-le-tellier) decía:

“La trama: en junio de 2021 un Boeing 787 de Air France, ruta París-Nueva York, que acaba de salvarse tras un fuerte tornado de granizo, será desviado de su aterrizaje en el aeropuerto Kennedy, y obligado a tomar tierra en la base militar Fort MacGuire, por orden del Pentágono. ¿Quiénes son los 243 pasajeros, réplica exacta de otros seres que aterrizaron en Nueva York tres meses antes, en el mismo avión 006 de Air France, pilotado por el mismo capitán? Los científicos, los servicios secretos, las jerarquías de varias religiones y los presidentes de tres países se enredarán en conjeturas descabelladas”.

“Le Tellier lanza su imaginación desbocada y trata de verificar la historia con lógica científica, teorías de las probabilidades y universos paralelos. El resultado es de una verosimilitud que se nos escapa, pero quedamos atrapados en el mundo laberíntico propuesto”.

“Esta ficción ambiciosa alterna hechos triviales de vidas cotidianas con un thriller político y reflexiones propias de las distopías de mundos futuros. Algunas preguntas esenciales surgen de esta novela: ¿y si me encuentro con un “yo”, exacto doble de mí mismo, al que puedo ver desde fuera, frente a mí, con sus virtudes y sus decisiones erróneas, idénticas a las mías? Se apuntan algunos demonios de las sociedades: la realidad fantasmagórica de internet, el acoso machista, las decepciones amorosas, la violencia, o la manipulación de la alta política.”

Y en “La Razón” del 16-04-2021 el autor le respondía a Víctor Fernández lo siguiente: “Me siento feliz por el hecho de que “La anomalía” no se inscriba dentro de ningún esquema preestablecido y, de hecho, dicen que se la puede clasificar dentro de las novelas inclasificables.”

Ya para entonces había leído en la propia novela:

“En nuestra hipótesis ocurre lo contrario: no somos seres reales. Creemos ser seres reales cuando no somos más que programas. Programas muy evolucionados, pero programas al fin y al cabo. […] los “humanos simulados” no encontrarían ninguna anomalía en su entorno vital, tendrían sus propias casas, sus propios coches, sus propios perros y, ya puestos, sus propios ordenadores.”

“Lo cierto es que en pocas horas, el mundo entra en un vacío de sentido”.

Publicada en 2020, la acción trascurre en el año 2021. Tiene como dos partes bastante diferenciadas: la que ocurre antes de que nosotros sepamos que un avión va a aterrizar dos veces con tres meses de diferencia y la que desarrolla los encuentros entre dos pasajeros que son el mismo pasajero, uno de los cuales ha vivido ya tres meses más que el otro (que es él mismo).

La primera parte, en cuanto te engancha, va como una bala; sin que te pares. La segunda es un poco más costosa, quizás está peor elaborada, quizás alguna de las situaciones concretas decepcionan un poco, quizás todos los pasajeros no puedan dar el mismo juego. Quizás a uno le hubiera gustado ver en esa situación a otros personajes. De cualquier forma, la segunda parte me ha gustado menos.

La novela resulta muy interesante y, a la vez, desasosiega. Pero, claro, hoy me atrevo a decir que sólo en el desasosiego hay conocimiento. Mañana es posible que diga que sólo lo hay en la paz.

Hay novelas que piden segundas lecturas. Por la cantidad de preguntas que desencadenan. Esta es una de ellas.

¿Y si fuera verdad que no somos más que uno de los posibles resultados de un programa?


sábado, 14 de agosto de 2021

"El pozo" de Berna González Harbour

 

Un pozo se ha tragado a una niña y la protagonista – periodista de televisión – no puede dejar pasar la oportunidad de consolidarse en la cadena en la que trabaja. La noticia debe ser suya.

Pero, al mismo tiempo una mujer ha sido asesinada hace cuatro años y ella, la periodista, forma parte del jurado popular que en esos momentos está a punto de dictar sentencia. No puede escapar de una situación que le impide dedicarse a su trabajo.

De eso va “El pozo” de Berna González Harbour.

El relato le sirve a la autora para incluir una enorme crítica a los medios de comunicación (y a los que los seguimos). Llega un momento que el hecho de descubrir que la niña tenía un triciclo se convierte en la gran noticia: nada hay que sea más interesante que el hecho de que la niña tenía un triciclo que le habían regalado por reyes.

(Y, mientras yo leía todo esto, en la televisión no hacían sino pasar la noticia de Messi, ese que convertía en pocas horas el llanto compungido en la mayor de las alegrías).

“El periodismo de orgasmo, el periodismo de espectáculo, de show. Periodismo de pulsiones cortas, rápidas, superficiales. […] Los anuncios se sucedían uno tras otro en pantalla. La publicidad se amontonaba. […] Que el periodismo no aporta nada.

- No dijo el periodismo. Dijo el morbo. El morbo estéril.

- ¿Y ves alguna diferencia?”

“- ¿Tú crees que estamos buscando la realidad? ¿O estamos buscando la audiencia mientras creamos otra realidad?

- Yo estoy buscando la realidad. Pero sé que, si por mi fuera, no comeríamos.”

La crítica es tan ácida que, fuera de la novela, la autora, que también es periodista debe dejarnos este recado:

“Este libro no es un ataque al periodismo.

Sino un homenaje al periodismo de verdad”

Como siempre, Berna G.H. consigue imprimir al relato un ritmo que no concede pausa ni a la protagonista ni al lector.

Admito que a mí me gusta ese tipo de escritura en la que la oración (: “sujeto – verbo – complemento”) casi brilla por su ausencia. Ya sea porque falta el sujeto,  o porque eres tú el que te inventas el verbo, o porque hay tal retahíla de sujetos o de complementos que te quedas desituado (acabo de inventarme una palabra) y quizás deberías volver para atrás para ver si la sintaxis es correcta, pero eso te despistaría de lo que verdaderamente importa. Y sigues. Es una escritura para leer sin tomar aliento. A veces tan excesiva que bordea la caricatura.

Y luego, cuando te paras con la novela concluida, comprendes que a ratos te ha “engañado”, que hay menos de lo que podía haber y que se le pueden sacar unos cuantos defectos. Pero eso es al final, cuando ya no queda novela.

Y entonces tú ya no estás para esos trotes.

jueves, 5 de agosto de 2021

Donna Leon: Esclavos del deseo

 

Verano de lecturas pocas y fáciles, reconocibles y reconocidas. Esta vez le ha tocado el turno a Donna Leon y su última novela: Esclavos del deseo

Puede resultar extraño que durante gran parte de la novela no haya ni siquiera un crimen declarado y manifiesto, que investigar; aunque ya desde el principio está presente la sospecha de que éste va a aparecer.

Lo que de verdad importa es investigar las razones de la trata de mujeres, de las necesidades de salir de la tierra de uno, de quienes se aprovechan de ello y de la sociedad que lo permite.

Quizás esta vez, Brunetti se apoya menos que otras veces en su mujer y sus hijos, quizás su entorno familiar está menos presente, pero por lo demás hay poco nuevo que comentar.

A Donna Leon siempre se la lee a gusto y siempre se la reconoce.

Acabo dejando algunas de las perlas de la novela. El que quiera, puede encontrarlas todas en ella:

“Luca Ippodrino había convertido la trattoria de su padre en un restaurante de fama mundial siguiendo tres normas bastante sencillas: servía la misma comida que su madre había servido durante treinta años a los hombres que descargaban los barcos en Rialto, pero ahora en platos de porcelana y en raciones mucho más pequeñas y decoradas con delicadeza, y había inflado los precios de manera casi insostenible. La lista de espera para conseguir una mesa se llenaba con meses de antelación.”

“La semana anterior había leído que Veritas había anunciado tres puestos de basurero y había recibido casi dos mil solicitudes, casi todas de licenciados universitarios.

El país de Dante, Miguel Angel, Leonardo, Galileo y Colón, donde dos mil hombres competían por trabajar de basurero”

“Brunetti siempre había detestado a los abusones por encima de todas las cosas: aborrecía su arrogancia, su desprecio por los que son más débiles que ellos, su tranquilidad y su convencimiento de que les correspondía más de todo y que sólo tenían que pedirlo o cogerlo”

“Esas víctimas del tráfico (de personas) podían acabar siendo empleados del hogar, jornaleros, juguetes sexuales, puede incluso que donantes de órganos y, a cada paso, se despojaba a esas personas y a las almas de los propietarios (si es que Brunetti podía permitirse usar una palabra como alma) de una capa de humanidad.”


viernes, 9 de julio de 2021

Tirar del hilo

 


“Tirar del hilo”, de Andrea Camilleri, es su libro número 100 y el 29 de los dedicados a Montalbano.

En la Unión Europea se pasan el día proponiendo planes de acción sobre la inmigración mientras se zampan sus buenas comilonas”

En un ambiente de “llegadas” masivas de emigrantes en patera, Camilleri narra una nueva investigación de Montalbano, investigación que nada, o muy poco, tiene que ver con ese marco de emigración forzosa.

Por supuesto, a la novela no le queda ya nada nuevo que descubrir de su autor, salvo su encomiable persistencia en escribir. Leer lo último (creo que aún queda otra novela de Montalbano) es más por homenajear a Andrea Camilleri que por amor a la novela negra.

Hay en ella un trasfondo de denuncia de la inmigración en patera y una trama criminal bien urdida, pero al relato le sobra la mitad.

Larga vida a Camilleri.

lunes, 21 de junio de 2021

Ética para inversores, de Petros Márkaris

 

¿Los inversores tienen principios éticos, moral, valores? Parece que algún principio sí. O, al menos, es lo que creo que Petros Márkaris desvela en “Etica para inversores”.

“Los hombres que maté eran señores feudales contemporáneos, señor comisario. Controlan a los gobiernos, como los señores feudales controlaban a los reyes medievales. Entonces los señores feudales tenían ejércitos. Hoy tienen capitales.” Siempre poniendo en duda si el asesino debe ser castigado y sólo él.

Algo sí que parece nuevo en nuestros tiempos: “En épocas anteriores, la izquierda representaba el chaleco salvavidas de los pobres, de los más débiles, de los perseguidos. Ahora la izquierda está muerta y los pobres debemos aprender a nadar solos, porque no tenemos a nadie que nos represente ni que defienda nuestros derechos.”

“En los tiempos que corren, los pobres tendrán que sublevarse ellos solos si quieren ver días mejores. No pueden esperar nada de nadie, de ningún movimiento popular ni ciudadano, ellos mismos deberán constituirse en un movimiento de nuevo cuño. Todo lo demás son historias viejas, nostálgicas y lacrimógenas.”

Kostas Jaritos ha ascendido a comisario y “ejerce” de abuelo. El protagonismo (que no la investigación) va equilibrando su presencia con la de Zisis Lambros y su análisis policial con la intuición de su mujer.

Pero, por lo demás, ninguna sorpresa. Decía yo esto de su anterior novela (“La hora de los hipócritas”): “Nada nuevo en la última de Márkaris. Pero, es Márkaris en esencia. No sorprende, pero deja el mismo buen sabor de boca de siempre.”

Me repito. El mismo Márkaris de siempre: clarividente en su análisis de la situación social griega (exportable, sin duda), comprometido con los más débiles de sus compatriotas, sencillo, didáctico y con buen estilo. Una vez más, novela negra de la buena.

viernes, 28 de mayo de 2021

Lectura fácil

 

“Lectura fácil” de Cristina Morales es el libro ganador del premio Herralde 2018. Manuel Sanz Lázaro nos sitúa muy bien en la narración

Una novela que se sale de lo habitual, de lo correcto, tanto en el tema como en la estructura y en la elección de los protagonistas. Cuatro mujeres comparten un piso tutelado en Barcelona, además de tener en común una discapacidad intelectual: son subnormales, así se definen ellas mismas o discapacitadas o personas con necesidades especiales.

Cristina las dota de un lenguaje propio y las pone en el centro del Estado asistencial. El objetivo es controlar sus vidas. Lo hace para protegerlas, para dotarlas de una urna transparente en la que ellas pueden ser autogestoras de sus propios deseos pero sin romper el cristal, sin mancharlo porque el cristal sirve para que ellas vean la sociedad que les rodea y “cuida”, pero también para los que estamos al otro lado y les veamos a ellos y nos «sintamos satisfechos y orgullosos» de nuestra custodia y protección. La vida está fuera y el Estado con su red de asistencia decide cómo, cuándo y en qué forma estas mujeres pueden ir y venir en libertad.

 Cristina Morales ha hecho una lectura coral y con mucha ironía. Seguro que más de un lector siente que le crece la incomodidad al leerla, quizá se sienta retratado y no pueda evitar levantar la vista del libro y ver si alguien cerca ha notado su malestar. El libro retrata todo el mundo de “progres” subvencionados y saca de la oscuridad a unos personajes que casi nunca tienen voz, dependen de su tutor legal hasta para elegir sus momentos de esparcimiento o para elegir el  tipo de ocio que quieren tener. Unos personajes que buscan su propia libertad y van a tener que pagar un precio muy alto. El estado asistencial con sus elementos represores actúa para garantizar su desarrollo personal y su integración en una sociedad democrática incluso sin preguntar a los interesados si desean pertenecer a ese Estado.”

“Lectura fácil” es una novela extraña, por la forma en que está escrita y por su temática; es una novela rara porque (creo) no será fácil ni catalogarla ni encontrar semejanzas en la novela española actual; y es una novela difícil por las “teorías” que en ella pugnan, por la profundidad de sus reflexiones y porque ataca muchas de nuestras seguridades intelectuales.

“Lectura fácil” es una novela atractiva porque es diferente  y por su “sinceridad”; es comprometedora hasta decir: “a ver si la acabo y me olvido de ella, que aquí hay mucho tomate” (y por eso no seré yo quien la recomiende, aunque por todo lo demás sí).

Es totalmente recomendable para machistas y feministas, revolucionarios, anarquistas y social-demócratas. Impagable para los servicios sociales.

Además (aunque hay muchas otras cosas) están esas actas de las reuniones del Ateneo anarquista que son para no perdérselas.

Añado que algunos ratos me ha aburrido.

Si alguien se anima a leerla, que no se eche para atrás si llegado a la página 40 (es mi límite para dejar una novela o seguir con ella) aún no se siente enganchado. Sigue, que no te arrepentirás.


miércoles, 19 de mayo de 2021

El Evangelio según María Magdalena

 

Todo pensamiento acaba siendo convertido en mercancía para su propio beneficio por los comerciantes de ignorancias.”

“Aquello que pudo ser revolución contra lo establecido se va convirtiendo en otra forma de lo establecido, de una costumbre llamada ignorancia.”

Y desde este supuesto doble, que es uno solo, María de Magdala va desgranando su vida y la vida pública de Jesús el Nazareno.

Realmente es Cristina Fallarás, disfrazada de la Magdalena la que reescribe el evangelio, desde una perspectiva feminista, sin evitar la polémica (en la que supongo se verá envuelta su novela en no mucho tiempo. A no ser que, los que pueden seguir creando ignorancia, consigan que pase en silencio), de forma tan combativa como poética.

No es una novela fácil. Aunque yo la he leído en dos “asaltos”, es una novela de lectura pausada, compleja y pensada. Es una novela complicada, que, a lo peor, no removerá nada porque lo que trata de remover necesita mucha más “dinamita” que una simple novela.

Se trata de eso: de una novela. Al menos así lo ha querido su autora que, de ninguna manera, se ha enzarzado en la construcción de un ensayo riguroso y sesudo. Se trata de una novela de grata lectura, de una novela digna porque hay asuntos que se pueden tratar novelando.

Ella toma partido sobre cuestiones nada baladíes: quién fue y qué pretendía Jesús el Nazareno, quiénes eran y qué pretendieron sus discípulos. Cómo y por qué se empieza a formar una iglesia. La misma que sigue existiendo sobre la base de Simón Pedro.

Cristina Fallarás no ha defraudado nada la curiosidad que despertó en mí cuando vi su novela en los escaparates. Tampoco mi consideración de que escribe muy bien.

El largo adiós

 

“El largo adiós”, de Raymond Chandler, es una de las obras clásicas de la novela negra. Escrita en 1953, representa el momento más álgido de uno de los detectives más famosos de la literatura universal: Philip Marlowe

Él mismo se define asi: Soy un investigador privado con licencia y llevo algún tiempo en este trabajo. Tengo algo de lobo solitario, no estoy casado, ya no soy un jovencito y carezco de dinero. He estado en la cárcel más de una vez y no me ocupo de casos de divorcio. Me gustan el whisky y las mujeres, el ajedrez y algunas cosas más. Los policías no me aprecian demasiado, pero hay un par con los que me llevo bien. Soy de California, nacido en Santa Rosa, padres muertos, ni hermanos ni hermanas y cuando acaben conmigo en un callejón oscuro, si es que sucede, como le puede ocurrir a cualquiera en mi oficio, y a otras muchas personas en cualquier oficio, o en ninguno, en los días que corren, nadie tendrá la sensación de que a su vida le falta de pronto el suelo.”

Así que poco más que añadir por mi parte.

Quizás que, en una novela centrada en la amistad, quedan en entredicho los ricos, los periodistas, los dentistas, los médicos, la policía, la ley, los ciudadanos americanos, los negocios, los… Y todo escrito con una gran mordacidad y con mucho humor. Sarcasmo no le falta a la novela. Si no, leed estas citas:

“No se puede esperar calidad de la gente cuya vida está sujeta a una falta de calidad. No se puede tener calidad con una producción en masa. No se quiere la calidad porque dura demasiado. De modo que se la sustituye por la moda, que no es más que una estafa comercial destinada a hacer que las cosas caigan en desuso.

Tenemos las cocinas más blancas y los baños más relucientes del mundo. Pero en su encantadora cocina blanca, el ama de casa media americana no es capaz de preparar una comida que valga la pena, y los hermosos cuartos de baño relucientes no son más que un receptáculo de desodorantes, laxantes, pastillas para dormir y productos de esa mistificación secreta que se conoce con el nombre de industria de los cosméticos”

“Uno en su país puede desempeñar toda la vida un importante cargo público sin otros méritos que tener la nariz limpia, una cara fotogénica y la boca carrada.”

“Los americanos comen cualquier cosa si está tostada y unida por un par de palillos y tiene lechuga saliendo por los costados, preferiblemente un poco marchita”.

“El delito no es una enfermedad, sino un síntoma. La policía es como el médico que receta aspirina para un tumor de cerebro, con la diferencia de que la policía cura más bien con una cachiporra.”.

Montar el puzzle de esta buena novela es un ejercicio gratificante. Os lo aseguro.


viernes, 30 de abril de 2021

1794


 “1794”, de Niklas Natt Och Dag muy bien podrían ser cuatro historias convergentes: la de Erik Tres Rosas, la de Anna Stina, la de Winge y, entramándolas a todas, la de Cardell, el “policía” manco que arregla lo que puede, que no es mucho.

Como ya anuncia su título es, de alguna manera, continuación de “1793”, a la que debe muchos de sus acontecimientos y alguno de los personajes centrales. Por deberle, le debe tanto que, a veces, resulta de difícil comprensión si no se ha leído la anterior.

Me imagino, además, que habrá una “1975” sin tardar mucho. (Ya se sabe, una novela por año es lo que parece que se vende).

La “aventura” se lee con atención, no es nada profunda, ni difícil, ni enrevesada. Volvemos a estar ante una mezcla de estilos (propia, me da, de los bestsellers), que recoge algunas críticas sociales propias de la novela negra, pero que podrían (muy bien) no estar ahí. Es decir, que la novela sin ellas no se resentiría ni un poco.

Es la denuncia del esclavismo:

“- Todas las Antillas son un gran matadero, lo cual no sería posible sin nuestra contribución: El beneficio es tan grande y los esclavos son tan baratos que muchos eligen dejarlos morir de hambre […] La caña de azúcar crece sobre las fosas de los muertos que la han cultivado, y con esa azúcar endulzamos nuestros alimentos. […] ¿No crees que habríamos mostrado un poco más de compasión si hubiéramos ido a África y nos hubiéramos comido a los negros directamente?”

Es la deuncia de la situación de la mujer:

“- Usted no tiene idea de lo que supone ser mujer: de nosotras sólo se espera que olvidemos el raciocinio que Dios nos ha concedido y lo dejemos todo en manos de los hombres. Usted cree que […] muestras cabezas no albergan ningún pensamiento valioso, ningún sueño más allá del de traer hijos al mundo, uno detrás de otro, y a ser posible varones, hasta que la edad nos arrebate la belleza y nos quite el único recurso por el que se nos valora.”

“- No tengo nada en contra de los niños, pero no estoy dispuesta a asumir el precio que toca pagar por ellos: un hombre. No quiero saber nada de un ser que a la menor oportunidad desaparece y te deja abandonada o, peor aún, que decide quedarse. […] Solía llorar por haber nacido desfigurada, pero ahora no pasa un día sin que de gracias por ello.”

Es esa visión negativa de la sociedad y de la vida:

“- ¿Qué opciones les depara la vida a estos niños, al fin y al cabo? ¿Acaso cuando se hagan mayores podrán elegir un camino distinto al de convertirse en víctima o verdugo?”

“ - Ahora sabía que la razón por la que Satanás puede mezclarse entre los hombres y caminar a nuestro lado es que el mundo en que vivimos es el infierno mismo hecho realidad.”

Una vez más está presente eso que he llamado “detallismo localista”. Esta vez en el Estocolmo de finales del siglo XVIII, con lo que mis dificultades (y, supongo, las de la mayoría de los lectores) aumentan. Pero, parece que a los autores de novela les ha dado por escribir contando los detalles de su localidad y no tendremos más remedio que habituarnos a ellos. O dejar de leer.

Si ya leíste “1793”, ésta (“1794”) te aportará bien poco. Ahora bien, si aquella te gustó, ésta no te disgustará.

martes, 20 de abril de 2021

La señora Dalloway

 Me costó entrar en la novela. Tanto que la hubiera dejado de lado de no ser por la disciplina que impone el hecho de que la leía para una tertulia.

Revolviendo por la Red, después de leerla, encontré esto: “También es un libro que se debe recibir sin presiones, Cuando llegue el momento adecuado, se disfruta. Y, en caso contrario, siempre existirá la libertad de odiarlo” (En el blog “Al Actualidad Literatura)

Ahora puedo afirmar que la disciplina, esta vez, me condujo a buen puerto, que ha merecido la pena y que es una gran novela.

Posiblemente por el estilo, por las formas más que por su “contenido”. Esa mezcla de acciones y pensamientos, esos flashbacks, esos cambios de perspectiva-narrador que , sin romper la continuidad del relato, le permite dar la voz a un narrador omnisciente en tercera persona o a un narrador en primera en monólogo interior, enriqueciendo los puntos de vista de una misma acción, esas metáforas, …

“La señora Dalloway”, de Virginia Woolf narra un día en la vida de Clarissa Dalloway: cómo ella prepara y celebra una fiesta. Nada más.

Estamos en Londres, un día agradable del mes de Junio de principios del siglo XXI, poco después de acabar la Primera Gran Guerra. Y, en palabras del narrador, para conocer a Clarissa, o para conocer a cualquiera, uno debía buscar a la gente que lo completaba; incluso los lugares.".

No pasa nada, pero en ese no pasar nada, aparecerá la locura y la crueldad de la guerra, la banalidad de una clase social más pendiente de sus fiestas que de otra cosa, la poca importancia de la política de salón, los tipos de mujer que ya entonces se adivinan o que pueblan ese universo, la falsedad hipócrita de la aristocracia, las distancias sociales, la presencia de la extranjera, el amor no correspondido o no vivido hasta el final, la muerte. Y algunas otras cosas más.

Podéis descubrirlas. Merece la pena.

 

viernes, 26 de marzo de 2021

Cielos de plomo

Acabo de leer la última novela de Carlos Bassas del Rey: “Cielos de plomo”

Al terminar la novela aparece una larga “Nota del autor”. Nunca he entendido muy bien por qué un autor debe explicarle su novela al lector. En este caso tampoco. Parece como que el autor debiera justificarse ante lo escrito. Y en este caso también me lo parece.

Como muy bien dice: “La peripecia central de Cielos de plomo transcurre entre la Barcelona y La Habana de principio de 1843 y, como tal, trata de ofrecer un retrato fiel de ambas ciudades – mucho más de la primera que de la segunda – y de una época.”.

“Es una novela de ficción ambientada en una época determinada que, por lo tanto, se debe a la verosimilitud. Y al entretenimiento.

Es él quien sitúa en el eje central de una novela el entretenimiento y la verosimilitud. Respecto a esta segunda, debo decir que yo no he tenido ningún problema con ella en la novela. Sí bien es cierto que mi conocimiento y mi preocupación por la Historia son muy escasos, Quizás por eso, no me cuesta nada admitir que los hechos que se narran bien pudieran haber sucedido tal cual.

Respecto al entretenimiento, lo ha conseguido en las dos primeras partes de la novela. No así en la tercera, cuando a mi juicio la novela pierde interés, decae en su fuerza, posiblemente en aras de un “final feliz”, sin el que el relato no hubiera sido posible al estar contado en primera persona.

A medio camino entre una novela negra y una novela de aventuras (quizás entremezcladas con una novela histórica), la suma de géneros (o subgéneros) no me ha parecido para nada inadecuada.

He disfrutado de un relato fluido, intrigante, y  bellamente escrito en muchos momentos.

Hay un “pero”. Un “pero” que aparece una y otra vez en muchas de mis últimas lecturas.  Es algo a lo que he decidido poner nombre, debido a su repetición: “detallismo localista”, le llamaría yo.

Me explico: la ciudad (en este caso Barcelona) está tan presente, con tantos detalles, que en muchos momentos pareciera que hay que leerla con plano al lado. Y eso, en mi caso, no mejora el relato. Al contrario, lo retarda, le da una carga que pesa mucho más de lo que me aporta.

Os dejo dos “perlitas” de la novela:

“Uno siempre vive mejor en cierto estado de ignorancia, dice el protagonista de la historia.

“Mi verdadero interés por ellas [las novelas sustraídas] no radicaba en las bondades de su interior, sino en que, una vez acabadas, las revendíamos por seis reales, una auténtica fortuna. Víctor y yo éramos los únicos miembros de la Tinya [una especie de banda de ladrones] que nos interesábamos por aquella fuente de negocio. […] Éramos conscientes de que la idea de que un libro pudiera tener algún valor produciría en nuestros compañeros tal ataque de hilaridad que ¿para qué molestarlos?