sábado, 29 de septiembre de 2012

ZORIONAK, pareja



Cuarenta años atrás, hoy yo estaría de boda. Como se decía entonces, “estaría casando a mi hijo mayor”. Hoy parece que sólo se trata de una mudanza.
Mi hijo se va a vivir a un piso de alquiler con “su chica” (si fuera mi hija diría con “su chico”, así que no creó que nadie pueda acusar de sexista a este lenguaje).
Hoy no hay ni vestido de novia, ni trajes, ni ceremonias, ni banquetes, ni discotecas. Posiblemente tampoco haya un compromiso de “atadura” como existía entonces. Creo que las parejas han ganado mucho en libertad.
Pero quiero suponer (y no me cuesta mucho hacerlo) que han variado muy poco los temores y las ilusiones, las dudas y las esperanzas, las tristezas (por lo que se deja atrás) y las alegrías (por lo que empieza). O sea, lo que de verdad es importante en el principio de una relación diferente: se van de casa para hacer la suya. Aunque mi hijo ya llevara un par de años fuera de mi casa. Lo que marca las diferencias es a dónde se va ahora, con quién, para qué.
Yo estoy contento por él. Estoy contento por ellos. Las formas externas me importan muy poco. Les deseo lo mejor y se que lo mejor no es lo que yo piense sino lo que ellos decidan. Como han venido haciendo en este terreno. Zorionak, pareja.

martes, 25 de septiembre de 2012

Maridos



Hace ya un tiempo que no escribo sobre ninguna de mis lecturas. No significa eso que no esté leyendo, pero creo que las tres últimas novelas sólo han llegado a la página 50 aproximadamente, que es la página en la que decido si la sigo leyendo o no.
La última de todas, “Reflejos en un ojo dorado” de Carson McCullers, sí la he acabado, pero es tan sorprendente, yan extraña, que me ha dejado mudo. La primera tertulia literaria de este curso es sobre esta novela. Quizás después de ella pueda decir algo.
Lo que sí me está interesando es “Maridos”, de Angeles Mastretta. Creo que ya he escrito alguna vez en este blog sobre la autora. Al menos estoy seguro de haberla recomendado de viva voz. “Maridos” es una preciosa colección de relatos breves. Algunos muy breves, como éste:

UNA DE DOS
Lucía miró a su marido dormitar en un sillón. Despertaba a ratos, la miraba y sonreía como desde otro mundo. En una de estas pestañadas ella le dijo con toda suavidad:
- ¿Sabes? Cuando uno de los dos se muera yo me voy a ir a Italia.

Ayer buenas sensaciones en basket. Veremos

domingo, 23 de septiembre de 2012

Hacienda y la ley de educación



Ayer, que hacía menos calor que hoy, escribí dos comentarios a las noticias del periódico. Si dejo los comentarios para mañana se habrán hecho viejos. Así que ahí van:

 Es sencillo y fácil saber en qué país vivimos. Lo que ocurre es que no prestamos demasiada atención a los ejemplos. Otra cosa es si nos gusta o no. Que para gustos se han hecho los colores.
El Athletic tenía una deuda (¿desde cuándo?) de 7 millones de euros con la Hacienda bizkaina (así, con B y con k, sin acento, aunque Word me lo subraye en rojo). No hace mucho a mí me llegó una notificación de un próximo embargo de esa misma Hacienda porque decía (Ella) que le debía mil euros (y menos mal que se equivocaba).
(Algún día tendré que contar esta batallita de buen trato al contribuyente. Pero no ahora)
La moraleja está tirada, la puede sacar cualquiera: si debes mucho, mucho dinero de impuestos, la Hacienda, que recoge los tributos de “casi todos” los ciudadanos, te ayudará a construirte un nuevo campo para que ganes más y puedas deber más) porque seguirá siendo improbable que pagues).
 

La  elaboración de una ley que reforme el Sistema Educativo cuenta  con tres grandes hándicaps:
. No nos van a preguntar a los que sabemos de este asunto (me incluyo en un amplio colectivo)
. La van a elaborar como un instrumento político partidista. Toda ley es política, toda educación es política, de un signo u otro. Pero, ¿es imposible una ley anterior a los partidismos?
. Los que la elaboren van a tener que decidir claramente, desde el principio, para que sea operativa, la relación de fuerzas entre la enseñanza y la educación: ¿educar, mientras enseñamos? o ¿enseñar, mientras educamos? . Y, además, establecer esa relación en el período de vida que va desde los 2 a los 16 años de edad.
Y no se van a pringar.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Lecciones de sociología del lenguaje

Oído esta mañana en Santoña: “No haces más que pedir. Parece que te ha hecho la boca un fraile”.
Yo no conocía esta expresión. Quizás alguno de vosotros sí.
He recordado de cuando estudiaba que en las frases hechas expresamos, justificamos y trasmitimos nuestro universo simbólico (algo así – por simplificar – como el conjunto de lo que vemos, sabemos, creemos y valoramos.
Y, enseguida, la primera lección: aunque nos parezca mentira no siempre el que escucha entiende lo que decimos. Por muy simple y evidente que nos parezca lo dicho.
Así que la niña le ha preguntado a su madre:
- Y, ¿qué es un fraile?
La madre ha continuado con la lección magistral a la que yo asistía sin ser invitado y ha mostrado (segunda lección) que no somos capaces de conocer nada si no es en referencia a algo previamente conocido. Por ello, le ha contestado:
- Algo así como una monja, pero en chico.
Todo esto ocurría enfrente de la salida de una escuela, a mediodía, cuando los niños dejan el cole para ir a comer. Seguro que era un colegio de monjas.
Ah!. Por cierto que algunos niños seguían berreando a la salida. Esta vez, me ha parecido entender, reclamando el premio al que se habían hecho acreedores durante toda la mañana.

En lo que sigue mi blog no se suele meter, pero que sepáis que el próximo lunes, 1 de octubre es el cumple de Koldo. A ver cómo machacáis esas orejas.


jueves, 20 de septiembre de 2012

Llanto por la escuela (con minúscula)




El niño berreaba y tiraba con fuerza de la mano de su madre en la dirección opuesta a la que acercaba a la escuela.
La madre tiraba de la mano de su hijo, mientras le decía:
- Vamos, venga!  ¿No ves que todos los niños van a la escuela? Pero si lo vas a pasar muy bien. Tu hermano ya habrá llegado. Allí vas a estar jugando y vas a hacer amiguitos.
El niño berreaba y tiraba con su pequeña fuerza.
- Chica – se dirigió la madre a otra señora que acertó a pasar por allí -, que no hay nada que hacer. Que no quiere ir a la escuela y que no quiere. Ni premios, ni castigos, ni nada. No hay forma. Sólo me queda la fuerza bruta.
Cuando llegué a doblar la esquina aún alcancé a oír el llanto desmesurado del niño y a ver cómo sus fuerzas habían cedido y su madre lo arrastraba hacia la escuela.


¡Qué listo el crío! Con apenas cuatro años –calculo- ya sabía lo que le convenía y lo que no.
¡Qué pobreza la de la madre! Sólo contaba con un único recurso: la escuela.
¡Qué triste esta sociedad! Con todo lo que tenemos de bienestar, derechos, propiedades, servicios, seguridades, … y aún no hemos sido capaces de crear lugares – tiempos – situaciones, en los que los niños vayan creciendo entre iguales en sociabilidad, autonomía, curiosidad, imaginación, conocimientos de respuestas,…
¿Y si ampliásemos y potenciásemos los parques y colocásemos allí educadores?
Buen finde (pronto)