jueves, 29 de mayo de 2014

El parque por las mañanas


Algunas mañanas, las menos, el parque de Txurdínaga se convierte en el “refugio” donde yo puedo pasear y la perra correr sin ataduras. Hasta que algún agente de la autoridad detenga sus carreras a golpe de multa.
Y allí, con los ojos y los oídos abiertos, existe la suficiente tranquilidad como para observar y oír un mundo entero de personajes.
Están los que pasean: solos, con una marcha constante, regular y de buen tono, o casi arrastrando los pies sacando más fuerzas de una cabeza que no se rinde que de unos músculos a los que les queda poca energía; o en grupos, a veces pequeños,  como ese hijo que acompaña a su madre en lo que parece que será uno de los paseos de su última primavera, o esa pareja de enamorados que aprovechan cualquier hora del día para hacer un arrumaco, o ese (supongo)  matrimonio que todavía  a edad muy adulta pasea cogido de la mano, o ese abuelo que se inclina sobre el cochecito en el que su nieto hace pucheros tratando de convencerle de que el mundo es bonito y no hay por qué llorar.
También hay grupos relativamente grandes. Curiosamente la mayoría del mismo sexo y, con una explicación fácil, y casi todos de varones. Se les oye hablar y sus temas de conversación no varían mucho: fútbol: “el último … lo ganó el Barça. Porque estuvo mi yerno”  (Se sobreentiende que la presencia de su yerno no fue la razón de la victoria del Barça, sino que es la razón por la que él puede afirmar lo que dice), esos programas de la tele que no hacen más que aburrir “así que me fui pronto a la cama”, “los mismos de siempre”: “son todos iguales; primero parecen buenos… hasta que se demuestra lo contrario”.
Están los que corren, comprobando una y otra vez sus constantes vitales, el reloj que indica su marca, sudorosos, de pelea continua con ese sosiego lento que alimenta al resto de los ocupantes  del parque. Son, generalmente, los más jóvenes a esa hora. Pero su velocidad no resulta insultante, aún no han empezado los sprints y la presencia de unos cascos en sus orejas  confirman que quizás la música o las noticias les interesan más que el esfuerzo de sus piernas y  el bienestar de su corazón. Y eso los iguala al resto.
Están los que permanecen quietos, sentados o de pie, vigilando al perro, leyendo una revista o el periódico, a veces se ve un e-book. Alguno descansa sin más. Y en sus ojos parece adivinarse la paz de una mañana sin prisas, el gusto por el verde frente al asfalto que ya llegará, el rebote del trino de los pájaros o el reflejo de los que pasan por delante, invitándole a unirse a ellos.

Luego la perra y yo volvemos al barrio, a Santutxu. Pero las dificultades para pasear, las trampas para mirar a los que están alrededor, los obstáculos, semáforos, terrazas, piernas ocupando todo el espacio, los ruidos sin trinos, … forman parte de otra entrada de blog.

domingo, 25 de mayo de 2014

No hay bestia tan feroz

 Acabo de terminar la novela “No hay bestia tan feroz” (1973) de Edward Bunker. Es tan impresionante que sólo voy a poner aquí dos cosas de mi cosecha: el estilo, porque, extrañamente, está narrada en primera persona por el propio “gánster”; y la selección de tres pequeños textos:

Éste que es fiel testimonio del sentir de la novela:

Tío, estás más pillado que un pez en el anzuelo. En algún momento te van a trincar. Consíguete una pipa y haz algún atraco, ¡un banco o algo! Sácate dinero suficiente para huir. Si te van a pillar, que te pillen en plena calle. No tienes nada que perder.
—A la mierda. Si me pillan, que me pillen.
Te caerán quince años.
Qué más da, llevo toda la vida encerrado. La comida no está mal y se puede jugar al frontón. Joder, tengo más problemas cuando estoy fuera que cuando estoy dentro.

Éste otro que muestra la extraña catadura de un “gánster” que se dedica a visitar librerías:

Tanto los días como las noches eran ociosos. Ojeábamos librerías polvorientas y recorríamos museos silenciosos, o nos sentábamos en un parque a fumar hierba y ver cómo los niños correteaban por el césped bajo el sol.

Y éste último para que no queden dudas de que estamos ante una novela negra:

Los capitostes de la sociedad proclamaban a los cuatro vientos que robar estaba mal; mientras tanto, ellos lo tenían todo y él, nada. Era ridículo.

El resto del comentario me permitiréis que esta vez sea la suma de dos textos que no son míos. El primero está tomado de la anotación previa de la propia novela y el segundo del blog elplacerdelalectura:

No hay bestia tan feroz, publicada por primera vez en 1973, supuso el debut literario de Edward Bunker, singular escritor norteamericano tan afamado por sus obras como por su poco común biografía. Inspirándose en el conocimiento del ambiente criminal de Los Ángeles que su propia experiencia le procuró, Bunker da vida en esta novela a Max Dembo, un ex-convicto en libertad vigilada después de ocho años en prisión. Su voluntad de llevar una existencia honesta, y de no volver a vivir entre rejas, chocará con un sinfín de obstáculos y se verá finalmente frustrada cuando, cansado y cargado de rencor, decida volver a la seguridad que ofrece, paradójicamente, el mundo del crimen. Sin romanticismo ni artificios, cruda y auténtica, No hay bestia tan feroz relata la rabiosa lucha por la supervivencia de un hombre acosado por los más inamovibles prejuicios sociales.


Sin duda alguna estamos ante una de las voces mejor capacitadas para poner por escrito el alma de los criminales reincidentes, para cartografiar la geografía de los impulsos internos que llevan a muchas personas por las calles del crimen, una voz que viene desde el infierno y que por obra y gracia de la Literatura se ha redimido para transformarse en uno de los escritores de culto mejor dotados para describir el mal. (http://www.elplacerdelalectura.com/2010/04/no-hay-bestia-tan-feroz-edward-bunker.html).

viernes, 23 de mayo de 2014

Envejecer

Mientras han ido aumentando (si cabía tal posibilidad) las mutuas descalificaciones entre los dos grandes partidos que se disputan Europa (no confundir con la Champions, donde la abstención será menor); mientras el uno le daba al otro, y viceversa, todas las facilidades habidas y por haber, para semejantes descalificaciones; mientras ambos hacían causa común para negar cualquier solución en los partidos “menores”, con la ya vieja historia de que fuera de ellos no hay salvación; mientras ayudan a la increencia y el hartazgo de cualquier ciudadano, las paredes de los barrios, menos pobladas esta vez de carteles publicitarios con rostros de políticos (y políticas), dejan huecos libres para alguna perla como ésta:


Yo ya no me quiero hacer mayor. Yo me hice mayor con dos años y poco más. Entonces empecé a ser el hermano mayor. Y luego ni sé las veces que habré sido el mayor.
Ya no recuerdo bien cuándo pasamos de “los ancianos” a “la tercera edad”. Ahora nos hacemos mayores. Y encima tenemos que aprender. Como si no lo hubiéramos hecho ya.
¿Nacerá una educación general básica obligatoria para los mayores? ¿Volveremos a las aulas, como nuevos aprendices? ¿Y nos enseñarán quienes no tienen ninguna experiencia en este campo? ¿Habrá textos, exámenes, fracaso “escolar”, grados,…? Se pone interesante esto de hacerse mayor.

A mí me gustaba más la idea de ser viejo. A mí la palabra envejecer siempre me ha atraído y ha sido de mi agrado. Pero, ya empieza a gustarme más la idea de hacerme mayor. No sea que me  tilden, una vez más, de ser un mal ciudadano.

sábado, 17 de mayo de 2014

301

301 mineros han muerto en una mina. Hs sucedido en Turquía, pero podría haber sido en cualquier otro lugar.  301.
Lo primero que me llega es:"descansen en paz". Lo segundo,  desde más adentro, desde la más profunda indignación es: "que no descansen nunca más los responsables de semejante asesinato". Y sabemos quiénes son, aunque no sepamos sus nombres,  aunque nunca los detenga la justicia.

miércoles, 14 de mayo de 2014

La vida está llena de novelas negras

Madre mía, ¡qué gran novela negra está aconteciendo en León! ¡Quién tuviera una buena pluma, una pluma ligera, para poder contarla como se merece! . Políticos (de los que están en el poder), policías, asesinato, deportivo (Mercedes, nada menos), armas, gorro y guantes, pistola, droga,… ¿qué más queréis?
El caso es que siempre habrá un ministro para banalizar lo interesante. Y así Jorge Fernández, ministro de Interior (para los que no os suene) se dedica a insistir en la necesidad de poner coto a los insultos que, a través de las redes sociales, se deben estar produciendo.
Confieso que no he entrado ni en Facebook, ni en Twitter (no estoy del todo seguro de saber hacerlo). Confieso que estoy en contra, absolutamente, de las calumnias, por lo que tienen de mentira; confieso que no me gustan demasiado los insultos ( y menos si son soeces), aunque a veces uno se queda muy bien después de utilizarlos.
Pero, como muy bien dice el juez Joaquim Bosch, habrá que ver si no son más que “expresiones malsonantes”. Y permítame, señor juez, apuntar la idea de la necesidad de distinguir entre el insulto y la descripción. ¡Cuánto sabemos de esto los que hemos dedicado parte de nuestra vida a la educación! (¡Cómo se estará relamiendo el señor de Mekatxiss!). Llamarle tonto a un tonto no es un insulto, es una descripción. Y lo mismo pasa si a un ladrón se le llama ladrón, sinvergüenza a un sinvergüenza, estafador a un estafador, canalla a un canalla o hijo de puta a un hijoputa (sin que sea necesaria la descripción de la madre).
Pero el ministro de Interior ha tenido una gran idea. No deberíamos ponerle ninguna traba. Hay que “meterle mano” a quien incita al odio. Por ejemplo, al director-jefe que maltrata de palabra u obra a su subordinado, al policía que exhibe el poder de su cargo a un “pobre” ciudadano; al director de la sucursal (o a quien le manda) que te recrimina llegar tarde a un pago; al “casero” (el que tiene casa, generalmente un banco) que te amenaza con ponerte de patitas en la calle; al médico que te trata como si fueras un pelele; a… Hala, terminad vosotros, que las pistas están dadas.

Yo me quedo con las ganas de no tener esa pluma ágil y esa capacidad de trabajo que pide cualquier buena novela negra.  

martes, 13 de mayo de 2014

Las cosas ¿no? son tan sencillas

“Las cosas no son tan sencillas”. Me lo han dicho tantas veces que hasta incluso me lo he creído. Y que yo lo haya repetido no es más que el signo evidente de mi creencia.
Y es que ésta era la primera idea que me venía a la cabeza cuando leía, un día y otro, en la prensa las posturas de las Diputaciones o los partidos sobre si hacer públicas o no las listas de los defraudadores.
Pero, que no se sepan las certezas económicas le interesa a quien le interesa, es decir, a quien tiene (y puede) algo que ocultar. A mí no.
Vamos a imaginar que alguna vez logré defraudar a Hacienda. Si así fuera, que no lo ha sido (nunca he podido), mi fraude podría haber llegado a ¿1.000 euros?. No creo. Vamos que muy lejos no podíamos haber ido con aquello. Claro que habrá quien se ponga a hablar del valor de la actitud por encima del hecho, del problema de la suma de fraudes pequeños que se convierte en una gran cantidad,… Ganas de complicar lo que sí que es sencillo.
Pongamos por caso que vamos a reparar el tejado de la casa y que a mí, como inquilino, me toca pagar 200 €. Voy donde el administrador y le pago 120. Me pilla. Y en  ese momento, yo empiezo a hablar de mi derecho a la intimidad, de mi presunción de inocencia,… Pamplinas.

Pues entonces eso. Que es muy sencillo. Dígannos ustedes a quiénes han pillado, para que no nos fiemos de ellos, para que afeemos su conducta, para que pasen un poco de vergüenza, etc. Y si ustedes siguen manteniendo que están donde están porque nosotros (los ciudadanos) los hemos puesto ahí, que son nuestros representantes y todo ese bla bla bla, sepan claramente que, al menos yo, creo que las cosas son muy sencillas… las más de las veces.

lunes, 12 de mayo de 2014

"Miedo"

Como de otra forma pasaría totalmente desapercibido, os cuento que acabo de publicar un nuevo relatito, el último que he escrito.
Se titula "Miedo" y espero que os guste a los que lo leáis. El link, como siempre, en la columna de la derecha en el epígrafe de cuentos y relatos.

miércoles, 7 de mayo de 2014

La mejor novela del 2013

Hace un par de días aparecía en la prensa esta noticia:
La obra "Herejes", del escritor cubano Leonardo Padura, ha sido la ganadora del X Premio Internacional de Novela Histórica "Ciudad de Zaragoza" por su calidad literaria y validez histórica.
El jurado ha valorado en "Herejes", de Leonardo Padura (La Habana, 1955), elegido por mayoría, que, además de ser una obra muy bien escrita, se trate de una novela histórica atípica con formato de una policiaca, de intriga, ha señalado hoy en rueda de prensa el escritor Juan Bolea, coordinador de este premio.
Los que seguís mi blog no necesitaréis demasiadas explicaciones para comprender que las razones del premio no las voy a compartir. ¿”Herejes” una novela histórica con formato de policiaca? Vamos, que ni por aproximación.
Sin embargo, y por poner un ejemplo, si hoy alguien dice que el mejor equipo de Europa es el Atlético de Madrid, todos entendemos que se trata de un hincha. Y, digo yo, ¿la verdad de una afirmación es menos verdad porque la afirma un hincha?
Dicen que la verdad está en la boca de los niños, los borrachos y los locos… y –añado de mi propia cosecha- de los jubilados.
Así que ahora (para que veáis a qué iba el ejemplo) voy a afirmar rotundamente que “Herejes” es la mejor novela del 2013. Y esto lo dice, claro está, un “hincha” y jubilado.
Así que sean cuales sean las razones por las que se le da un premio, juegue en esa liga o no, cualquier premio será dignificado en este caso por aquel a quien se le otorga, Ya quisieran tener todos los premios de novela un premiado tan ilustre.
Cualquiera de vosotros puede discutir mi afirmación sobre el puesto que la novela ocupa en el ranking de “mejores del 2013”. Y lo puede hacer en plan “hincha de otra novela”. Pero, entonces ¿qué verdad habrá en su afirmación?. Las dos tendrán el mismo valor, por lo que yo seguiré – erre que erre – en la mía.

O puede discutirla con razonamientos. Pero en ese caso, quien así lo haga, habrá tenido que leer “Herejes” con lo que mi “chulería” se dará por satisfecha y él habrá disfrutado de la mejor novela del 2013.

lunes, 5 de mayo de 2014

Votos

El pasado fin de semana, en algún lugar de la prensa, no sé muy bien dónde, me he tropezado con la noticia de que los suizos van a decidir en referéndum si se gastan o no una porrada de millones de euros en la compra de aviones de guerra.
“¡¡Qué tiempos!!, ¡que todavía a estas alturas haya que preguntarse por semejantes cosas!” – me dije a mí mismo.
Luego sentí un poco de envidia. No sé si el referéndum será “limpio”, si la ciudadanía estará “manejada”, si hay más intereses que los que a primera vista aparecen, si la noticia será de fiar, si… Pero es evidente que hay un régimen político – al menos uno- que se ha dado a sí mismo (los ciudadanos se han dado a sí mismos) el instrumento necesario para tomar decisiones democráticas, es decir, entre todos. ¡Qué envidia! Y qué desidia la nuestra.
Mientras, ando huyendo de los discursos de la sra. Valenciano y del sr. Cañete. Ya me sé lo que dicen y redicen: ella cuenta lo mal que lo están haciendo los otros; él lo peor que lo hicieron ellos hace unos pocos años.
Y si, por casualidad, se salen del discurso para decirnos algo concreto de lo que van a hacer, entonces no les creo. Porque llevan una gran mochila de mentiras a la espalda.

Quizás esta vez –de nuevo- no quede más remedio que “tirar” del voto testimonial. O de la más testimonial abstención.