viernes, 22 de enero de 2016

La canción de los misioneros

Siempre leo a gusto a John Le Carré. Su prosa suele ser fluida, sencilla y profunda a la vez, inteligente. Sus novelas rezuman humanidad en sus personajes y denuncia en su entorno social. Y están construidas con suficiente intriga como mantener la atención viva.
En “La canción de los misioneros” le toca el turno a un Congo mil veces expoliado desde dentro y desde fuera.
Un cartel de empresas y estamentos políticos se proponen apoderarse una vez más de sus riquezas al amparo de la llegada de un nuevo “mesías”.
“Y nunca se te ha ocurrido que acaso sea designio divino que los recursos del mundo, cada vez más escasos, estén mejor en las manos de almas cristianas civilizadas con una forma de vida culta que en las de los paganos más atrasados del planeta?”.
Nada podrán frente a ellos ni la ingenuidad, ni la bondad, ni la esperanza, ni la fe, ni los deseos, ni la lucha de los “buenos”.

Sólo las dificultades de la localizaciones  geográficas (tanto del Congo, como de Londres y de Inglaterra) frenan un tanto una lectura amena, interesante y digna.

miércoles, 20 de enero de 2016

Repartiendo que es gerundio

Los hombres, con nuestro trabajo creamos riqueza. Y luego, algunos, por la gracia de Dios, por la gracia del rey, por la gracia del Ibex, por la gracia del ejército, por la gracia de la banca, por la gracia del mercado, porque les ha caído en gracia, vamos, esos algunos reparten la riqueza y otros algunos, por la desgracia de Dios, por la desgracia del rey, por la desgracia del Ibex, por la desgracia del ejército, por la desgracia de la banca, por la desgracia del mercado, porque les ha caído en desgracia, vamos, esos otros algunos “son repartidos”.
Y, después, desde esa situación volvemos a crear riqueza y los mismos algunos (quizás unos pocos menos) reparten y los mismos otros algunos (quizás unos muchos más) “son repartidos”.
Y, al cabo del tiempo, llegamos al informe 2015 sobre la riqueza de Oxfon-Intermon. A ese informe que podemos encontrar en la prensa diaria, en los blogs, en algunas webs, siempre intentando golpear las conciencias bien acorazadas de quienes los leemos.
Como Juan Torres López, de quien ya he hablado en varias otras ocasiones, ha escrito un artículo en el que invita a difundir el Informe, me voy a aprovechar de sus palabras. No lo podría hacer yo mejor, así que le cito textualmente:
Transcribo a continuación el documento que Oxfam acaba de publicar sobre la desigualdad en el mundo. Es sencillamente impresionante. Creo que se debe leer, reflexionar sobre lo que se dice ahí y difundirlo al máximo. El texto es el siguiente, el documento completo se pude obtener para difusión pinchando aquí y al final hay otros enlaces para obtener resúmenes y gráficos..

Oxfam denuncia que ya sólo 62 personas poseen la misma riqueza que la mitad de la población mundial
En España, el 1% más rico de la población concentra más riqueza que 35 millones de personas. La inversión española hacia paraísos fiscales creció un 2000% en 2015.

La fuga de recursos hacia paraísos fiscales juega un papel clave en el crecimiento de la desigualdad. Se estima que, en todo el mundo, la riqueza individual oculta en paraísos fiscales alcanza los 7,6 billones de dólares, lo que supone una pérdida de 190.000 millones de dólares más cada año en ingresos fiscales para los Gobiernos que destinar  a la educación y salud de los más pobres.
Por otra parte, la inversión empresarial en paraísos fiscales se ha multiplicado casi por cuatro entre 2000 y 2014, y supone unas pérdidas de al menos 100.000 millones de dólares al año para los países en desarrollo. La utilización de los paraísos fiscales por parte de grandes empresas para reducir su contribución fiscal se ha convertido en un problema sistémico. No son sólo unas pocas “manzanas podridas” sino una práctica generalizada en diferentes sectores económicos –extractivas, sector textil, financiero, tecnológico. Nueve de cada diez de las empresas más grandes del mundo, entre ellas las que apoyan esta edición del Foro Económico Mundial, están presentes en al menos un paraíso fiscal.
De hecho, el 30% del patrimonio financiero de África se encuentra en paraísos fiscales, lo que hace perder al continente al menos 14.000 millones de dólares al año en impuestos no recaudados. Esta cantidad sería suficiente para garantizar la atención sanitaria a madres y niños, lo cual podría salvar la vida de cuatro millones de niños al año, y permitiría contratar a profesores suficientes para escolarizar a todos los niños y niñas africanos.
En Latinoamérica, la región más desigual del mundo, la evasión y elusión fiscal es también una de las causas que favorecen la extrema concentración de riqueza. Se ha estimado que solo en el 2014, la evasión en el impuesto sobre la renta y los beneficios empresariales costó a Latinoamérica el equivalente al 4% del PIB bruto de toda la región, más de 175 mil millones de euros.
Materiales:
-Descarga el resumen aquí
-Descarga el anexo España aquí

Poco más que añadir. Sólo la única reflexión que, siempre, me viene a la cabeza: ¿por qué no vamos acabando con semejante manera de distribuir? Vía impuestos a la riqueza, si es posible. Y, si no lo es, por cualquier otra vía que lleve a ahorrar la vida de cuatro millones de niños africanos al año.
Si total ni siquiera les da tiempo a disfrutar lo que tienen y no es suyo (no debería ser suyo). 

domingo, 10 de enero de 2016

Falacias

Quede absoluta y clara constancia de que no hay mayor falacia que la que permite que la marca Partido Popular (por, de, para el pueblo) sea usada en exclusiva por el partido de Rajoy, Aznar y Fraga (el dueño de la calle).
Que no quiero más equívocos que los estrictamente necesarios.

La izquierda nacionalista

Durante muchos años comenté, discutí y creo que, en más de una ocasión, me acaloré en la defensa de la falsa pretensión de veracidad cuando la llamada “izquierda nacionalista” se presentaba como una tendencia, un grupo, un sindicato, un partido… de izquierdas. Salvando siempre los casos individuales, personales, en los que no me he metido nunca, porque debo reconocer que a lo largo de mi vida he encontrado auténticos nacionalistas que eran de izquierdas y auténticos izquierdistas que eran nacionalistas.
Aclaro, antes de que se me escape el momento oportuno, que no quiero llamar a esa izquierda “abertzale”. Para los que no sabemos euskera (al menos para mí) la palabra “abertzale” tiene una muy rica connotación de amor al pueblo, lo que ha hecho (y así ha sucedido en este país) que en muchos momentos la lucha popular, la lucha del y para el pueblo haya sido secuestrada por unos grupos, que no han tenido rubor para presentarse como sus únicos detentadores y practicantes.
Así que no me ha pillado de nuevas el mensaje de la CUP: hagamos un pueblo, un país, una nación, un estado… y luego ya nos preocuparemos de la justicia, la igualdad, el respeto a las minorías, de la mujer, de la educación o de la sanidad universal, de que todos tengan derecho a una existencia digna. Es un mensaje que ya lo he venido escuchando durante mucho tiempo.
No me ha pillado de nuevas, pero me ha entristecido. Ingenuo. Quizás la lejanía me había hecho pensar que había un grupo de gente dispuesta a no dejarse embaucar por la derecha más recalcitrante y decidida a dar guerra sin cuartel. La política debe ser así. Por lo que dicen.
“La izquierda nacionalista” es una falacia. Cualquiera que tenga dos nociones de lengua sabe que “izquierda” es el sustantivo, lo que importa, lo sólido, lo que tiene enjundia, y “nacionalista” es un adjetivo, un matiz, un color. Es una falacia siempre que se apoderan de ella los grupos nacionalistas.
La “izquierda” jamás podrá ser nacionalista. Al menos mientras no cambien las estructuras internacionales, multinacionales, transnacionales, de su enemigo más feroz, el capitalismo deshumanizante, siempre deshumanizante, lleve los adjetivos que lleve.
Y ahora viene el nacionalismo español, el de derechas, diciendo  a los representantes oficiales de la izquierda (?) española, que pacten rápidamente, que les dejen gobernar, que hay prisa, que se necesita una mano de hierro (un gobierno fuerte) para oponerse a los desmanes de los nacionalistas catalanes.
Me está sorprendiendo favorablemente la fortaleza de Pedro Sánchez. Es un hombre que no me cae bien, que no me gusta, pero debo reconocer que en estos momentos me está causando una buena impresión por su “cabezonería” en el intento de montar un gobierno de izquierdas (?).
Claro que no me acabo de fiar y no sé si estamos asistiendo a la interpretación teatral de un actor que ya conoce el final de la obra, pero que tiene que darle el suspense suficiente como para que sea considerado un buen actor y tenga un hueco en la siguiente representación, o si estamos contemplando los ímprobos esfuerzos de un hombre honesto por llevar adelante sus proyectos, sus deseos, sus sueños. En breve tendremos la respuesta.

Como espero que sea breve este proceso gripal que me tiene moqueando un par de días ya.

lunes, 4 de enero de 2016

Final de las navidades

Hoy hemos replantado el árbol “de navidad”. Lo hemos devuelto con todo cariño a su hábitat natural. Y con ello, hemos dicho oficialmente adiós a las navidades.
Ya se que a este tiempo tan espaciado le queda aún la fiesta de Reyes. Pero, la vida se impone las más de las veces a las costumbres y usos, por más arraigados que estos estén. Y no se trata de ninguna pataleta republicana.
Los hijos se hacen mayores, van estableciendo sus propias familias, sus lugares de residencia y trabajo, sus necesidades, sus tiempos y espacios. Y así debe ser. Aunque a veces cueste aceptarlo, todos hemos hecho lo mismo, más o menos, antes o después. Que la vida no se para.
Así que este año sólo podíamos estar todos juntos en nochevieja (aunque, de los males el menor, han podido ser casi tres días juntos, en la misma casa –ventajas del pueblo- y con muchos más ratos en común que simplemente los que trascurren en la mesa). Y, como sólo podíamos en esa fecha, esa fue la elegida para intercambiar los regalos que esta vez no trajeron ni Olentzero, ni Papá Noel, ni los Reyes.
De cualquier forma he sabido que los niños rusos reciben sus regalos el primero de enero, traídos por un personaje aquí desconocido “el abuelo del frío”. ¿Habrá que acostumbrarse: pueblo, frío, abuelo,….?
El mundo es rico en tradiciones diversas y en sentimientos comunes. El sentimiento es lo que importa de veras, la costumbre es mero perifollo para envolverlo. Y en Bilbao o Villatomil, las formas e celebración de un mismo sentimiento, tampoco difieren demasiado. Quizás aquí (en Villatomil) haya mucho menos ruido. El 24 por la tarde-noche, en Santutxu, en cualquiera de sus plazas, había un ruido ensordecedor; el 31 en Villatomil sé que hubo algún petardo porque me lo contaron, pero yo no llegue a oírlo.

De cualquier forma el único sonido que en las noches de fin de año echo en falta es el de las sirenas de los barcos (que a esa hora saludaban en Sestao el nacimiento del año nuevo) y el golpeteo de las cazuelas que resonaba en las escaleras del portal. Cosas de la edad.