domingo, 29 de enero de 2017

Falcó

“Falcó”, de Arturo Pérez-Reverte, es una novela de aventuras, desarrollada en el marco histórico de la Guerra Civil Española.
Es una novela que se lee muy fácilmente, bien escrita, ágil,  y entretenida. Y nada más si uno no se enfrasca en disquisiciones (y nos hay por qué hacerlo) políticas, ideológicas o éticas.
Quizás de ella se pueda desprender lo que él mismo apuntaba en su página de “XL Semanal” de hoy mismo:

En la guerra y postguerra civil cayó gente buena de ambos bandos: españoles honrados que luchaban por sus ideas o se vieron atrapados, a su pesar, en aquel disparate sangriento. Pero cuidado. […] Los españoles tuvimos abuelos admirables en ambos bandos, y también sucios oportunistas y abyectos criminales.”

viernes, 27 de enero de 2017

La buena noticia

No hablaré esta vez del evangelio.
Me han subido la pensión 5€ al mes (líquidos; en brutos más). Ya sé que soy uno de los privilegiados, porque la subida media no habrá alcanzado los 3.
Y me han metido en un lío. Menudo laberinto. Que me ha dado por pensar y resulta que con semejante capital se pueden hacer muchas, muchísimas cosas. Por ejemplo alguna (en singular; nadie sueñe con hacer dos de ellas a la vez) de éstas:
. Comprar el periódico un día entre semana todas las semanas
. Tomarte una caña o un café con pincho una semana sí y otra no
. Ir un día cada dos meses al cine, y con palomitas.
. Ver teatro una vez cada cuatro meses (y si eliges bien el sitio, igual hasta dos).
. Cada seis meses (que ya toca la extra) puedes ir a un concierto.
. Te puedes comprar 100 gramos de jamón (del bueno) y darte un homenaje cada mes.
No voy a seguir, pero comprenderéis que esta lista puede llegar al infinito.
Cuando deje de “soñar” caeré en la cuenta de que quizás no me llegue para mantener el calor de mi casa (maldita sea: uso electricidad) en los grados que ahora tiene; o de que tendré que emplearlos para pagarle al ayuntamiento el impuesto que se derive de la “regularización” del catastro.

Pero, mientras soñaba, fue bonito.

Nota.- En la media de arriba no entran esas pensiones de jubilación que o la ministra del ramo se las ha inventado o no sé de dónde salen y que llegan a 100.000 euros anuales.






2.567,28 x 14 = 35.941,92

lunes, 16 de enero de 2017

Eres un hijodeputa

No he leído hoy la prensa, pero no me resulta difícil imaginar que aún coleará el asunto de los abusos sexuales cometidos por Juan Kruz Mendizabal (“Kakux” para los amigos), vicario general de la diócesis de Gipuzkoa, contra dos o tres (ya irán saliendo algunos más) menores.
El sábado, cuando conocí la noticia, ya sabía que algo tenía que decir en mi blog. Pero no me decantaba sobre el qué y el cómo.
Algo me pedía abrir una entrada nueva para dejar escrito, sin comentario alguno: “Juan Kruz eres un hijodeputa”.
Otra parte de mí me decía que era más interesante detallar los infiernos por los que esos dos o tres menores (ya irán saliendo algunos más) han tenido que pasar y siguen pasando gracias a que tuvieron la desgracia de aproximarse a un individuo que tenía como misión enseñarles el reino de los cielos.
El domingo, los periódicos locales trataban la noticia. Un reportaje a dos páginas en el Correo para venir a decirnos y a tratar de convencernos de que Kakux era un hombre bueno, que estaba enfermo. ¡Sinvergüenzas! Todos los que abusan de menores son unos enfermos. Los que matan a sus (porque son suyas) mujeres son enfermos. Los que mandan a sus (porque son suyos) soldados a la guerra y la muerte, son enfermos. Hitler y Franco y… fueron unos enfermos. Pobres. ¡Convento para ellos! Y que no puedan salir de él durante tres años si el obispo no da permiso. ¡Sinvergüenzas!
Deia lo trataba de manera bien distinta. No sé qué espacio ocupaba porque lo vi en Internet. Pero, con mucha más coherencia, citando las palabras de uno de los mayores investigadores sobre el tema en España (Pepe Rodríguez), iba de los sufrimientos de los menores al veredicto final: “En la Iglesia hay abusos igual que en otros colectivos. Y no los cometen enfermos ni pedófilos, sino sinvergüenzas. Son adultos normales […] que abusan de los más débiles. Es el perfil más habitual”.
Desde aquí me sumo a todos los que están pidiendo que este tipo de delitos sobre menores no prescriba nunca en el tiempo y a todos los que piden, para este abusador y para otros, cárcel civil.
Por aportar algo, traigo este dato tomado de la web de Garaitza. GARAITZA es una Asociación sin ánimo de lucro, para el tratamiento del Abuso y el Maltrato en la Infancia: El 23% de las niñas y el 15% de los niños en España sufren actualmente algún tipo de abuso sexual.

¿Exagerado el dato? Por lo menos, escalofriante.

domingo, 15 de enero de 2017

Los huesos del invierno

He seguido leyendo a Daniel Woodrell. Esta vez ha sido “Los huesos del invierno”. Y no me ha decepcionado nada. Al contrario, me ha parecido una novela extraordinaria, a pesar de que transcurre en un medio geográfico y humano que me resulta extraño, desconocido.
Os copio una introducción de la editorial (Alba) que no me parece exagerada: “Daniel Woodrell acuñó la expresión country noir para referirse a sus novelas, ambientadas en las montañas de Ozark, en Missouri frontera con Arkansas. En efecto, si tomamos el paisaje, el sentimiento y los personajes de una canción country y situamos ahí una trama criminal en torno a la producción de metanfetamina, tenemos Los huesos del invierno (Winter's Bone), base de la película de culto que en 2010 ganó el Festival de Sundance. Bíblica, tremenda, iniciática, tierna y heroica, con un siniestro sentido de la solidaridad familiar y una heroína de antología, ésta es una novela negra de altos vuelos.”
Y estas dos citas de la novela:
“Pues dígale al gran hombre de mi parte que le deseo una vida larga de hipo y cagalera”

“La cortina se cerró con tanta sutileza que Ree no supo si de verdad se había abierto o si lo había deseado tanto que los ojos le compraron el deseo.”

sábado, 7 de enero de 2017

Son unos jetas

Por cuarto año consecutivo (desde que el pequeño cumplió los tres años) han repetido “la jugada”: han colocado a sus dos hijos (seis y ocho años) bajo los cuidados del abuelo durante las vacaciones de navidad. Son unos jetas. Al menos, visto desde “fuera”,  son unos jetas.
Dicen –los jetas- que al abuelo le gusta, que así sigue “vivo”, que tiene una ilusión, que es bueno para él.
El padre es funcionario, de los que acaban el trabajo diario a las tres de la tarde. O sea, de los que tienen toda la tarde libre: para echar la partida, comprar algunos regalos, dormir la siesta, tomar una copa,… y sin que los niños molesten.  La madre trabaja en una tienda.  Sale tarde del trabajo porque a mediodía cierran durante casi tres horas. Justo para comer, ver un poco la tele, limpiar un poco la casa… y echar de menos a sus hijos.
En casa entran dos sueldos y no hay gastos extras: ni hipoteca, ni segunda vivienda, ni colegio privado. O sea, dinero suficiente como para no necesitar que alguien les haga de canguro gratis.
Pero, los niños tienen que hacer feliz al abuelo. Él se quedó viudo ahora hace cinco años y, jubilado, “no tiene nada que hacer”. El no duerme siestas, ni ve la tele, ni compra regalos, ni echa partidas, ni toma copas, ni tiene amigos con los que charlar, pasear, jugar…
Eso dicen –los jetas-.
El abuelo vive en un pueblo pequeño donde ya no queda ningún niño de la edad de sus nietos, así que él debe estar con ellos todo el tiempo. Si no, ¿qué va a hacer un pequeño de tres años? El abuelo es un hombre vivaz, capacitado para las tareas de la casa, preparar la comida, hacer las compras necesarias… Lo hace a lo largo de todo el año. Pero, ahora ya no está solo y los pequeños se convierten en una carga, a veces, no liviana.
Por supuesto  que les quiere y que les aguanta, posiblemente, más que sus padres. Pero a veces, se siente un poco “mayor” para semejantes tareas.
Claro que sólo son dos semanas. Enteras. Porque como este año las navidades han coincidido con el fin de semana, todos los demás días han sido laborables. Es decir, de los que los padres tienen que ir al trabajo.
Y, como los pobres trabajan tanto –piensa y dice el abuelo- él solo ha preparado las fiestas: un par de cenas especiales, un par de comidas, la casa, las decoraciones, los momentos especiales de regalos… Bueno, los padres han llegado con algunos regalos para los niños y para él.
Son unos jetas.
Al menos, visto desde “fuera”, son unos jetas.

Y no pienso, no tengo ninguna intención de verlo desde “dentro”.

viernes, 6 de enero de 2017

La muerte del pequeño Shug


“La muerte del pequeño Shug” es una buena novela. Dura. Exquisitamente escrita. Y para muestra un botón: El “T-bird” es un coche. Para aclarar. Y de él dice: “era tan maravilloso que la carretera mojada se incorporó y se frotó los ojos para contemplar cómo se alejaba”.
“En el mundo de Woodrell los violentos son la norma, no la excepción, y arrasan con toda la bondad, la empatía y la generosidad que hay en el mundo […] Es la muerte del niño que hay en nosotros, la muerte del alma, el final de cualquier cosa que guarde un mínimo parecido con la infancia o la inocencia” en palabras de Dennis Lehane.

Me ha gustado, así que seguiré leyendo a Daniel Woodrell