domingo, 24 de julio de 2016

Ineptos e ineptas

Pensaba yo que tenía ya definido mi voto para las próximas elecciones autonómicas: pero, he aquí que hoy “El Correo” se ha despachado con un par de páginas de entrevista a la que presentan como candidata por Podemos, Pili Zabala.
Ya soy muy mayor, así que me puede la prudencia. Es una entrevista, es lo que dice un periódico, y todavía Pili Zabala no es siquiera la candidata oficial.
Pero, si no hay cambios significativos en el programa, si los contenidos de la respuestas a las preguntas del periodista se confirman,… que no cuenten conmigo.
Ni de derechas ni de izquierdas”. Hombre, no me esperaría yo una candidata de derechas, pero si ni siquiera voy a votar a alguien de izquierdas… Y me digo yo, ¿entonces de dónde? Porque derechas e izquierdas existir existen. Y lo único que puede quedar fuera de ellas es el centro. ¿Es Pili Zabala del centro?.
Lo más sensato que he leído en mucho tiempo sobre el euskera es lo que hace unos días dijo Idoia Mendía (básicamente, que está supravalorado en el acceso a la función pública). Claro que es del PSE. Pero eso no implica que no pueda decir cosas sensatas. Me voy a mojar más: es lo más cercano a mi pensamiento que he oído nunca de un político (de los que se ganan la vida en tal profesión).
Pues resulta que no está de acuerdo con ello. ¿Por qué? Parece ser que una vez se fue con su marido a un barnetegi y desde entonces en su casa sólo se habla en euskera. Así de sencillo.
¡Qué tontos y qué tontas sois algunos y algunas! ¡La de ineptos que conozco yo que a lo largo de muchos años han ido de euskaltegi en euskaltegi y de barnetegi en barnetegi y no han sido capaces de sacar un miserable perfil que les permita acceder al funcionariado vasco! ¡Ineptos! Que es lo que sois: unos ineptos. ¡Que os den caña!.
Y, para acabar, como buena política en tiempo de elecciones (o sea, promesas) no se moja: ¿quiere que Euskadi forme un estado independiente?. Pues ni sí ni no. Depende. Ya veremos qué nos ofrece cada uno (y, ¿usted ofrece algo?). Eso era (y sigue siendo) un político al uso (¿casta?): alguien que no se moja más allá de los tobillos en nada que le sea incómodo.
Para esto, no hacían falta alforjas nuevas.
Y, ¿qué pasa con la economía, los bancos, las leyes de…, la educación, la sanidad, la jubilación,…? Y, ¿qué van a hacer ustedes en el País Vasco con los casos de corrupción?, y ¿con el favoritismo?, y ¿con el clientelismo?, ¿los inmigrantes?,  ¿los sin piso y los sin trabajo?,… Y muchos puntos suspensivos.
Y si a usted no le han preguntado por lo que de verdad importa, por lo que es interesante, casi imprescindible para alguien que (¡claro!) vea la vida política desde la izquierda, niéguese usted a salir en los papeles.
He pensado en volver a leer la entrevista. Quizás me haya dejado cosas. Quizás no haya prestado la debida atención. Pero no lo he hecho ni lo voy a hacer. Si tengo una impresión equivocada… es claro que es mi impresión y, supongo, será la de muchos.

¿Habrá que volver a la abstención militante?

viernes, 22 de julio de 2016

A desalambrar

 “La tierra estaba de antes, señor
[…]
Porque la tierra entera pertenece a la noche,
Pertenece al que sabe celebrar la alegría de ver crecer las plantas,
 al cómplice del sol,
al sembrador callado que pone la semilla como un semen dichoso y espera,
lentamente,
 el milagro del agua.
La tierra estaba de antes, señor”.

Con el recitado de esta estrofa, introducían Gauchos-4 “A desalambrar”. El resto de la canción os sonará muy conocida. ¿O ya no?
En verano, cuando salgo a hacer senderismo (o sea, a dar un paseo más largo de lo habitual) solo o con alguna perra, me entra la nostalgia de repasar viejas canciones, de aquellas de los años mozos, cuando las canciones estaban plagadas de ingenuidad (¿ingenuidad?), cuando se pedía libertad, tierra, y se exigía dignidad, cuando los americanos eran yankees (de los de “go home”) y todo servía para plantar cara (sin que te la rompieran) al franquismo, el de Franco y de algunos más.
Cuando cualquier rima nos parecía que formaba una bella y sonora estrofa que podía ponernos en pie y sentirnos un poco más importantes. Cuando casi todo lo que cantábamos venía de Latinoamérica: Gauchos, Calchaquis, Inti-Illimani, Mercedes Sosa, Parra(s), Quilapayún,  Larralde, Claudina y Alberto Gambino… Y no olvido a Víctor Jara, pero a mí no me gustaba o me gustaba muy poco.
Bueno, en el paseo de ayer le ha tocado a Gauchos-4.
A la tarde en el pueblo se ha armado una buena. Villatomil tiene mucha agua (o eso dicen), tanta que regala una parte a Medina y, en reciprocidad, sus vecinos no pagan por la que consumen.
Es fácil deducir que aquí todo el mundo “tira” todo el agua que necesita y más: consumo en casa, “piscinas”, huertos,… Sobre todo mucho riego.
Pero, Villatomil es un pueblo en cuesta. Y el depósito de agua no tiene la suficiente presión como para que el líquido llegue a las casas de arriba, si las de abajo abren el grifo a caño completo y riegan, y riegan y riegan. Y los vecinos que no reciben un agua que existe en abundancia, de vez en cuando, montan en cólera y se puede organizar una buena.
Cuando, como ayer, se junta algún problema añadido (que no he llegado a comprender, así que no lo puedo explicar) y los “vecinos de las casas de arriba” se tiran día y medio  sin ver el agua, mientras más abajo se riega y se riega y se vuelve a regar… Pues eso, que pueden saltar chispas.
El campo – me parece – tien más que ver con los mitos que la ciudad. Así que ayer por la noche, una vez, más, volvía yo a pensar en la tierra y el agua (después de pensar todo el invierno en el fuego, y cuando uno respira tan bien que no piensa jamás en el aire). ¿No es la historia del hombre una continua lucha –hasta la guerra- por el agua y la tierra.
Si lo es, que nos sacudan de nuevo las ingenuidades de los años setenta. Y si no lo es, esta entrada servirá para recordar las palabras de Gauchos-4 con las que empezaba, y las que me comía, para dejarlas ahora:

“La tierra estaba de antes, señor.
Entonces la tierra no era buena ni mala.
Y digo que no es cierto que puedan alquilarla,
Que le alambren el torso,
Que le vendan la espalda.”


A desalambrar.

jueves, 14 de julio de 2016

Messi

Yo no soy Messi (qué vergüenza: defraudar a Hacienda !!!), pero ya me gustaría serlo (qué dicha: poder defraudar semejante cantidad !!!).
O no?

sábado, 9 de julio de 2016

Una mano inflamada

Por épocas, temporadas, momentos… este blog padece un cierto languidecer: temático (¿qué más se puede decir?; ¿no está ya dicho, vanamente, casi todo? Y las dos últimas novelas empezadas dejadas antes de la página cuarenta), de autor (metido “en el mundo de la huerta”, en el campo, lejos de la “ciudad”, lugar de la educación o la política) y (sospecho) hasta de lectores (los que me constan como tales disfrutan de su merecido verano y no estarán para “tonterías”).
Por eso, de vez en cuando, como queriendo salir de su decaimiento, exprime las  pocas situaciones o ideas “nuevas”, en la sospecha ¿ingenua? de que esas gotas de zumo contribuyen o pueden hacerlo a perfilar el mapa de la realidad, que siempre es demasiado poliédrico.
Larga introducción para contar que durante algo más de cuatro meses he sufrido (he tenido que sufrir) las incomodidades, y a veces dolores, de una inflamación en la base de uno de los dedos de mis manos. Pero, lo bueno será contar su “desarrollo médico”, que es lo que da juego.
Hace como tres meses, en una de las revisiones periódicas que le hacen a mi espalda, aproveché que estaba con el traumatólogo para contarle que llevaba un tiempo con molestias en la mano. Me la miró, me tocó, y dijo:
- Tienes una inflamación. Tendrán que infiltrarte. Y si no da resultado, operarte. Vete al médico de familia.
Y fui. Y me miró la mano, la toco y dijo:
- Tienes una inflamación. Tendrán que infiltrarte. Y si no da resultado, operarte. Te mando al traumatólogo.
Casi tres meses después, llegaba el momento de mi cita. Me miró la mano, me la tocó y me dijo:
- Tienes una inflamación. Te voy a infiltrar. Y si no da resultado, ya veremos.
Y preparó una jeringuilla, me infiltró. Y aquí estoy. No se cuál será el resultado. De momento es positivo.
La cuestión es el protocolo. Estoy absolutamente seguro de que los tres profesionales que han visto mi mano inflamada han obrado correctamente. Lo han hecho bien, bien… conforme a lo que les marca un protocolo (que no conozco y que tendrá sus razones).
Y ahora ¿esto a quién se lo cuento? ¿Al departamento de atención al paciente? ¿Hay lugar para este tipo de comunicaciones? ¿Dónde harán caso y tendrán en cuenta que hay medidas que no piden mayores desembolsos, sino organizaciones más eficaces?
También de esto tratará, o debería tratar, (creo yo) la política. No la de las grandes  declaraciones ni la de las leyes de gobierno, sino la de atender, desde cualquier ideología o partido, desde cualquier “sentido común”, a las pequeñas necesidades (esas que te tienen durante cuatro meses con la mano dolorida y que, en principio, se solucionan con un pinchazo que es menos molesto y más rápido que sacarte sangre para un análisis y que se diagnostica con una mirada, un leve tocamiento y un par de preguntas sencillas al paciente).
También debería tratar de crear los mecanismos para que cualquier ciudadano pueda ayudar, exprimiendo la realidad, a crear un mapa que la refleje con la mayor exactitud posible.

Incluso desde la huerta. O haciendo un alto, para dedicárselo a la ciudad, que era el lugar de las tres consultas.