viernes, 24 de febrero de 2017

La tela de araña de la justicia

Con un poco más de tiempo y tranquilidad os paso estas dos citas que explican mi comentario de ayer sobre la ley:

Anacarsis fue un príncipe escita que, hacia el siglo VII a. C., conquistó una región al norte del Ponto Euxino y viajó mucho por Grecia, adquiriendo reputación de sabiduría. Al pasar por Atenas visitó al legislador Solón. Tras conseguir la difícil amistad del famoso jurista griego, le reprochó en un banquete ser tan ingenuo como para creer que sus leyes iban a contener las injusticias y frenar la codicia de los ciudadanos y afirmó que las leyes son meras telas de araña, que rompe cuando quiere el poderoso como un pájaro, mientras que sufren los débiles como insectos su rigor. (De Wikiquote, la colección libre de citas y frases célebres

La ley es tela de araña, y en mi ignorancia lo explico,
no la tema el hombre rico, no la tema el que mande,
pues la rompe el bicho grande y sólo enrieda a los chicos.
Es la ley como la lluvia, nunca puede ser pareja,
el que la aguanta se queja, más el asunto es sencillo,
la ley es como el cuchillo, no ofiende a quien lo maneja.
Le suelen llamar espada y el nombre le sienta bien,
los que la manejan ven en dónde han de dar el tajo,
le cae a quién se halle abajo, y corta sin ver a quién.
Hay muchos que son doctores, y de su ciencia no dudo,
mas yo que soy hombre rudo, y aunque de esto poco entiendo
diariamente estoy viendo que aplican la del embudo.
Martín Fierro

jueves, 23 de febrero de 2017

Cara de tontos

Nadie se arriesga por lo que no necesita. ¿Alguno de vosotros cree que existe algún riesgo de que Urdangarin se fugue de la justicia española? ¿Por qué correr riesgos innecesarios?
Llevo horas (días, semanas, años,…) dándole vueltas a qué escribir. Porque, ¿qué importancia tiene lo que diga este blog?; ¿qué interés tiene vuestro juicio?; ¿qué valor nuestro sentimiento? ¿Para qué nuestra rabia, la indignación que nace de la indefensión frente a quien nos agrede impunemente y de la impotencia ante el que se queda fraudulosamente con una buena parte de nuestros impuestos?
La justicia –lectores de novela negra- es una tela de araña: sólo atrapa a las presas pequeñas.
Este año no deberíais tener problemas para decidir de qué disfrazaros en el carnaval que empieza: de tontos del bote, para hacer juego con la cara que se nos va quedando.

Con disfraz o sin él disfrutad estos días.

jueves, 16 de febrero de 2017

Cicatriz

Como la historia extraña, muy extraña, de una relación de sometimiento-sumisión. Así he leído yo “Cicatriz” de Sara Mesa. Y habrá otro montón de lecturas. Eso es lo que provoca, entre otras cosas, una buena novela.
Dos personajes. Muy poco acompañados. Muy poco situados en el tiempo o el espacio. Y una relación. Una, porque podían haber sido muchas otras. Sus sentimientos, variables, sus reflexiones, profundas unas veces, de una simpleza ingenua, otras. Y, como telón de fondo un problema moral: ¿está bien robar en los grandes almacenes? Pero sin exagerar ni en lo de problema ni en lo de moral: se hace y ya está; no le demos muchas vueltas.
Una novela que se lee “de tirada”, sin complicaciones, pero con un lenguaje muy ajustado. Aunque, de entrada, la cita de un montón de escritores, me haya hecho temer que se tratara de una novela “culta”. Nada de eso (aunque algo habrá y algo más sacará el lector formado en literatura).

Me ha gustado “Cicatriz”. Tanto que voy a empezar otra novela de la misma autora.

miércoles, 15 de febrero de 2017

jueves, 2 de febrero de 2017

Una profesora harta

No sé si será muy correcto “fusilar” aquí textualmente una noticia de un periódico. Espero que lo que sigue merezca arriesgar la posible falta de apropiación de algo que no es mío.  Supongo que Eva María Romero me lo permitiría.
El texto que sigue está textualmente tomado de “Eldiario.es – Andalucía” y yo lo leí en la noche de ayer. Viene bajo el epígrafe: “La carta de una profesora de Instituto que está harta”. Lo copio sin más comentarios:

Intervención de Eva María Romero Valderas en el claustro de profesores del 17 de enero de 2017 del IES Isidro de Arcenegui de Marchena:
Vayan por delante dos premisas:
1ª: No tengo nada en contra del Equipo directivo. Esto que voy a decir a continuación no es producto de una situación puntual que deba resolverse con una modificación del Plan de Centro ni nada parecido. Sí quiero que conste en acta.
2ª: Esto que voy a hacer ahora se llama arenga: discurso militar para enardecer a las tropas antes de entrar a la batalla.
¡Ya estoy harta!
Ya está bien señores de seguir aguantando.
Yo no estoy aquí para aguantar, y utilizo las palabras textuales que un padre me dijo por teléfono cuando lo llamé para que corrigiera la actitud de su hija, que no me dejaba hacer mi trabajo.
A mí, que yo sepa, me pagan para enseñar, no por aguantar.
Harta de la sociedad, que encumbra a seres que presumen de su ignorancia, que valora a un futbolista o a un ‘nini’ más que a una persona con estudios, respetuosa y educada. De los programas de televisión, que presentan como modélicos a aquellos que sin estudios y sin sacrificio alguno se han colocado ganando un sueldazo por criticar, acostarse con, comprar en…
Estoy harta de aguantar la mala educación con la que llegan, cada vez en mayor porcentaje, los niños al Instituto. La falta de consideración, no digo ya de respeto, hacia mi persona cuando entro en las clases, que parece como si entrara el viento por la ventana.
Harta del proteccionismo de los padres, que quieren que sus hijos aprueben sin esfuerzo y sin sufrir, sin traumas… De la falta de valoración del esfuerzo que sí hacemos nosotros.
Harta de la Administración, que cambia las leyes y la normativa que rige en mi trabajo sin preguntarme qué opino y sin darme formación para hacer bien mi nuevo trabajo. Que me coloca dos horas más en el horario lectivo y me explota laboralmente, porque yo, en los últimos años, lo único que hago es trabajar, trabajar como una posesa. Ya, hasta mis hijos me lo dicen.
Ahora dicen que nos van a devolver esas horas, ¿sabéis donde nos la van a devolver? En el horario irregular que dedicamos en casa, el que nadie ve. Yo tardo cinco horas en corregir 30 exámenes de 1º de Bachillerato, entonces ¿ya esa semana no doy ni una hora más en casa, no? Ya no programo, no preparo mis exámenes, no me actualizo para utilizar la Tablet (que me he comprado de mi bolsillo para trabajar mejor), ni para saber utilizar la plataforma digital del Centro, no relleno informes de faltas, no redacto actas…y un largo etcétera de tareas invisibles.
El colmo es que algunos de nosotros nos hemos planteado pedir reducción de jornada, cobrando menos, para hacer bien nuestro trabajo. Pero, ¿adónde vamos a llegar? ¿En qué trabajo se hace eso? ¿Dónde se ha visto renunciar a tu salario para dormir con la conciencia tranquila? Esto no pasa en ningún lado.
Y encima de todo hay que aguantar "¡Qué bien viven los maestros!" Porque para la sociedad somos unos privilegiados que "no damos un palo al agua".
Las 67 propuestas de mejora de la Educación famosas no vienen sino a machacarnos todavía más. ¿Qué vamos a hacer cuando a un alumno no lo podamos expulsar unos días por mal comportamiento? Además, tampoco está bien visto que lo pongamos a barrer o hacer tareas para la comunidad… el padre no quiere que humillemos a su hijo. Pues yo creo que debemos imbuirnos de la gracia del Juez Calatayud. Autoridad somos igual que él. Ejerzamos nuestra autoridad, es lo único que la ley nos reconoce, hagámosla efectiva.
Tenemos que hacernos oír, actuar como colectivo, no irnos quejando por los rincones, a escondidas, que parece que nos da vergüenza. Así no se nos oye fuera. Gritemos nuestro inconformismo, no podemos seguir así, exijamos nuestros derechos como trabajadores, que parece que todo el mundo tiene derechos menos nosotros.
Enseñamos a nuestros alumnos para ser críticos, mentes libre pensadoras que puedan elegir y discriminar lo que les conviene de lo que no, y nosotros somos los primeros aborregados, no hacemos nada, seguimos agachando la testuz para que el yugo nos caiga con más fuerza.
Yo así no aguanto más, vosotros haced lo que queráis. Llevo 19 años en la docencia, tengo 45, a lo mejor es mi crisis de la mediana edad... pero, si algo me han dado los años es valor, no tengo miedo, y, como me aprieten más el tornillo, saltaré como un resorte. Solo quiero avisar: de aquí en adelante no pienso quedarme callada ‘por educación’. Contestaré en el mismo tono y con la misma contundencia que se me trate.

A mí me gusta enseñar y transmitir. Me gusta el trato con los alumnos, los quiero y animo. Me considero un motor social de cambio, una fuerza generatriz. No soy un burro de carga dispuesto a aguantar hasta que reviente.