Los últimos
acontecimientos por los que pasan los griegos y que los llevarán el domingo a
un referéndum, vienen provocándome sentimientos diferentes, incluso encontrados
y contradictorios.
Me vienen a
la memoria aquellos sesudos y ¿clarividentes? análisis que hace más de cuarenta
años ya hacíamos para entender lo que entonces llamábamos países subdesarrollados,
lo que luego sería el Tercer Mundo: la responsabilidad y el robo descaro de los
países llamados desarrollados, la necesaria implicación y culpabilidad de las
élites económicas y políticas de los países dependientes,…
Posiblemente
podríamos recoger buena parte de aquellas teorías usadas para entender la relación
Norte-Sur a nivel mundial, para aplicarlas a esa misma división en su dimensión
europea. Posiblemente.
Recuerdo que
el pasado 12 de mayo, en este mismo blog comentaba yo la última novela
de P. Márkaris. Uno de sus
párrafos, que entonces trascribía, es el marco tanto de los sentimientos como
del referéndum. Decía así:
“En el centro de Atenas la miseria
salta a la vista. […] En el centro de Atenas a cada paso te topas con gente que
rebusca en los contenedores de basura. […] En el centro de Atenas ya hace tiempo que la
gente se ha lanzado a las calles”
Por un lado,
se provoca en mí la envidia. Resulta que esta vez los ciudadanos tienen la
posibilidad de decir lo que quieren, de manera que comprometen su propio gobierno.
Es decir, esta vez son los ciudadanos los que van a decidir sobre su futuro
(una parte de él). No se lo van a dar decidido. Y eso, además, significa que
acertaron en las últimas elecciones: es decir, que no eligieron a los que iban
a hacer de su capa un sayo, tomando cuantas decisiones afectaran a sus
electores sin contar con ellos.
Por otro
lado el peso de una gran responsabilidad. No sólo tienen la posibilidad, también
tienen la obligación. Moral, claro. Porque creo que éticamente ese domingo no
tiene cabida la abstención política. Enorme dilema (por lo que dicen).
Y, luego,
están un montón se sentimientos “menores” provocados por “lecturas ajenas a las
oficiales”:
Resulta que
a Alemania en 1954 le condonaron la mitad de la deuda que arrastraba desde la
Segunda Guerra ( y no había pagado las de la Primera):
“Y, por supuesto, para creer, como
nos dicen, que lo que se plantea es que un país, en este caso Grecia, haga
efectivos sus compromisos y pague sus deudas. Si esa fuese la cuestión,
Alemania (que es la potencia europea que más deudas ha dejado de pagar en el
último siglo y a quien más se le han perdonado) comenzaría a saldar las muy
cuantiosas que tiene con Grecia desde la última guerra mundial”
“Es una barbaridad que se preste
dinero a alguien que está quebrado. Sin embargo, cuando Grecia estaba quebrada
como consecuencia de lo que acabo de señalar, la Troika le obligó a solicitar
préstamos que se sabía que, lógicamente, no iba a poder pagar. Otro
contrasentido que solo puede explicarse porque dar crédito es el negocio de la
banca internacional y porque esa era la manera de salvar a los bancos europeos
que irresponsablemente habían financiado las políticas corruptas de los
anteriores gobiernos griegos en connivencia con la banca internacional que
auditaba y respaldaba el engaño”.
Podéis leer
todo esto y más en el interesantísimo:
Os
recomiendo también: http://juantorreslopez.com/impertinencias/alemania-impone-reparaciones-de-guerra-al-resto-de-europa-2/#sthash.kFwNC4FF.dpuf
Y en este
desorden reflexivo una última idea: el valor-miedo-desconcierto-paralización
que algunas palabras o ideas son capaces de albergar, de aturdirnos porque nos
creemos, sin más, no su contenido lógico, sino los demonios que allí se
ocultan. ¿Alguno de vosotros (confieso que yo no) es capaz de decirse o
decirnos con claridad que significa eso de “salir del euro”? ¿Es algo bueno o
algo malo? He leído a economistas que dicen que quizás sea bueno. Pero no he
entendido mucho. Lo confieso. “Los griegos se salen del euro” se dice como una
amenaza, para ellos y para nosotros y el tono cómo se dice nos paraliza,
desconcierta, atemoriza.
Bueno, las
vacaciones no han hecho más que empezar. Sed todo lo felices que podáis.