miércoles, 28 de diciembre de 2016

Las calles de nuestros padres

No es ésta una novela redonda. La primera novela de Francisco González Ledesma, “Expediente Barcelona” no me gustó, tal como comenté en este mismo blog. Quizás por eso he tardado tanto en leer la segunda novela de la serie “Las calles de nuestros padres”.
Esta sí me ha gustado. Algunos de los pasajes del relato son francamente buenos y se disfrutan con gusto.
Es, por encima de todo, incluida su negritud, un homenaje a las calles de Barcelona, a algunos de sus barrios. Hasta el punto de convertirse en excesiva geografía, de una ciudad que yo no conozco y que no hace sino dispersar la lectura, despistarte o ayudarte a perder el hilo.
Hay en ella, no se sabe muy bien si homenaje o ácida crítica al mundo del periodismo, mucha, muchísima mala leche y un pelín de romántica añoranza de situaciones pasadas.
Ahí van algunos textos entresacados de ella:
“Los futuristas saben bien que la limpieza de las fábricas y de los cuartos de baño acabará siendo confiada a delicados poetas profundos filósofos e ingenuos doctorados en psicología, pero por ahora el futuro no ha llegado, y ni a los poetas, los filósofos y los psicólogos les han dado aún esa soñada oportunidad”.
“La calle les acogió como les había acogido en su adolescencia, como una vuelta al milagro de los orígenes. Hasta el Florindo Chico se detuvo a beber en la fuente, a sentir en la garganta la nostalgia del agua pura de otro tiempo.”

“Una frase cínica, pero no por eso incierta, que dice que la Prensa está para ayudar a los amigos, hundir a los enemigos y en los otros casos decir la verdad”.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

D. Diego

Se ha muerto Diego. Don Diego. Uno de los “gurús” más clásicos de Otxarkoaga. Y como mi escritura no le debe nada y como sobre él se ha escrito y dicho mucho, quizás demasiado, no pensaba dedicarle ninguna entrada de mi blog.
Pero, si no lo hago me seguirá el runrún ese que llevo por dentro y no me dejará en paz. Porque yo a Diego le apreciaba y le tenía en gran consideración. No en vano viví con él, en la misma casa, durante seis años; no en vano, durante ese tiempo comimos juntos casi todos los días (cenar lo hacía cada uno cuando llegaba), fuimos juntos al monte, pensamos, discutimos, trabajamos, nos dolimos y nos alegramos juntos. Claro que le apreciaba y lo tenía en gran consideración.
Hacía mucho tiempo que no le veía (si alguien cree ver un “leísmo” en mi frase, que sepa que “el pueblo” es lo suficientemente inteligente como para identificar “lo” con un objeto y “le” con una persona). Sabía de sus ¿males? y la última vez que estuve con él apenas me conoció. Eso no importa mucho. Hay personas (como él) a las que se les reviste de un carácter atemporal, mítico, épico y cuyo pasado reciente no entraña interés salvo por quiénes fueron en un pasado siempre fundacional.
Así que él había estado en el principio del barrio, él había traído una escuela profesional al barrio, él había defendido a la clase trabajadora del barrio…
En estos casos me gusta recordar aquello de Bertolt Brecht:
César derrotó a los galos.
¿No llevaba siquiera cocinero?
Cada diez años un gran hombre.
¿Quién pagó los gastos?
Tantas historias.
Tantas preguntas.
Por eso, en su funeral volvieron a llamar mi atención tres cosas que yo ya “sabía”: la “estridente” presencia de la Iglesia Oficial de la Diócesis, la sucesora de aquella que castigó a Diego con ir a Otxarkoaga; el respeto-cariño-admiración que mantienen algunos de los vecinos (probablemente muchos) porque su ayuda fue (o lo pareció, que para el caso es lo mismo) decisiva en su promoción individual en un barrio y un tiempo en los que promocionarse era un auténtico juego de malabares; y la repetición por parte de la dirección de “su” Escuela de aquella frase que se le atribuye: “a cada pantorrilla, su pantalón”.
No sé si lo dijo alguna vez. Yo no se la oí nunca, a pesar del tiempo trascurrido a su vera, y sé de quién tampoco se la oyó. Pero, quizás la dijo. Lo que ocurre es que a mí me suena (al menos, su utilización) a frase dirigida principalmente contra la administración educativa que no facilita esa adaptación de la Escuela a los individuos concretos. Y, dicha contra ella, a nosotros  nos compromete bien poco.
Lo que sí le oí decir muchas veces fue aquello de: “para enseñar matemáticas a Jaimito hay que saber matemáticas y conocer a Jaimito”. Esto lo dijo y, por lo que comentaban algunos del barrio ese día de su funeral, lo practicó profusamente.
Pero esto sí nos compromete. Porque no se puede conocer a Jaimito sin involucrarse en el tiempo, el ambiente social, la familia, los amigos, el barrio de Jaimito. Y ese es uno de los primeros pasos (¿el más difícil de todos?) para un educador (que no es necesario para un enseñante neutral, sin “Jaimitos” de cuerpo presente).
Su entrega, su “sabiduría” tranquila y esperanzada, su respeto-cariño-admiración por los que le rodeaban fue su gran enseñanza. O eso creo.

Descansa en paz, Diego.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Tres días y una vida

“Tres días y una vida” es la última novela que he leído de Pierre Lemaitre. No es la mejor. Está bastante lejos del entusiasmo que me produjeron aquellas de la serie de  Camille Verhoeven.
Sin embargo, es una buena novela, una novela que se lee fácil que es de lectura rápida, ágil, a pesar de su carácter intimista.

Y no carece de una pequeña, muy pequeña, dosis de suspense.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Marcos Ana

Ha muerto Marcos Ana, poeta español de ya 96 años y viejo luchador antifranquista. Este sí que merece que nuestra memoria lo honre.
Aunque no sea más, trascribo uno de sus poemas:

(sueño de libertad)


Si salgo un día a la vida

mi casa no tendrá llaves:

siempre abierta, como el mar,

el sol y el aire.

Que entren la noche y el día,

y la lluvia azul, la tarde,

el rojo pan de la aurora;

La luna, mi dulce amante.

Que la amistad no detenga

sus pasos en mis umbrales,

ni la golondrina el vuelo,

ni el amor sus labios. Nadie.

Mi casa y mi corazón

nunca cerrados: que pasen

los pájaros, los amigos,

el sol y el aire.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Haz leña del árbol caído

Escucho y leo reacciones diversas a la muerte de Rita Barberá y se me calienta la cabeza y se me encienden los dedos que no pueden enfriarse de otra manera que golpeando este teclado.
Aquello de qué bueno era (el difunto), sólo es verdad si el difunto era bueno y cuando era malo era malo. Y tengo la certeza moral, que no basta para enviar a nadie a la cárcel, pero si para escribir en mi blog, la certeza, decía, de que Rita Barberá no fue buena, al revés fue mala: se dejó corromper y corrompió; se lucró con dineros públicos (y privados a los que favoreció); causó mucho dolor porque todo ello lo hizo a costa de los que necesitaban una vida más digna; fue una lacra para los valencianos, y para los demás.
No fue buena, y ya nunca lo podrá ser. Que, al menos, conste así en la historia, y que todos aquellos que hoy hablan de ella con “respeto” tengan un día que reconocer a quién respetaban (y a quién no).
No hagamos leña del árbol caído. Esa afirmación no es muestra de misericordia, sino de vivir sin frío. Porque cuando hace frío, del árbol caído se hace leña, que se amontona en la leñera y termina en el fuego de una estufa dando calor. Y nunca un árbol caído habrá sido más útil.
Me duele pensar que ella se ha ido de rositas y que su ¿gran? fortuna (no sé cuál será su tamaño) irá a parar a manos de sus herederos legales, que no va a ser ni el pueblo valenciano, ni ningún otro pueblo. Así ha sido siempre con los bienes acumulados por cualquier dictador o por cualquier ladrón que no haya sido juzgado. Así, me temo, va a ser.

Todos esos que andan diciendo ahora que “pobre, lo que habrá tenido que sufrir en los últimos tiempos, lo mal que lo habrá pasado…”, mejor harían preocupándose de que todo lo que robó vuelva a los robados. Eso sí sería honrar su memoria.

martes, 22 de noviembre de 2016

Patria

El nivel de alabanzas vertidas por la crítica (la que yo había y he leído), la necesidad (alguna vez) de ser correcto políticamente en lo literario (madre, ¡qué horror!... y ¡qué error!, cuando ya se han cumplido casi 70 años y nadie espera de ti ninguna corrección), me llevaron a empezar una novela de ¡630! páginas. Algo que me tenía estrictamente prohibido y que alguna vez había que saltarse a la torera.
Luego, la facilidad de la lectura, la curiosidad por lo que este señor dice que ha pasado y por lo que supone que va a pasar, el tema-asunto de la pacificación en Euskadi y, un poco, el dejarse llevar, me han conducido hasta el final.
Así que hace un par de días acabé “Patria” de Fernando Aramburu. Y tentado he estado de no escribir nada sobre ella. Por no comprometerme, o sea.
No me ha gustado. He leído que literariamente está muy pensada y trabajada. ¿Tanto como para que yo no sólo no lo haya apreciado, sino que incluso para que me parezcan defectos lo que a otros les parecen aciertos? Esto de las lecturas es así.
Sus constantes cambios de narrador, de primera a tercera persona y a la inversa, sin saber casi nunca muy bien quién es esa tercera persona, me parecen injustificados. La mezcla continua, en un mismo párrafo, del estilo directo y el indirecto, me han producido la sensación de que el autor no sabía resolver muy bien la situación desde uno de ellos y por eso atajaba. Sus ¿cientos? de oraciones (subordinadas) no acabadas no me parece que lo hayan sido para ahorrar papel, sino más bien para dejar bajo la responsabilidad del lector aquello que no tenía demasiada enjundia en la narración. Porque en esas 630 páginas he echado a sobrar demasiadas.
Esto de las lecturas es así. Lo que a uno le parece bueno a otro le deja frío.
Y, por lo que respecta a lo narrado, me ha parecido pretenciosa, excesivamente pretenciosa. ¿Conoce tan bien Aramburu a los etarras y sus familias, a sus víctimas y sus familias, a la gente de LAB o de la Kale Borroka? O, ¿abusa de los tópicos, tanto que construye su narración sobre ellos?. Porque si hubiera contado una historia… pero, no, pretende contar la historia. O yo he leído muy mal. Que todo puede ser.

Está claro que no me ha gustado y así lo digo.

sábado, 19 de noviembre de 2016

"Aquí llama un vecino y te cierra un local"

Quizás alguno de vosotros recuerde aquel: “aquí […] llama un vecino y te cierra un local”, que motivó la entrada de mi blog del 19 de mayo del año pasado (soy un poco presuntuoso) y mi decisión inamovible de “no te voy a votar a ti ni a tu partido, por permitirte estar ahí, hasta que la distancia entre mi casa y los seis “bares de abajo”, incluido pub con derecho a conciertos,  sea la misma que hay entre tu casa y los consiguientes bares y pub”.
Pues bien. Esta noche he recordado aquella entrada de mi blog (y cuidado que tengo una memoria torpe). Más en concreto, me he acordado dos veces durante la noche del hoy coordinador de Políticas de Movilidad, Medio Ambiente, Vivienda y Desarrollo Saludable del Ayuntamiento de Bilbao.
La primera de ellas hacia las dos de la mañana, la segunda hacia las cuatro. Y perdonadme que no sea más exacto porque las circunstancias no eran las más apropiadas  para ser ni objetivo, ni cuidadoso con los detalles. No os resultará muy difícil disculpar esta falta de precisión, como tampoco os lo será imaginar en qué términos “cariñosos” me he acordado de él.
Vamos que, casi debajo de mi casa, enfrente justo de una magnífica plaza para fumar en las noches agradables de cualquier fin de semana, mientras te tomas algo y dado que dentro del bar no se puede fumar, casi debajo -decía- hay uno de eso bares con conciertos en directo. Uno de esos lugares indispensables para que el turismo llegue a Bilbao, para que los jóvenes de la ciudad no tengan que marcharse a la cama temprano, para que la cultura (sexo, drogas & rock-and-roll) empape el tiempo de ocio de nuestros conciudadanos, para que el negocio aflore y contribuya a que nuestra ciudad sea más europea, para que se priorice el Ambiente a la Vivienda.
A eso de las dos ha debido tener lugar un breve receso para salir a fumar y para que los concertistas se tomen algo. Y sobre las cuatro ha debido acabar la audición musical de las singulares guitarras, batería…
Así que a eso de las dos, primero, y segundo sobre las cuatro, una porrada (todos los que tratábamos de dormir en el entorno de la plaza) de aburridos contribuyentes, ciudadanos no concienciados, hemos debido soportar bellas canciones cantadas a coro, gritos, alguna carrera, llamadas… y la extraña sensación de no comprender (y hasta maltratar… de pensamiento) a nuestro electo edil.
Ah! dormir en el pueblo.
También allí de vez en cuando los perros nos dan la noche… pero yo no he elegido a ningún edil.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Otoño



Muchas hojas muertas por el suelo. Gris casi plomizo, salpicado a intervalos por claros de luz. Olor a leña quemada. Humo en las chimeneas. Los mismos caminos, abiertos a los mismos futuros. Los mismos silencios, quizás más profundos por la falta de trinos jóvenes. El otoño.
Los mismos resquemores, las mismas envidias, los mismos quereres. Los mismos deseos, un poco más apagados en conjunción con la tierra sin fruto.
Poco cambia en el pueblo: la luz, el sol menos tempranero y más fugaz, la falta de ajetreo de los lugareños, la misma lejanía de los grandes acontecimientos.
Ni Rajoy, ni Trump, ni los sirios, ni las grandes decisiones del Banco Mundial. Nadie pasa por aquí. O a nadie se le ve pasar. Y “ojos que no ven…”. Es el otoño.
Y antes fue el verano y mañana será el invierno. Pero, aquí sólo se mueve la quietud en un ligero bamboleo de caderas que no necesitan pies para ir a ninguna parte.
Ya no tardaré en volver a la ciudad.


Hoy, por lo demás, es día de rendir reconocimiento a Leonard Cohen y a Francisco Nieva, menos conocido éste último por el público en general, pero nombre de gran prestigio en el teatro español.

miércoles, 26 de octubre de 2016

La chica miedosa que fingía ser valiente muy mal

Acabo de leer “La chica miedosa que fingía ser valiente muy mal” de @Barbijaputa (ésta es la autora)
Copio de la presentación de la novela: “@BARBIJAPUTA es una de las tuiteras feministas más conocidas en la Red. Con más de 200.000 seguidores, se dedica cada día a analizar la actualidad desde un punto de vista crítico y con un humor cáustico poniendo en evidencia las taras sociales y el sexismo en el que todavía se encuentra inmerso nuestro mundo. Es colaboradora habitual de eldiario.es y de otros medios digitales.”
Ya venía yo necesitando algo así. Se trata de una novela diferente. Por supuesto, quiero decir: diferente de las que habitualmente leo yo. Y eso no le quita ni un ápice de amenidad, de agilidad y de una buena dosis de mala uva.
No es una novela romanticona, como podría haberme imaginado, ni tontorrona, ni bobalicona, ni se acerca para nada a las sombras de Grey.
Me ha parecido una más que interesante radiografía de una parte de la juventud (la juventud de mis hijos), que no ha tenido problemas de trabajo y, por tanto, se ha podido “emancipar” (palabra que muchas veces no significa más que: antes dependías de la familia, ahora dependes de la Empresa), y con la emancipación han llegado formas “nuevas” (no tan nuevas, no nos creamos) de enfrentarse a las relaciones personales, al sexo, a la amistad,… a llevar una casa, incluso.
Quiero destacar la presencia de “secundarios” enormemente valiosos y hasta dignos de convertirse en protagonistas de otras novelas: ese compañero de piso, majísimo, que piensa que vive solo, esa “artista del maquillaje” capaz de vengarse desde su trabajo de quien le hace trabajar, esa amiga que se enamora “mal”…

Mi crítica no hace más que apuntarse a  ese montón de buenas críticas que la novela ha cosechado.

lunes, 24 de octubre de 2016

Un minuto solidario

Primero me ha saludado educadamente y me ha llamado “caballero”. Después, tuteándome ya, me ha dicho:”¿Tendrías un minutín?”.
Así: “minutín”. Vamos un minuto pequeño, de los que ni siquiera llegan a los 60 segundos.
Casi me pone en un aprieto porque yo no sabía si de esa medida de tiempo me quedaba alguno o no, pero, en cuanto le he visto la carpeta, he despachado la situación con un: “No, buenas tardes”, que no ha hecho falta ni medio minutín.
Y es que todas las carpetas son iguales. Las ONG de este país han debido unificarlas (lo mismo que los “uniformes” de sus cuestadores pagados –muy mal, por cierto por lo que yo sé), De esa forma les saldrá más barato encargar un montón de una sola vez y conseguir buenos descuentos.
No sé de qué ONG se trataba hoy. No me ha dado tiempo a verlo (que los minutines son muy cortos), pero la semana pasada puedo dar testimonio de que fui asaltado (tal como suena) por tres diferentes en un lapso de tiempo no superior a un par de horas (y me dio tiempo para hacerme una ecografía en el entretanto): AECC (Asociación Española Contra el Cáncer), Aldeas Infantiles y ACNUR.
Posiblemente andaban “calientes” después de los reportajes de Jordi Évole. Tanto que, sólo a su calor, soy capaz de comprender aquella maravillosa petición de uno de ellos: “¿tiene un minuto solidario?”. De esos tampoco tenía. Pero, su imaginación estuvo a punto de que me lo inventara.
Las calles de Bilbao me dan la sensación de haberse poblado de una nueva clase de mendigos. Y están consiguiendo que, al menos yo, me inmunice contra esa sensación que, todavía hoy a veces, me recorre cuando me acosan ideas sobre lo injusto de este mundo, lo desigual de las situaciones que nos han tocado vivir porque sí, la irresponsabilidad de nuestro consumo, la necesidad de soluciones ya,… Sensaciones de exceso de comodidad, de falta de compromiso. Sensaciones con las que posiblemente hay que vivir, con una cierta mala conciencia y a las que hay que dar respuestas desde ángulos bien distintos a esa conformista entrega de unos euros al mes.

Esperemos que no consigan adormecernos del todo.

domingo, 23 de octubre de 2016

Halloween

A sabiendas ya de por dónde van a discurrir los próximos derroteros de la política nacional, me imagino las redes plagadas de paralelismos entre Halloween y el próximo gobierno. Lo han puesto tan fácil…
Así que me evitaré forzar la imaginación para encontrar el mejor y más ingenioso de ellos.
Me queda la necesidad de no dejarme en el tintero un par de reflexiones-deseos que, con todos los indicios que ya había de lo que iba a pasar, se iban sumando en mi interior a la rabia de que esto sucediera.
El primero tiene que ver con el PSOE. No me gustaría nada que se deshiciera, que se fuera al traste, que se desintegrara, como algunos están ya vaticinando. Al contrario, más allá (¿y al margen?)de Susana, de Felipe, o de Sánchez, debe encontrar su sitio, que seguro que lo tiene, allí donde lucha de clases, política y organización se encuentran.
Que no es fácil, seguro. Que hay muchas trabas para que ocurra, igual de seguro. Pero, a mí me gustaría volver a conocer un PSOE airoso, de izquierdas, fuerte.
El segundo deseo-reflexión tiene que ver con ese Podemos bicéfalo, que no sé dónde acabará. Por un lado una cabeza incendiaria, desmanteladora de todo para crear algo nuevo; por otro, una cabeza más “tranquila”, reivindicativa a más largo plazo. Al fin y al cabo son las dos cabezas que yo (y posiblemente tú) llevo dentro. Esas dos cabezas que luchan entre la “revolución" y la “transformación”.
Su diálogo puede ser lo más fecundo que le pueda ocurrir a la política de este país, de Europa, y del resto. Pero, para ello tendrá que ser verdad que no hay personalismos, que no hay castas, que no se trata de vapulear al contrario, sino de encontrar lo mejor para todos. Y, si esas dos cabezas consiguen conciliar un diálogo que busque, sin a prioris (o con pocos, los justos) la mejor postura en cada momento, único y distinto, entonces volveré a contar con ellos y ellos conmigo.

Más no puedo ofrecer, porque no tengo.

jueves, 13 de octubre de 2016

La carne

“La carne” es la última novela de Rosa Montero. Me ha parecido de lectura ligera, fácil, sin complicaciones. Aunque el tema del que trata no sea precisamente un tema “ligero”.
La forma de relatar resulta, por momentos, muy curiosa: por ejemplo, cuando la autora no tiene ningún reparo en intervenir directamente en la acción, o cuando cita otros escritos suyos,… o cuando llega a parecer que estuviera novelando la vida de otros autores “malditos”.

No dudaría en recomendarla a casi cualquier lector, pero me parece que en especial la degustarán aquellos que, mirando al infinito, exterior o interior, se hayan dicho ya algunas veces estas palabras de la protagonista: “Ah, esas otras infinitas vidas posibles que se abrían como la cola de un pavo real en torno a nuestra existencia, todas esas modificaciones de nuestro destino que podrían haber tenido lugar con tan solo variar un pequeño detalle”.

O aquellos que, variando lo que haya que variar, se hayan visto reflejados a veces en estas otras: “Qué típico también que ella estuviera ahí adornando su caso con referencias cultas; que intentara envolver la historia en el papel de seda de las comparaciones literarias, cuando la cruda realidad era que ella, una mujer mayor, estaba allí comprándole regalos a su puto”.

martes, 11 de octubre de 2016

No, gracias

Pasear por Bilbao una mañana fresca y soleada de otoño me resulta muy agradable. Más si es a primera hora (las diez, por ejemplo) de la mañana.
Así que hoy he aprovechado una revisión rutinaria en el hospital para hacerlo.
Imposible imaginar las veces que he dicho “no, gracias”. Tantas que creo que las últimas he puesto mala cara, voz nada amable y me he visto a punto de encararme con alguno de los sujetos a quienes me dirigía.
La cosa empieza en las entradas y salidas del metro. Individuos cada vez menos jóvenes intentan que les cojas uno o dos papeles (que inexorablemente van llenando las papeleras de alrededor). Son gente que está trabajando. Supongo que por menos de “tres pelas”. Me imagino que no encuentran otro trabajo.
Y por ello siempre me dejan ese poso de: ¿qué me cuesta cogérselo y que acaben y cobren cuanto antes? Y me tengo que repetir que no quiero participar en semejante “desastre ecológico” (por la cosa del papel) ni ser cómplice de tal desmán contra quienes son (deberían ser) iguales a nosotros.
Pero hoy éstos eran los menos. En Bilbao había una cuestación de Cruz Roja a beneficio de no sé quién o quiénes. Y allí había adolescentes de ambos sexos disfrazados de “cruzados”, adolescentes que, supongo, se habían saltado sus clases (o sea, su trabajo diario) para ser solidarios, para sacar una buena nota en reli o en ciudadanía, o para pasar una mañana diferente.
Y había señores disfrazados de traje y corbata, señoras muy puestas disfrazadas de “mira qué guapa me he puesto”, cocineros disfrazados de cocineros haciendo sus cocinillas delante de un político al que se le veía del disfraz.  Había incluso un motero, disfrazado de motero. Todos tenían en común una hucha y unas tiras de pegatinas. Y algo más posiblemente
A todos ellos les he tenido que decir, porque soy educado, “no, gracias”. ¿Estaban por todas partes o sólo se habían colocado para turnarse en mi camino?
Lejos de mí, voluntario por unas horas semanales en una agrupación de discapacitados (que ahora ya no se dice así, pero no sé cómo se dice para ser políticamente correcto), el emitir cualquier juicio negativo con quienes por unos momentos se hayan sentido voluntarios.
Pero, eso sí, puedo decir que tanta presencia e insistencia me ha resultado molesta. Aseguro que me han aburrido.

Y eso no está bien con un jubilado que se pasea por la ciudad en una mañana fresca y soleada de otoño.
Afortunadamente (para mí) el cartel de un hombre que pedía junto a un perro me ha arrancado una sonrisa: "alégrame el día por un pequeño detalle. Gracias"

jueves, 29 de septiembre de 2016

Sí hay bandos, Susana

Mira que “el Sánchez” me cae mal. Mira que voy a tener que volver a aceptar que el tío los tiene bien puestos…
Pues ni me voy a volver de los suyos, ni me va a resultar simpático.
Pero, es que, uno escucha que “no hay ningún socialista que no sea socialista hasta la médula”  -Susana dixit- y va y se pone a pensar no en cualquier “socialista” sino en alguien que es “marca”, imagen del auténtico miembro del PSOE. O sea, Felipe, “el Felipe”.
Y a uno le da por preguntar en Google: patrimonio de Felipe González. Y con todas las entradas que lee resume que:
- como expresidente del gobierno, le tocan todos los años 80.000 euros, coche, escolta y dos asistentes:
- que ha pertenecido o pertenece a distintos Consejos de Administración (127.000 euros anuales en Gas Natural);
- que sus conferencias yienen un caché entre los 40 y los 80 mil euros;
- que tiene una parcela de 500 metros cuadrados con vivienda de 350 distribuídos en cuatro plantas en Somosaguas, una vivienda familiar en Pozuelo de Alarcón, otra vivienda en Sotogrande; otra en Castellar de la Frontera, una finca extremeña cuyo precio de adquisición fue de un millón de euros, una mansión en Tánger, adquirida por 2´5 millones de euros;…
- que es amigo de reyes despóticos, dictadores millonarios, del multimillonario Carlos Slim (octavo hombre más rico del mundo), que…
Y uno no sigue leyendo. ¿Para qué?
Pero, luego, un poquito después, uno sigue escuchando el mismo discurso y la susodicha afirma que “en el PSOE no hay bandos, ni el PSOE es una banda”.
Pues mira que si la segunda parte de la frase es tan verdad como la primera… Sumemos y el resultado tendrá como título: “el Felipe y su banda”.
Nunca he militado en el PSOE (ni en el PSE), les he votado un par de veces y nunca me he arrepentido de haberlo hecho. Una de las veces incluso sirvió para quitarle la lehendakaritza a Ibarretxe. Pero, esto duele.
¿Acabarán convirtiendo el partido en un recuerdo de lo que fueron, de lo mucho que nuestra historia les debe?.

Menos mal que sí hay bandos. Y aún queda esperanza. Más allá de “el Sánchez”

martes, 27 de septiembre de 2016

38%. 11

Casi un 38% de abstención. 11 parlamentarios para Podemos. 11. Sólo 11. 7 menos que Bildu. 18 menos que el PNV.
“Buenos resultados” –han dicho (los 11). ¡Qué vergüenza! ¡Qué POCA vergüenza! (las mayúsculas en Internet son un insulto, ¿no?).
Me da una pereza enorme hacer el menor análisis de semejante desbarajuste ya anunciado. Tanta que son más de las diez de la noche cuando esto escribo. Tanta que lo he ido dejando para más tarde,… para después de recoger una avellanas, o unas manzanas o unas moras, para después de un par de trabajillos intrascendentes en la huerta, para después de un agradable paseo vespertino, para después de…
Decía hoy el Correo en grandes titulares: “El cansancio deja en casa 647.000 votos”. ¿El cansancio? Yo no estaba cansado el domingo, pero no pude encontrar ningún motivo que me hiciera salir de mi más cómoda estancia en el pueblo. No había cansancio. Había desesperanza, la más absoluta desesperanza.
Los de siempre siguen siendo los mismos de siempre, como siempre, aunque alguno de ellos parece tener un siempre al que le queda muy poco recorrido, muy poco tiempo, antes de convertirse en  un grupo de amiguetes que discuten en una Fundación o en un txoko, que se autojalean sin que nadie les tome muy en cuenta; un grupo que cada vez más tendrá que echar la mirada atrás para contarnos lo mucho que nuestra historia les debe.
A ellos no les iba a votar.
Y luego estaban los nuevos, los autoproclamados “diferentes”. De ellos ha hablado mi blog dos o tres veces durante el último mes. Los nuevos que llegaban a la salida de la carrera como si se tratara de los de siempre, dejando la misma impresión, esa sospecha de “¿con estos dónde vamos?”, acabando con las esperanzas que no hace más de un año o dos sembraban en el personal.
Sin clase, porque no son ni de derechas ni de izquierdas, tonteando con lo vasco, porque no lo son pero sí, con bonitas palabras , bellas composiciones sin contenido comprometedor, sin medidas firmes y más o menos inmediatas,… me hacían pensar unos pocos días antes del domingo que no tardaremos en verles justificar la necesidad de quedarse con su sueldo íntegro (irán disminuyendo sus “donaciones”) por lo de siempre: independencia, no tener que vivir con otras preocupaciones que les alejen de su única preocupación por el resto de los ciudadanos, por la responsabilidad de su trabajo, por sus merecimientos,…
Pero no serán casta. No. Al tiempo.
Así que a éstos tampoco les iba a votar.
¿Cansancio?  La abstención ha crecido entre 2005 y hoy de un 32 a casi un 38%. 647.000 nos quedamos en casa. El PNV ha tenido casi 398.000 votos. 250.000 menos. ¿Cansancio?
11 parlamentarios. ¿Buenos resultados? ¿También han dejado de ser inteligentes? ¿O nos tratan como a tontos ignorantes?  Eso sí: de ninguna manera van a pactar con el PNV, se van a convertir en oposición pura y dura. Como si su magnitud inquietara algo a los partidos que sí van a tener algo que decir en esta legislatura. Iros a casa. Dejad el puesto a algún parado que lo necesite y, cuando hayáis madurado, volved a las plazas y a las calles. A ver si conseguimos que renazca la esperanza. A ver si brota una nueva primavera vasca y española, española y vasca. Que las dos nos tocarán a todos.




Menos mal que este fin de semana sí ha habido una noticia que festejar: desde aquí saludo los inicios de paz en Colombia. Espero que algunos de los que estaban presentes en aquel acto de firma entre el Estado y las FARC no puedan matarla.

domingo, 25 de septiembre de 2016

La caída de Madrid

Poco nuevo, que no haya dicho ya en este blog, puedo decir sobre Rafael Chirbes.
“La caída de Madrid” concentra toda la acción en el 19 de noviembre de 1975, cuando Franco no acaba de morirse –de una puñetera vez.


En esa acción seguro que no están todos los que son, pero, probablemente, sí son todos los que están. O sea, que todos los personajes son “reales”, del momento, aunque todos los “ciudadanos” que allí estábamos no estemos en la novela.
Pero, se trata de eso, de una novela. No es el relato histórico de lo que entonces sucedió. Y como tal hay que leerlo.
Sin embargo supongo que se trata de una lectura interesante para cualquier aficionado a la historia (o profesional de ella), para cualquiera de los que vivimos aquellos momentos.

Al margen de ese interés, la novela me ha gustado mucho. Es de las que se pueden leer casi de tirón. La creación de personajes (como siempre en Chirbes) es extraordinaria y su facilidad para introducirte en la historia de ese personaje y no querer salir, la capacidad de envolverte en un juego entre el presente y el pasado que, en parte, lo explica, y la belleza de la construcción del relato, hacen que merezca la pena de manera sobrada su lectura.

martes, 13 de septiembre de 2016

Sigue la lluvia

Como si hubieran leído mi blog y les hubiera llegado a la mente (instrumento para pensar), "Podemos considera ejemplar la actitud de Pili Zabala con su chalet".
Lo podéis leer en la prensa de mañana.

La lluvia desde casa

Suenan los truenos y empiezan a caer las primeras gotas, que quizás no sean más de cuatro, pero anuncian el final de los calores que hemos pasado y el “descanso” del otoño. Que en verano es mucho el ajetreo y, si llueve, no tendremos más remedio que quedarnos en casa (los que podemos) y dedicarnos al puzle.
 Claro que si tuviéramos otra casa…, igual podíamos hacer más cosas y nos quedábamos dentro sin esperar a que la lluvia nos meta. Una casa, por ejemplo, tipo a la de Pili Zabala.
Por supuesto lo primero que digo con absoluta claridad y sin retranca alguna es que tiene todo el derecho del mundo a tener una casa unifamiliar en Zarauz, con un valor superior al millón de euros. Es su dinero, además fruto de su desgracia, y de lo suyo gasta.
Pero, después de decir eso, se me ocurren – me asaltan – un montón de preguntas. Sólo dejaré una: ¿tenía que proponer Podemos como cabeza de cartel a alguien que vive en y entre realidades tan alejadas de quienes pueden ser su sustrato electoral?.
Bueno, dejadme que suelte una segunda pregunta: ¿no había en Podemos, en una formación en la que no caben (dicen) los personalismos, nadie más, alguien menos significado, alguien más cercano ya a primera vista, alguien que viva en “mi” barrio?

Supongo que no es preciso ahondar en mi pensamiento, que es claro que no tengo ninguna crítica a la vida privada de Pili Zabala, que mis cuestiones se dirigen a Podemos, que son ellos quienes deben dar respuesta. Que no es P.Z. la que debe explicar  a los ciudadanos dónde vive, cómo y por qué. Que es el grupo político que la ha colocado como candidata a lehendakari quien debe responder a las cuestiones anteriores.

domingo, 11 de septiembre de 2016

A la espera del chaparrón

Exprimiendo el verano, hoy he paseado con las perras (la mía, la de mi hijo y una de la vecina) hasta “el río mayor”.

El verano está siendo seco, muy seco. Eso lo sabemos todos porque todos lo sufrimos o lo gozamos (que depende de los gustos). Pero el río lo sabe de una manera especial. La foto muestra la evidencia.
El caso es que la estampa se me ha convertido inmediatamente en parábola de mis ganas-intereses en la participación en las próximas elecciones, las del 25S – y nada digamos si se trata de las del 25D-. Están así de secas.
Y no tiene visos –el tiempo- de cambiar. Ni las opciones que me ofrecen ni los políticos que me las ofrecen.

Después de aquella entrevista a Pili Zabala (podéis ver mi blog del 24 de julio), no he vuelto a saber nada, ni de ella ni de las intenciones-programa de Podemos. No les he oído. Claro que quizás es porque no asisto a mítines o porque no estoy en los lugares adecuados (twitter, face-book,…) .

Así que ayer busqué en Internet su programa para las elecciones vascas. Y encontré un programa muy amplio (¿demasiado para seguirlo desde un móvil?), con algunas propuestas casi concretas y con mucha “teoría”, de esa que admitiría cualquier “humanista” de nuestros tiempos, incluidos los de derechas (si se vuelven práctica con casi cualquier tipo de política… con tal de que no haya corrupción).
Me parecía estar ante aquellas construcciones teórico-científicas de las programaciones de los cursos de la ESO, cuando decíamos cosas muy, muy bellas, pero nos daba mucho miedo llegar a concretar cada una de las 35 horas lectivas que tenía un trimestre.
Para no ser injusto con el programa, diré, primero que no lo leí entero, y segundo que sí había propuestas bastante concretas (nunca del todo).
Pero, ¿con eso, con un programa buscado por mí en su web, ya está? ¿Con eso quieren mi voto?
“Pues, vota a… otro”, diréis. Pero, es que los otros, todos los otros, no tenían ningún atractivo, ya antes de la sequía.

Así que estoy como el río de la foto. A ver si antes del 25 cae un fuerte chaparrón.

martes, 6 de septiembre de 2016

El comité de la noche


Tras algo más de 40 excesivas páginas enigmáticas, que he seguido únicamente casi subyugado por la belleza de su prosa, Belén Gopegui nos brinda un bonito relato, lleno de preguntas “vitales”, políticas y sentimentales. Un relato duro, denso.
No es “El comité de la noche” una novela fácil de leer, ni siquiera “agradable”, porque continuamente está dirigiendo al lector preguntas cuya respuesta no le gustaría tener que dar.
Es una de esas novelas que requiere buen estómago y tiempo para reflexionar, así como otro “co-lector” para discutirla en voz alta.

Pero, la reseño aquí porque quizás alguno de vosotros se anime a enfrentarse con el comité de la noche.

viernes, 26 de agosto de 2016

Fórmulas simples

Con lo fácil que resultan las cosas... Formar gobierno? Dicen que es difícil ponerse de acuerdo.
Pues hay una fórmula muy simple: en las próximas elecciones no podrá repetir como candidato ninguno de los que hayan sido elegidos en las anteriores.
(Tengo la impresión de que la idea no es mía. Pero eso no tiene ninguna importancia. Da lo mismo)
Claro que la medida la tendrían que tomar esos que luego no podrían vivir de la política (del cuento?).
Y eso ya no es fácil.
Sigue el cuento.

martes, 23 de agosto de 2016

19 cámaras

Autor de Bilbao (bueno, de Basauri para ser más exacto, que a mí siempre me ha molestado que digan que soy de Bilbao), nuevo detective, más exótico aún si cabe, Bilbao, San Francisco y alrededores siendo más preciso, como marco del relato, novela negra ¿vasca?. ¿Qué más le puedo pedir a una novela para metérmela entre pupila y pupila?
Pues, quizás, hubiera podido pedir un poco más de calidad y de interés, un poco menos de simpleza y “folklore”, un poco más de “literatura”.

Junte usted cuatro tópicos sobre la novela negra y sus detectives, cuatro tópicos sobre la inmigración y otros cuatro sobre la prostitución. Añádale cuatro simplezas sobre el carácter de los vascos, su generosidad y su cachondeo de vida, cuatro rasgos cogidos con pinzas sobre la historia de los ahora barrios bajos de Bilbao (que no siempre), ponga un poco de salsa del Athletic y trate de mezclarlo con un poco de crítica a los malos de siempre y, en este caso, a la ertzaintza (y la policía nacional), empaquételo en una cierta pretensión de doblar los sujetos que relatan (el “detective” y el “controlador de las cámaras”, dios supremo que todo lo ve, lo vigila y lo sabe).

Cuando tenga los ingredientes listos puede usted escribir “19 cámaras”, tal como lo ha hecho Jon Arretxe. O algo que no se aleje mucho.
Dudo que me meta con la segunda entrega de Touré, el detective negro sin papeles. Y no será por racismo.

martes, 16 de agosto de 2016

La larga marcha

Primeros años de los setenta. Madrid. Una célula clandestina (por supuesto) de un partido más a la izquierda que el Partido Comunista (revisionista, ya), más radical, más revolucionario.
Rafael Chirbes escribe “La larga marcha”, novela en la que va a desentrañar buena parte de lo anterior, sin teorías, sin explicaciones racionales estructuradas en torno a un eje de pensamiento. No. Sólo con el relato, con la narración.

Y lo hace de forma enormemente atractiva. Creo estar seguro si afirmo que a lo largo de todo este año no hay ninguna novela que me haya durado menos tiempo, que la haya leído con mayor rapidez. A pesar de que tiene más de 300 páginas y, normalmente, deshecho todas aquellas que llegan a esa cantidad.
No es “En la orilla” ni “Crematorio”, pero es una buena novela, que se lee de tirón (como ya he dicho) que cuenta con una gran lucidez a la hora de describir tipos y personajes, que no aburre nunca, que “ilustra” sobre lo que fue la posguerra española y que merece la pena.

Está, como las anteriormente citadas (aunque escritas más tarde), llena de pesimismo, de falta de horizontes, de desánimos,… Como la vida misma (?).
Forma parte de una trilogía. A ver si encuentro la siguiente ("La caída de Madrid") que me está costando muchas vueltas por la red.

martes, 9 de agosto de 2016

Laidlaw

Laidlaw, Jack Laidlaw, es un detective raro. ¿Cómo todos los detectives? Quizás, pero éste es más raro aún, más extraño. Diferente. Y además bebe Glenfiddich.
“Lo más cierto de Laidlaw era su duda. Todo acababa en eso, incluso su firmeza".
“Laidlaw”, del escocés William McIlvanney, es una gran novela negra. Con todos los ingredientes del género: asesinato con violación, policías “normales”, pícaros, mafiosos , una ciudad “negra”, un detective “raro” con aprendiz, problemas de adaptación al medio social, laboral y familiar, la religión y la palmítica como trasfondo, referencias musicales o literarias,…

“Laidlaw” es una lectura aconsejable de la que os dejo estas breves “perlas”:
“- Quiero decir que si todo el mundo despertara mañana y sacara la valentía de sus dudas, y no de sus convicciones, tendríamos aquí una nueva era”.

“Estaba pensando, no por primera vez, cómo un determinado contexto hace que se llegue a una definición. Las discusiones crean una seguridad que uno ignora tener. Al quedarse solo consigo mismo lo invadieron las dudas.”

“- ¿Es verdad que fracasaste en la universidad? – le preguntó.
[...]
- No. La universidad fracasó conmigo.
- ¿Cómo?
- Son necesarias hectáreas de fértil ignorancia para llegar a ese lugar. Y comenzaron a derramar ideas preconcebidas por todas partes. Como unas cuarenta toneladas de hormigón. No, gracias. Me retiré antes de que se solidificaran.”


“- ¿Qué hay más siniestro que la respetabilidad?”

viernes, 5 de agosto de 2016

La madurez del campeón

Decía yo en mi última entrada que, cuando la fuente de información es la prensa, hay que ser cautos

Este es el más reciente ejemplo que os puedo ofrecer:
Durante varios días Xl Semanal (700.000 ejemplares de tirada semanal) ha venido anunciándose con la promesa de una entrevista a Marc Marquez que titula "la madurez del campeón".
Si mis informaciones, contrastadas, son correctas, M.M. ha tributado este año por última vez en España ( al 49% - que no me lo creo) y ha establecido su domicilio en Andorra (al 10% ), con lo que se ahorrará una pasta gansa. No menos de 5 millones al año (lo que yo vengo a ganar cada ciento y pico años,... y eso que gano bien)
Así que la noticia adivinada bajo los titulares de la portada de Xl Semanal me llenó de alegría. Mira - me dije - uno que ha entendido lo del bien común y todo eso y lo va a poner en práctica.
Ay!!! Que no era eso. Que lo de la madurez se refería a su carrera deportiva y en la entrevista no se hablaba de tributos. Ay!!!
Quizás lo de ser más cauto se lo deba aplicar tanto a mis auto-engaños como a la Prensa.
Disfruto de la playa. Ojalá vosotros también.

domingo, 24 de julio de 2016

Ineptos e ineptas

Pensaba yo que tenía ya definido mi voto para las próximas elecciones autonómicas: pero, he aquí que hoy “El Correo” se ha despachado con un par de páginas de entrevista a la que presentan como candidata por Podemos, Pili Zabala.
Ya soy muy mayor, así que me puede la prudencia. Es una entrevista, es lo que dice un periódico, y todavía Pili Zabala no es siquiera la candidata oficial.
Pero, si no hay cambios significativos en el programa, si los contenidos de la respuestas a las preguntas del periodista se confirman,… que no cuenten conmigo.
Ni de derechas ni de izquierdas”. Hombre, no me esperaría yo una candidata de derechas, pero si ni siquiera voy a votar a alguien de izquierdas… Y me digo yo, ¿entonces de dónde? Porque derechas e izquierdas existir existen. Y lo único que puede quedar fuera de ellas es el centro. ¿Es Pili Zabala del centro?.
Lo más sensato que he leído en mucho tiempo sobre el euskera es lo que hace unos días dijo Idoia Mendía (básicamente, que está supravalorado en el acceso a la función pública). Claro que es del PSE. Pero eso no implica que no pueda decir cosas sensatas. Me voy a mojar más: es lo más cercano a mi pensamiento que he oído nunca de un político (de los que se ganan la vida en tal profesión).
Pues resulta que no está de acuerdo con ello. ¿Por qué? Parece ser que una vez se fue con su marido a un barnetegi y desde entonces en su casa sólo se habla en euskera. Así de sencillo.
¡Qué tontos y qué tontas sois algunos y algunas! ¡La de ineptos que conozco yo que a lo largo de muchos años han ido de euskaltegi en euskaltegi y de barnetegi en barnetegi y no han sido capaces de sacar un miserable perfil que les permita acceder al funcionariado vasco! ¡Ineptos! Que es lo que sois: unos ineptos. ¡Que os den caña!.
Y, para acabar, como buena política en tiempo de elecciones (o sea, promesas) no se moja: ¿quiere que Euskadi forme un estado independiente?. Pues ni sí ni no. Depende. Ya veremos qué nos ofrece cada uno (y, ¿usted ofrece algo?). Eso era (y sigue siendo) un político al uso (¿casta?): alguien que no se moja más allá de los tobillos en nada que le sea incómodo.
Para esto, no hacían falta alforjas nuevas.
Y, ¿qué pasa con la economía, los bancos, las leyes de…, la educación, la sanidad, la jubilación,…? Y, ¿qué van a hacer ustedes en el País Vasco con los casos de corrupción?, y ¿con el favoritismo?, y ¿con el clientelismo?, ¿los inmigrantes?,  ¿los sin piso y los sin trabajo?,… Y muchos puntos suspensivos.
Y si a usted no le han preguntado por lo que de verdad importa, por lo que es interesante, casi imprescindible para alguien que (¡claro!) vea la vida política desde la izquierda, niéguese usted a salir en los papeles.
He pensado en volver a leer la entrevista. Quizás me haya dejado cosas. Quizás no haya prestado la debida atención. Pero no lo he hecho ni lo voy a hacer. Si tengo una impresión equivocada… es claro que es mi impresión y, supongo, será la de muchos.

¿Habrá que volver a la abstención militante?

viernes, 22 de julio de 2016

A desalambrar

 “La tierra estaba de antes, señor
[…]
Porque la tierra entera pertenece a la noche,
Pertenece al que sabe celebrar la alegría de ver crecer las plantas,
 al cómplice del sol,
al sembrador callado que pone la semilla como un semen dichoso y espera,
lentamente,
 el milagro del agua.
La tierra estaba de antes, señor”.

Con el recitado de esta estrofa, introducían Gauchos-4 “A desalambrar”. El resto de la canción os sonará muy conocida. ¿O ya no?
En verano, cuando salgo a hacer senderismo (o sea, a dar un paseo más largo de lo habitual) solo o con alguna perra, me entra la nostalgia de repasar viejas canciones, de aquellas de los años mozos, cuando las canciones estaban plagadas de ingenuidad (¿ingenuidad?), cuando se pedía libertad, tierra, y se exigía dignidad, cuando los americanos eran yankees (de los de “go home”) y todo servía para plantar cara (sin que te la rompieran) al franquismo, el de Franco y de algunos más.
Cuando cualquier rima nos parecía que formaba una bella y sonora estrofa que podía ponernos en pie y sentirnos un poco más importantes. Cuando casi todo lo que cantábamos venía de Latinoamérica: Gauchos, Calchaquis, Inti-Illimani, Mercedes Sosa, Parra(s), Quilapayún,  Larralde, Claudina y Alberto Gambino… Y no olvido a Víctor Jara, pero a mí no me gustaba o me gustaba muy poco.
Bueno, en el paseo de ayer le ha tocado a Gauchos-4.
A la tarde en el pueblo se ha armado una buena. Villatomil tiene mucha agua (o eso dicen), tanta que regala una parte a Medina y, en reciprocidad, sus vecinos no pagan por la que consumen.
Es fácil deducir que aquí todo el mundo “tira” todo el agua que necesita y más: consumo en casa, “piscinas”, huertos,… Sobre todo mucho riego.
Pero, Villatomil es un pueblo en cuesta. Y el depósito de agua no tiene la suficiente presión como para que el líquido llegue a las casas de arriba, si las de abajo abren el grifo a caño completo y riegan, y riegan y riegan. Y los vecinos que no reciben un agua que existe en abundancia, de vez en cuando, montan en cólera y se puede organizar una buena.
Cuando, como ayer, se junta algún problema añadido (que no he llegado a comprender, así que no lo puedo explicar) y los “vecinos de las casas de arriba” se tiran día y medio  sin ver el agua, mientras más abajo se riega y se riega y se vuelve a regar… Pues eso, que pueden saltar chispas.
El campo – me parece – tien más que ver con los mitos que la ciudad. Así que ayer por la noche, una vez, más, volvía yo a pensar en la tierra y el agua (después de pensar todo el invierno en el fuego, y cuando uno respira tan bien que no piensa jamás en el aire). ¿No es la historia del hombre una continua lucha –hasta la guerra- por el agua y la tierra.
Si lo es, que nos sacudan de nuevo las ingenuidades de los años setenta. Y si no lo es, esta entrada servirá para recordar las palabras de Gauchos-4 con las que empezaba, y las que me comía, para dejarlas ahora:

“La tierra estaba de antes, señor.
Entonces la tierra no era buena ni mala.
Y digo que no es cierto que puedan alquilarla,
Que le alambren el torso,
Que le vendan la espalda.”


A desalambrar.

jueves, 14 de julio de 2016

Messi

Yo no soy Messi (qué vergüenza: defraudar a Hacienda !!!), pero ya me gustaría serlo (qué dicha: poder defraudar semejante cantidad !!!).
O no?

sábado, 9 de julio de 2016

Una mano inflamada

Por épocas, temporadas, momentos… este blog padece un cierto languidecer: temático (¿qué más se puede decir?; ¿no está ya dicho, vanamente, casi todo? Y las dos últimas novelas empezadas dejadas antes de la página cuarenta), de autor (metido “en el mundo de la huerta”, en el campo, lejos de la “ciudad”, lugar de la educación o la política) y (sospecho) hasta de lectores (los que me constan como tales disfrutan de su merecido verano y no estarán para “tonterías”).
Por eso, de vez en cuando, como queriendo salir de su decaimiento, exprime las  pocas situaciones o ideas “nuevas”, en la sospecha ¿ingenua? de que esas gotas de zumo contribuyen o pueden hacerlo a perfilar el mapa de la realidad, que siempre es demasiado poliédrico.
Larga introducción para contar que durante algo más de cuatro meses he sufrido (he tenido que sufrir) las incomodidades, y a veces dolores, de una inflamación en la base de uno de los dedos de mis manos. Pero, lo bueno será contar su “desarrollo médico”, que es lo que da juego.
Hace como tres meses, en una de las revisiones periódicas que le hacen a mi espalda, aproveché que estaba con el traumatólogo para contarle que llevaba un tiempo con molestias en la mano. Me la miró, me tocó, y dijo:
- Tienes una inflamación. Tendrán que infiltrarte. Y si no da resultado, operarte. Vete al médico de familia.
Y fui. Y me miró la mano, la toco y dijo:
- Tienes una inflamación. Tendrán que infiltrarte. Y si no da resultado, operarte. Te mando al traumatólogo.
Casi tres meses después, llegaba el momento de mi cita. Me miró la mano, me la tocó y me dijo:
- Tienes una inflamación. Te voy a infiltrar. Y si no da resultado, ya veremos.
Y preparó una jeringuilla, me infiltró. Y aquí estoy. No se cuál será el resultado. De momento es positivo.
La cuestión es el protocolo. Estoy absolutamente seguro de que los tres profesionales que han visto mi mano inflamada han obrado correctamente. Lo han hecho bien, bien… conforme a lo que les marca un protocolo (que no conozco y que tendrá sus razones).
Y ahora ¿esto a quién se lo cuento? ¿Al departamento de atención al paciente? ¿Hay lugar para este tipo de comunicaciones? ¿Dónde harán caso y tendrán en cuenta que hay medidas que no piden mayores desembolsos, sino organizaciones más eficaces?
También de esto tratará, o debería tratar, (creo yo) la política. No la de las grandes  declaraciones ni la de las leyes de gobierno, sino la de atender, desde cualquier ideología o partido, desde cualquier “sentido común”, a las pequeñas necesidades (esas que te tienen durante cuatro meses con la mano dolorida y que, en principio, se solucionan con un pinchazo que es menos molesto y más rápido que sacarte sangre para un análisis y que se diagnostica con una mirada, un leve tocamiento y un par de preguntas sencillas al paciente).
También debería tratar de crear los mecanismos para que cualquier ciudadano pueda ayudar, exprimiendo la realidad, a crear un mapa que la refleje con la mayor exactitud posible.

Incluso desde la huerta. O haciendo un alto, para dedicárselo a la ciudad, que era el lugar de las tres consultas.

lunes, 27 de junio de 2016

Croaton y puzzles

He sido (soy) lector agradecido de José Carlos Somoza, de quien hasta hace un par de años había leído casi todo lo que él había publicado. Incluso, alguna de sus novelas las he recomendado encarecidamente (sobre todo “La llave del abismo”) Pero, últimamente, se me habían acumulado dos de sus novelas en ese “montón” que forman los libros para leer cuando tenga tiempo, esos que están ahí “para un día de éstos”.
Así que cuando me tropecé con “Croatoan”, lo último (creo) que ha publicado, coincidiendo con la finalización de “Camille”, me dije a mí mismo que no podía dejarlo pasar.
Y así fue. Me puse a leerla de inmediato. Debo decir claramente que no me ha gustado. Se lee muy fácil, hay continuamente eso que te dice “a ver qué pasa ahora” y ese “pero, esto qué es”, que van tirando de ti hasta el final. Pero no me ha gustado.
Al cebo de las leyes de la evolución y de una ficción sobre la próxima especie, la que va a surgir tras la nuestra (cuyo final ocurrirá precisamente por la propia ley de la evolución), le une una historia sin fuerza y unos personajes muy desdibujados, excesivamente “pobres”, que me llevan a la conclusión de que no me ha gustado.
Otra vez será, J.C. Somoza.

Al mismo tiempo, pongamos que el mismo día no sea que alguien saque la conclusión de que soy capaz de hacer dos cosas a la vez, terminaba yo mi primer puzzle de jubilado. Ahí es nada.

Los puzzles me gustaron en mi juventud. Creo que sería mejor decir que yo les gusté a ellos, pues no fueron pocas las noches que me dieron las tantas con ellos, con mi seso totalmente sorbido, aunque a la mañana siguiente hubiera que madrugar.
Fue una de las razones para abandonarlos: su absorbencia. Pero, ahora puedo recuperar aquel viejo interés por resolver un misterio que se sabe que tiene solución, que está en la tapa de la caja y que, por consiguiente, sólo dará los quebraderos de cabeza que podemos y queremos soportar.

El puzzle te mete en un mundo de pequeñas dimensiones, con mucho color, con imágenes atractivas, con bordes estrictos y bien marcados,… en su mundo. Un mundo del que queda fuera todas las portadas de la prensa, matutina y vespertina, que hoy (y la mayor parte de los días) desearíamos dejar ahí: fuera.