sábado, 19 de noviembre de 2016

"Aquí llama un vecino y te cierra un local"

Quizás alguno de vosotros recuerde aquel: “aquí […] llama un vecino y te cierra un local”, que motivó la entrada de mi blog del 19 de mayo del año pasado (soy un poco presuntuoso) y mi decisión inamovible de “no te voy a votar a ti ni a tu partido, por permitirte estar ahí, hasta que la distancia entre mi casa y los seis “bares de abajo”, incluido pub con derecho a conciertos,  sea la misma que hay entre tu casa y los consiguientes bares y pub”.
Pues bien. Esta noche he recordado aquella entrada de mi blog (y cuidado que tengo una memoria torpe). Más en concreto, me he acordado dos veces durante la noche del hoy coordinador de Políticas de Movilidad, Medio Ambiente, Vivienda y Desarrollo Saludable del Ayuntamiento de Bilbao.
La primera de ellas hacia las dos de la mañana, la segunda hacia las cuatro. Y perdonadme que no sea más exacto porque las circunstancias no eran las más apropiadas  para ser ni objetivo, ni cuidadoso con los detalles. No os resultará muy difícil disculpar esta falta de precisión, como tampoco os lo será imaginar en qué términos “cariñosos” me he acordado de él.
Vamos que, casi debajo de mi casa, enfrente justo de una magnífica plaza para fumar en las noches agradables de cualquier fin de semana, mientras te tomas algo y dado que dentro del bar no se puede fumar, casi debajo -decía- hay uno de eso bares con conciertos en directo. Uno de esos lugares indispensables para que el turismo llegue a Bilbao, para que los jóvenes de la ciudad no tengan que marcharse a la cama temprano, para que la cultura (sexo, drogas & rock-and-roll) empape el tiempo de ocio de nuestros conciudadanos, para que el negocio aflore y contribuya a que nuestra ciudad sea más europea, para que se priorice el Ambiente a la Vivienda.
A eso de las dos ha debido tener lugar un breve receso para salir a fumar y para que los concertistas se tomen algo. Y sobre las cuatro ha debido acabar la audición musical de las singulares guitarras, batería…
Así que a eso de las dos, primero, y segundo sobre las cuatro, una porrada (todos los que tratábamos de dormir en el entorno de la plaza) de aburridos contribuyentes, ciudadanos no concienciados, hemos debido soportar bellas canciones cantadas a coro, gritos, alguna carrera, llamadas… y la extraña sensación de no comprender (y hasta maltratar… de pensamiento) a nuestro electo edil.
Ah! dormir en el pueblo.
También allí de vez en cuando los perros nos dan la noche… pero yo no he elegido a ningún edil.

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