miércoles, 23 de noviembre de 2016

Haz leña del árbol caído

Escucho y leo reacciones diversas a la muerte de Rita Barberá y se me calienta la cabeza y se me encienden los dedos que no pueden enfriarse de otra manera que golpeando este teclado.
Aquello de qué bueno era (el difunto), sólo es verdad si el difunto era bueno y cuando era malo era malo. Y tengo la certeza moral, que no basta para enviar a nadie a la cárcel, pero si para escribir en mi blog, la certeza, decía, de que Rita Barberá no fue buena, al revés fue mala: se dejó corromper y corrompió; se lucró con dineros públicos (y privados a los que favoreció); causó mucho dolor porque todo ello lo hizo a costa de los que necesitaban una vida más digna; fue una lacra para los valencianos, y para los demás.
No fue buena, y ya nunca lo podrá ser. Que, al menos, conste así en la historia, y que todos aquellos que hoy hablan de ella con “respeto” tengan un día que reconocer a quién respetaban (y a quién no).
No hagamos leña del árbol caído. Esa afirmación no es muestra de misericordia, sino de vivir sin frío. Porque cuando hace frío, del árbol caído se hace leña, que se amontona en la leñera y termina en el fuego de una estufa dando calor. Y nunca un árbol caído habrá sido más útil.
Me duele pensar que ella se ha ido de rositas y que su ¿gran? fortuna (no sé cuál será su tamaño) irá a parar a manos de sus herederos legales, que no va a ser ni el pueblo valenciano, ni ningún otro pueblo. Así ha sido siempre con los bienes acumulados por cualquier dictador o por cualquier ladrón que no haya sido juzgado. Así, me temo, va a ser.

Todos esos que andan diciendo ahora que “pobre, lo que habrá tenido que sufrir en los últimos tiempos, lo mal que lo habrá pasado…”, mejor harían preocupándose de que todo lo que robó vuelva a los robados. Eso sí sería honrar su memoria.

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