Invierno.
Largo y duro, este invierno. Lluvia, hasta la inundación, frío, hasta la
congelación, y nieve, nieve hasta decir basta. Y, acompañando, ralentización del ritmo, ya pobre de por sí,
de las obras de la casa, una espalda y una pierna doloridas y molestas, y el
alejamiento de Laura y Mikel hacia otras tierras, hacia otras oportunidades.
Que
llegue ya la primavera; que se calienten las tierras, el aire y mis huesos, que
se empiecen a ver los frutos de la partida y se hagan patentes los frutos de
las promesas. Que se vislumbren pronto nuevas formas de la cercanía.
- Dicen que ha dicho…
- Pero, usted ¿se lo ha
oído decir?
- No, yo no. Pero dicen
que ha dicho…
- Igual no es verdad. Yo
precisamente le he oído decir algo bien distinto, casi lo contrario
- Ya, ya. Si yo no digo
nada. Sólo que dicen que ha dicho. A lo mejor no es verdad.
Esta parodia de diálogo
la he repetido varias veces en poco tiempo. “El que ha dicho” nunca resulta ser
un dirigente de los partidos aún mayoritarios, ni un jefe de estado, ni el
director de un banco, ni el mandamás de una iglesia, ni nadie con poder.
Siempre es alguien que
parece molestar.
Yo no oculto mis
simpatías por Podemos. Simpatías, que no ingenuidades. He vivido ya lo suficiente
como para haber aprendido que del dicho al hecho… He tenido a lo largo de la
vida suficientes salvadores como para no creer a nadie que venga a liberarme,
como para no creer más allá de lo que entre tú y yo podemos hacer.
Pero, es tal la
antipatía ante lo conocido en política (en la real, no en la de las declaraciones),
que mi simpatía sólo puede inclinarse hacia quien la critica.
Y no va más allá de la
simpatía porque aún no he visto desarrollar los elementos que permitirían cortar
de raíz cualquier deslealtad con lo prometido, cualquier corrupción,
enriquecimiento, poder,…
El invierno me
tiene muy comidas las ganas de escribir.
La realidad
cotidiana me empuja a hacerlo.
Así que hoy
paréntesis a la desgana y unas líneas apoyadas en algunas conversaciones
favorecidas por el calor de una sala desde la que se ve la nieve, pero no se
siente el frío.