martes, 7 de septiembre de 2021

Insurrección, de José Ovejero

 

Hacía ocho años que había leído una novela de José Ovejero y la había reseñado en mi blog: “La invención del amor” (en este mismo blog 15 de julio del 2013). Desde entonces su nombre es como un runrún de esos que te están diciendo que tienes que leer algo más de él.

Acabo de terminar “Insurrección”. Y lo he hecho con la sensación de que el runrún tenía razón, de que merecía la pena.

“Insurrección” es una novela densa, dura, amarga y pesimista. No tengo muy claro que sea pesimista. Al fin y al cabo su final es lo suficientemente abierto como para que se pueda creer que la insurrección es posible y tan cerrado como para pensar que no hay nada que hacer. Que el sistema es mucho sistema y que la insurrección no es más que un bonito sueño ingenuo-ácrata, que está bien para adolescentes.

“La novela es un testimonio ácido del presente”  (Santos Sanz Villanueva, en  ElCultural.com del 7 octubre, 2019)

Muestra la vida de una familia, el padre (Aitor) y la madre (Isabel), que se han separado, y los dos hijos (Luis, de poco más de veinte años, y Ana, de apenas diecisiete). En el relato a veces prima la perspectiva de Aitor, que trabaja bajo unas condiciones inestables en la radio, a veces destaca la de Ana, que ha decidido escaparse y vivir en “El Agujero” (una casa okupada).

Por una parte, el movimiento okupa. La protagonista, Ana, de solo 17 años, y otros chicos y chicas, se han recluido en El Agujero, un Centro Social Okupado. Por otra, el mundo empresarial, representado por la emisora en la que trabaja Aitor, el padre de Ana.

Están presentes la forma de vida de los okupas, la arbitrariedad patronal,  la fractura de las relaciones familiares, los desahucios, la marginalidad, la irresponsabilidad de los medios de comunicación… Las formas de rebelarse contra el sistema, que todo lo fagocita. La vida entre la sumisión apática y la insurrección.

Sin olvidar, al menos, esos tres personajes secundarios: Alfon, el cuarentón-adolescente (¿) revolucionario, Javier, el detective sin ninguna ética, o Luis, el hermano de Ana, iluso que cree poder cambiarlo todo desde dentro.