viernes, 29 de agosto de 2014

Comienzo de curso (adelantado)

Dicen - y yo lo creo - que los blogueros tenemos algo de exhibicionistas. También que somos atrevidos  y gozamos del convencimiento de que cualquiera puede comunicar a los otros cosas interesantes.
Así que, a punto ya de comenzar un nuevo curso, mi blog da la bienvenida a una nueva aportación a este mundillo.
Aparecerá en este que leéis en la columna de la izquierda bajo el epígrafe "mis otros blogs"con el nombre "Nere y Jonan".
Además, hoy os dejo una nueva página que se titula "Tres microrrelatos" y que, fiel a su título, incluye tres de esos relatitos pequeñajos que tanto gustan ahora y que yo he ido perfeccionando este verano.
Acabo: ayer me contaron este chiste:
- ¿Sabes cuáles son las únicas ovejas de lana virgen?
- Las que corren más que el pastor.
Allá cada uno con su virginidad. Y aplique el chiste cada uno donde le corresponda. Será el mejor ejercicio para el comienzo del curso.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Homenaje

Se acaba agosto, aunque aún queda verano (dicen... los metereologos de otras latitudes).
Ese final,  la proximidad casi permanente del río y la cercanía más acusada de una muerte, me dejan con estos versos:
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar
que es el morir
Y
Es cosa triste ser río.
Quién pudiera ser laguna
oir el silbo en el junco
cuando lo besa la luna.

jueves, 21 de agosto de 2014

Alabanza

“Alabanza” es una novela de Alberto Olmos.

La última que he leído, de nuevo en “soporte” papel. Y vuelvo a descubrir la dificultad que entraña abrir un libro de 400 páginas (sobre todo si no es tuyo) de forma que las dos mitades ocupen un mismo plano (o sea, que se abra en 180º), para que resulte cómodo de leer en una piscina, tumbado en una cama o en cualquier lugar que no sea una mesa.
Mientras lo leía, recordaba cuando escuchaba música en un mastodóntico reproductor de doble cassette (aquello sí que sonaba bien) equipado con cuatro de las pilas gordas; o cuando escribía en mi ordenador portátil que no pesaba más allá de 3 kg. (aquél sí que trabajaba bien); o cuando hablaba por aquél móvil que necesitaba un bolso de mano para llevarlo (no como ahora: que casi ni se habla; sólo se mandan imágenes o mensajes). Así, pues, ¡larga vida al libro de papel! (éste último sólo pesaba 325 gramos… y no tenía más que una novela).
Bueno, “Alabanza” es una novela sobre la literatura, más en concreto, sobre el “oficio” de escritor; sobre las relaciones de pareja; sobre la aceptación del pasado de uno mismo; y, también (aunque en mucha menor medida) sobre el atractivo de lo rural.

Irregular, a veces genial, a veces farragosa, casi siempre verborreica en abundancia, con un cierto suspense, se hace “largo” leerla. Sobre todo en su parte central, que me ha parecido excesiva.

Cosas “raras”


Hoy es jueves. Jueves de la Aste Nagusi y yo estoy en Bilbao, cosa que no tenía lugar en el plazo, por lo menos, de un mes.
Así que los ojos están más atentos a ver cosas “raras”, ni buenas ni malas, sin valorarlas, sólo “raras”, es decir, extrañas ,  poco  frecuentes , inhabituales  en el tiempo o el  lugar.
Ayer tarde, a las 20:30 daba gusto circular en coche por el centro de Bilbao. ¡EN COCHE!. No vaya a pensar alguien que me he venido en bicicleta. Cuidado que hacía tiempo que no cogía el coche en Bilbao. Pues ayer tuve que hacerlo, con más miedo que vergüenza… y resultó como para no volver a usar el metro. Aunque parezca increíble.
Entre ayer y hoy he tenido serias dificultades para hacer un par de operaciones bancarias que tenía que hacer. Tanto que tuve que aprender a hacerlo por Internet. Ya se sabe: Semana Grande. ¿Y qué tiene eso que ver con el banco?. Pues que estamos en Bilbao. Nada más
Esta mañana he pasado por delante de una obra pública. Digo to que sería pública porque estaban arreglando el suelo de la calle por donde yo hubiera debido pasar. Sólo había dos personas trabajando. ¿Para qué más?, ¿alguien tiene prisa?.
Bueno, pues uno de ellos era de raza negra y el otro de “raza” china. Nada que objetar, por supuesto. Imagino que trabajan luego son ciudadano de pleno derecho. Y espero que como tales sean tratados. Que luego nos confundimos.
Un poco más abajo trabajaba un barrendero (raza blanca y rubio). Me he interesado por las bolsas que el ayuntamiento tiene a bien colocar en las papeleras  para que los dueños recojamos las cacas de nuestros perros. Para mi sorpresa (de ahí la rareza) me ha respondido que en “Asre Nagusi” no se ponen bolsas y me ha hecho ese gesto de “a mí que me registren” o “las quejas al maestro armero”. Si alguien encuentra una relación, nada más que ligeramente posible haga el favor de dejarla en los comentarios, para que yo duerma un poco menos epatado.
Y acabo con dos fotos, tomadas a mediodía en el parque de Europa (o sea, en Txurdi). Que todo no va a ser raro.















Las luces (es raro que en Bilbao hagan falta luces habiendo bilbaínos. Recuerdo un profe que, cuando entraba en clase, decía aquello de: “apaguen las luces, que ya he llegado”) estaban encendidas y, en medio de una de las muchísimas canchitas de basket que tanto abundan por aquí (porque no había otro sitio) campaba una grúa. Que todo no va a ser raro.



miércoles, 20 de agosto de 2014

Ruralismo literario

No sé dónde recogí aquello del “ruralismo literario”, denominación bajo la cual querían agrupar algo así como una nueva corriente dentro de la novela actual, casi una especie de nuevo “género novelístico”.
Sus dos máximos exponentes parecían ser Jenn Díaz Y Alberto Olmos. Estoy leyendo “Alabanza” de A. Olmos y ya leí “Es un decir” de J. Díaz.
Pues bien, lo del “ruralismo literario” me parece una memez, la última o penúltima “majadería” de alguien que necesitará títulos llamativos para seguir trabajando en lo que le pagan. Quizás - dejemos abiertas las puertas - sea alguien con capacidades de análisis por encima de las mías y con una buena visión de lo que se cuece en la literatura. Que yo no soy más que un simple lector. A veces con mala leche.
Es verdad que la acción de las dos novelas ocurre en un medio rural. Es verdad que sus protagonistas están o han estado  muy incardinados en ese medio. Pero nada más.
Se me ocurre que sería como proponer la serie televisiva “Cuéntame” como el parangón de la España rural porque los Alcántara pasaron parte de su infancia en “el pueblo”, al que vuelven como ilustres inmigrantes nuevos ricos (o casi). O como decir que yo me he convertido en “el héroe de la vuelta al campo” porque paso mis fines de semana en Medina, “me divierto” en una huerta en verano y, además, he descubierto en vivo y en directo (o sea, yendo allí) la aldea burgalesa de la que salió mi abuelo rumbo a Sestao, allá en los años veinte (del siglo pasado).
Me da que,  quien ha “inventado” semejante denominación para agrupar algunas novelas y sacar chispas a algunos deseos ocultos que todos tenemos (vivir en lo que suponemos la tranquilidad del campo, pero también, retirarnos a alguna playa paradisíaca llena de daiquiris, visitar la luna, o leer siempre buenas novelas en el mejor de los clubes ingleses), no se ha enterado muy bien de lo que es ser campesino.

En esto, como en tantas otras cosas, los estereotipos van muy por delante de la realidad, a veces en paralelo, para no encontrarse nunca.

lunes, 11 de agosto de 2014

Fotos

Hoy sólo va de fotos, sin apenas comentarios.



Así de bonitos están los campos ya desde la mañana, pintados de amarillo.
Claro que no es extraño si observamos en cada una de estas flores una prestancia y hasta una arrogancia (aunque en realidad no hacen sino “adorar” al sol), sólo superadas por las que algunos de los usuarios de la piscina muestran a mediodía.
Y así de hermosa está la huerta, en la que sigue reproduciendo, un día y otro, el milagro de la multiplicación de las vainas… y de algunos otros vegetales.


Es un decir

“Es un decir” es una novela corta de Jenn Díaz. Apenas 160 páginas, que me he leído en menos de 48 horas. De un par de tirones, vamos.

Leyéndola me asaltaban dos problemas: primero, el hecho de que a veces me resultaba excesivamente repetitiva; y, segundo, creo que hay un problema de verosimilitud que, sin duda, la propia autora ha tratado de gestionar y solucionar. Pero no sé si ha llegado a conseguirlo muy bien.
Tres historias de tres mujeres (y los hombres que se les cruzan): la “abuela-madre”, la “madre-hija” y la “hija-nieta”. Y dos narradores diferentes: la abuela con una historia sorprendente, impresionante, aunque no llego a saber si resulta verosímil; y la nieta, que lleva la parte más extensa de la narración, haciendo, a veces, difícil creer que la reflexión de una “niña” de casi 14 años pueda llegar a semejante profundidad.
Salvados esos dos escollos, la novela es de esas que se lee de un tirón, de las que uno no abandonaría hasta acabarla y de las que, posiblemente, pide una relectura para exprimir más y mejor el jugo que lleva dentro.
La historia transcurre en un pueblo (aunque casi nada sepamos de él), en un pueblo en tanto en cuanto se contrapone a una ciudad. ¿Tiene eso alguna importancia? Pues no lo sé. Pero sí puedo decir que si yo la he leído es porque hace algún tiempo me sorprendió leer sobre la existencia de lo que llamaban “ruralismo literario”, uno de cuyos exponentes era esta novela.
Como si verdaderamente se tratara de “ruralismo”, he vuelto (al cabo de un año o así) al libro de papel. Y, además, me lo han prestado en la biblioteca del pueblo, que es como hay que leer estas cosas.
Os puedo decir que aún recuerdo cómo se pasan las páginas, que las hojas deslumbran ( de blancas) al sol de la piscina y que no he podido marcar ningún texto (el libro no era mío) para dejároslo aquí. Una pena, esto último.

Es una buena, muy buena, novela. Para todos (es un decir).

Las piscinas

Este verano hemos aumentado los paisajes con uno nuevo: las piscinas. Rodeadas de verde, resultan un lugar inmejorable (sobre todo ahora que el río lleva tan poco agua) para leer, tomar el sol y refrescarse. Porque lo de hacer unos largos va siendo cosa de la prehistoria (la mía, claro). A lo más que llego ya es a hacer unos cortos. También es buen lugar para escribir, como en este momento.
Las fotos de la piscina no dicen nada: agua en unas dimensiones más que aceptables, gentes que toman el sol, varias sombras de árboles y alguna hamaca para los más pudientes (2 euros al día).
Lo interesante es la mirada que hace un pequeño análisis de sus usuarios (y de sus sonidos).
Hoy es viernes. Así que aún no han “subido” de “Bilbao” todos  esos aitas que trabajan en agosto. Por consiguiente, hay tres tipos de personajes: un montón de niños de entre 7 y 12 años, que saltan al agua, corren a ratos, gritan casi siempre, y disfrutan como los demás lo hicimos cuando todavía ni existían (para nosotros) las piscinas.
Algunos de los niños son del pueblo. Están de “colonias abiertas” (que es como se dice ahora). Otros, los más, son “de otras tierras” (¡qué distinto suena entonces aquello de “no me llames extranjero”).
En correspondencia, el segundo grupo es el de los aitites y algún que otro yayo. Aquí, en traje de baño, sentado al sol que todo lo iguala, sólo se distinguen entre sí cuando sus nietos los llaman.
El tercer grupo, menor, es el de algunas “amatxus”, grupo que va creciendo a medida que avanza la mañana y las comidas del día ya se han dejado listas para cuando se regrese de la piscina, y, quizás, llegué algún aita de fin de semana (que hoy es viernes, repito).
En medio de todo esto, ¿cómo suponer que sigue habiendo ébola, Gaza, Irak, desempleo, corrupción, ambición desmedida, abusos y… (perdón por la frivolidad en este contexto) Bilbao Basket?

A propósito, ¿alguien nos explicará (¿o esta vez tampoco?) lo que ha pasado-está pasando de forma clara, sin eufemismos, medias verdades, silencios…?

Así no

Como acudir a la biblioteca, donde puedo disponer de Internet, me resulta complicado, a veces voy acumulando entradas de distintos días. Así que, aunque en el blog ponga fecha de hoy en varias entradas, trataré de hacer entender que son de diferentes días, que están escritas en momentos diversos. Sólo así se pueden entender bien. Es como si un día abrieseis este blog para leer lo que yo he escrito en, digamos, un par de semanas.
Vayamos con un cierto orden (puramente temporal).

Si una imagen vale más que mil palabras (algo que casi nunca sucede), aquí podemos ver la foto “espontánea” de alguien que habitualmente “pisa la calle”, cuando en plenas vacaciones de verano (supongo) acude al mercado para hacer la compra del día y, por casualidad, es captado por una cámara fotográfica.
Luego, además, fuera de cámara ya, cocinará para toda la familia.
Así no vamos muy lejos. O sea, no vamos a ninguna parte, nos quedamos donde ya estábamos.

¡Qué mal huele este cambio (¿para no cambiar?)!

martes, 5 de agosto de 2014

No tengo miedo

“No tengo miedo” de Niccolò Ammaniti es una novela corta;  a primera vista resulta muy sencilla: se trata de una historia sin complicaciones (o casi) contada desde los ojos de un niño. Sin embargo, hay demasiadas cosas interesantes y profundas en la “retranca”.
Resulta un magnífico ejercicio de un narrador en primera persona, que no nos deja ver más que lo que él mismo ve, pero sólo eso resulta suficiente para que nosotros reconstruyamos sus elementos esenciales. Para que recreemos la historia o nos inventemos una historia. Casi seguro que, al acabarla, diversos lectores habrán leído diferentes historias. Y todas ellas atractivas y hasta deslumbrantes.
Merece la pena esta novela de N. Ammaniti. Copio alguna de las cosas que se dicen de él al final del libro:
<De él se ha escrito: “Está en lo más alto de un muy fecundo y brillante grupo de jóvenes escritores de nuestros días”. “A pesar de la dureza de su mundo, el calor humano burbujea entre sus grietas”. “Es un escritor de una gran imaginación y una notable sutileza moral”>
Os dejo este trocito de su novela:
“- Así podemos jugar los dos…
- No me apetece
Me miró
- ¿Qué te pasa?
- Nada. Déjame en paz, estoy leyendo.

- ¡Qué aburrido eres! – exclamó, y se fue.”

domingo, 3 de agosto de 2014

Andoni campeón

Entre los ex alumnos me faltaba un campeón de España. Andoni lo ha solucionado.
Enhorabuena.
(A Andoni, no a mí)