lunes, 11 de agosto de 2014

Es un decir

“Es un decir” es una novela corta de Jenn Díaz. Apenas 160 páginas, que me he leído en menos de 48 horas. De un par de tirones, vamos.

Leyéndola me asaltaban dos problemas: primero, el hecho de que a veces me resultaba excesivamente repetitiva; y, segundo, creo que hay un problema de verosimilitud que, sin duda, la propia autora ha tratado de gestionar y solucionar. Pero no sé si ha llegado a conseguirlo muy bien.
Tres historias de tres mujeres (y los hombres que se les cruzan): la “abuela-madre”, la “madre-hija” y la “hija-nieta”. Y dos narradores diferentes: la abuela con una historia sorprendente, impresionante, aunque no llego a saber si resulta verosímil; y la nieta, que lleva la parte más extensa de la narración, haciendo, a veces, difícil creer que la reflexión de una “niña” de casi 14 años pueda llegar a semejante profundidad.
Salvados esos dos escollos, la novela es de esas que se lee de un tirón, de las que uno no abandonaría hasta acabarla y de las que, posiblemente, pide una relectura para exprimir más y mejor el jugo que lleva dentro.
La historia transcurre en un pueblo (aunque casi nada sepamos de él), en un pueblo en tanto en cuanto se contrapone a una ciudad. ¿Tiene eso alguna importancia? Pues no lo sé. Pero sí puedo decir que si yo la he leído es porque hace algún tiempo me sorprendió leer sobre la existencia de lo que llamaban “ruralismo literario”, uno de cuyos exponentes era esta novela.
Como si verdaderamente se tratara de “ruralismo”, he vuelto (al cabo de un año o así) al libro de papel. Y, además, me lo han prestado en la biblioteca del pueblo, que es como hay que leer estas cosas.
Os puedo decir que aún recuerdo cómo se pasan las páginas, que las hojas deslumbran ( de blancas) al sol de la piscina y que no he podido marcar ningún texto (el libro no era mío) para dejároslo aquí. Una pena, esto último.

Es una buena, muy buena, novela. Para todos (es un decir).

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