Incompetencia
Ayer me aburría y escribí un relato
para matar el tiempo.
A partir de hoy tendré que mejorar
mi técnica asesina.
Noa
Se
acercó al parque. Durante todo el día sólo había abandonado el sofá lo justo
para solucionar sus necesidades más básicas. El tiempo no invitaba a más.
Llovía.
Pero,
a la tarde el sol rompió y las nubes desaparecieron. Su tono vital subió.
Bajó
rápidamente las escaleras cuando se lo pidió su amiga y con ella se encaminó al
verde más cercano.
Se
acercó al parque, se llenó del aire de la tarde, redescubrió con gozo la hierba
y, como venía haciendo casi a diario, ladró.
El beso
El
aire se hacía denso y revoloteaba a su alrededor. Parecía como si una mariposa
envuelta en transparencias aletease sin quedar prendida en la red.
Ella
no era capaz de definir lo que estaba ocurriendo, pero algo pasaba, algo se
movía, algo se desplazaba allá donde ella iba. Algo buscaba un resquicio de
locura para materializarse en el centro de su corazón.
Cuando
superó la sorpresa y la desconfianza, y se sintió segura, el aire se hizo
mariposa y la mariposa se hizo verso y el verso se hizo beso. Y se posó en el
centro de su corazón.
El
había dicho: “te mando un beso. Ahí va”.
La orden
Frotó la lámpara y apareció el Genio.
- Mándame que cumpla uno solo de tus deseos y así
lo haré. Tienes 30 segundos.
Y, luego, ante su indecisión, apremió:
- Sólo te quedan 3 segundos.
- ¿Tres segundos sólo? ¡¡¡Mierda!!!
Y el Genio acató la orden. Se la había dado dentro
del tiempo señalado.
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