sábado, 5 de febrero de 2022

"La insoportable levedad del ser" y "El intruso"

 

“La insoportable levedad del ser”, de Milan Kundera, no me ha gustado. A pesar de que me llegaba cubierta de fama de ser una magnífica novela.

Quizás sea un magnífico ensayo filosófico. No lo sé. Si se trata de eso, tendría que hacer otra lectura, distinta de la que he hecho, cogiendo apuntes, subrayando a colorines, para luego volcar mi crítica positiva o negativa en lo que Kundera considera leve o en lo que considera pesado, insignificante o significante. Y me temo que no estaríamos demasiado de acuerdo.

Es una ¿novela? culta (no de culto): hay que haber leído mucho, hay que tener frescos desde los primeros griegos a los últimos europeos del siglo XX o de finales del XIX. No es, pese a quien le pese, una novela para disfrutar amablemente.

La historia ¿de amor? vivida a caballo entre la Checoslovaquia de Dubcek o del invasor ruso y la Suiza “libre”, con extensiones a París o EE.UU. no es suficiente para aguantar, a mi modo de ver, el edificio filosófico que se construye sobre ella. =, ¿es que la historia podría no haber existido?

Evidentemente a lo largo de la ¿novela? hay muchas reflexiones interesantes, profundas, dignas de quedarnos con el libro al aire y la cabeza caliente. La ¿novela? tiene el gran acierto de tener varios narradores que completan la historia desde diferentes ángulos, a ratos está muy bien escrita, a ratos a mí me ha resultado insoportable.

Y luego esa verdad recordada varias veces y que tanta riqueza puede tener cuando hablamos de la libertad como la toma de importantes decisiones en importantes momentos (que tampoco son mentira):

“Nuestra vida cotidiana es bombardeada por casualidades, más exactamente por encuentros casuales de personas y acontecimientos a los que llaman coincidencias”.


“El intruso” es algo más parecido a un alegato político-social que a una novela literaria. Me parece que hay poco relato para, sin ambages, filosofar contra el mundo religioso, personalizado en los jesuitas y a favor del racionalismo filosófico.

Nos encontramos con  una dura crítica al mundo del nacionalismo vasco y al mundo del jesuitismo, que casi se identifican en la novela.

Novela muy recomendada, sí, pero ¿recomendable? Yo no lo tendría tan claro. A no ser para alguien que esté buscando documentos escritos de cómo han sido determinadas cosas en este país hace poco más de un siglo. A no ser para que la lea alguien formado, crítico, capaz de entender que un montón de verdades “como puños” acerca de las posturas religiosas, sociales o políticas con razón vapuleadas no sirven de justificación para otras posturas que en la novela se presentan acríticamente como las que pueden salvar al hombre.

Os dejo tres momentitos de la novela. Podría haber extraído varios centenares, pero con éstos será suficiente:

Casi de rabiosa actualidad: “Bilbao no cambiaba: cada sexo por su sitio. El hombre a los negocios y la mujer sola a la iglesia o a hacer visitas como única diversión”

La visión de una imagen de la Virgen y el Niño hacen que uno de los personajes entusiasmado diga:

“- Cuántas joyas, ¿eh?. Esto sólo se ve en este país. Aquí hay religión y riqueza.

El doctor pensaba involuntariamente en el sucio y doliente rebaño de las minas, calculando en cuánto habría contribuido su miseria a aquellos regalos inútiles, colocados por la fe y la ostentación de unos pocos, sobre un madero tallado.”

“Y continuó el fuerte discípulo de Deusto:

- Los míos no saben leer; no saben nada de libertad, derechos y demás zarandajas, y por esto son felices”

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