lunes, 25 de mayo de 2015

Un día después

Supongo que hoy se estarán multiplicando las interpretaciones sobre las elecciones de ayer. Cada uno de nosotros somos (como en el caso de los entrenadores de la selección) un analista feroz, inteligente y crítico, capaz de desentrañar los mínimos entresijos de cualquier situación que se preste. Vamos, que nos gusta hablar.
A mí me parece que hay tan poco que comentar de esta ciudad en la que vivo que mejor mirar hacia otros lados, otras direcciones. Aquí no ha pasado nada (que yo me haya enterado, que alguno habrá visto desastres, irrupciones,…) digno de mención salvo el “todo va a seguir igual”. Si algo hay para analizar fueron esos dos tiros fallados por Colom cuando tenía el partido en sus manos y al Bilbo basket a punto de sumar otra victoria. No tuvo ninguna trascendencia (afortunadamente, porque perder el factor cancha hubiera sido terrible), así que a mirar al jueves. Ese día sí que hay que ganar. Y ganaremos.
Que siempre no va a ser perder. Sólo en las elecciones.
Mirando en otras direcciones: todos los “demócratas de pro” nos habremos alegrado de que el Espíritu Santo no haya estado de parte de Espe (aunque la esperanza es una de las virtudes que insufla el espíritu). Podremos seguir con mucha atención lo que va a pasar en Madrid, si, como todos deseamos –menos la Espe y los suyos-, Podemos empieza a ser Alcalde de la Capital del Reino. Ahí es nada. ¿Qué podrá pasar? Que esto no es Grecia y aquí las cosas van a ser más claras. ¿Más limpias?.
Luego está lo de Ada Colau. Ha ganado en Barcelona. Dios santo! (que no sea Espe la única en mentar lo sagrado). Yo no entiendo el lío que hay por allá con tanto partido, con el problema del catalanismo o el españolismo,… Pero, ojalá sea ella el nuevo alcalde. A ver qué pasa.
Y, como última mirada (y alegría), resulta que por primera vez –creo- en todos los años de democracia (de los anteriores ni os hablo), en Medina de Pomar el PP ha perdido la mayoría absoluta en el ayuntamiento, y entre Podemos (“Somos Medina”) y el PSOE tienen más votos que ellos y pueden echarles de la alcaldía. También lo deseo.

Si queréis leer interpretaciones más sesudas, completas, informadas, … ya sabéis que hay miles de páginas web. En ninguna de ella os mandarán un abrazo. En ésta sí 

martes, 19 de mayo de 2015

Gil a menos de una semana

L´has cagau, Gil. L´has cagau bien cagada. De modo que “aquí […] llama un vecino y te cierra un local”. ¿Qué vecino es ese?
Te aseguro que yo, y espero que como yo otra mucha gente, vecinos que nunca han conseguido cerrar un local, vecinos que han tenido y tienen que soportar esos locales siempre silenciosos cuando acude la policía, esos locales que, pobres, no tienen la culpa de que sus clientes tengan que salir a fumar fuera del local, o a charlar fuera porque hace mucho calor y la noche está buena, vecinos que llevan perdidas casi todas las peleas nocturnas, legales siempre, vecinos que alguna vez en nuestra vida no pudimos soportar tanta batalla y abandonamos el campo de batalla (o sea, nuestra propia casa) en aras de la salud (mental, sobre todo), digo que yo, y espero que todos esos vecinos, no te voy a votar a tí ni a tu partido, por permitirte estar ahí, hasta que la distancia entre mi casa y los seis “bares de abajo”, incluido pub con derecho a conciertos,  sea la misma que hay entre tu casa y los consiguientes bares y pub.

L´has cagau, Gil. L´has cagau bien cagada.

lunes, 18 de mayo de 2015

A una semana de las elecciones

Estaba yo en la idea de votar a Podemos para el ayuntamiento y para la Diputación. Sí. A pesar de las decepciones cada vez más frecuentes y de los líos internos y externos que empiezan a aflorar, conocido lo que dicen los partidos que ya conocemos de hace tiempo, pues es como agarrarse a un clavo ardiente, querer pensar que esa última opción: “siempre nos queda la abstención”, no la voy a usar esta vez. “A ver si mi voto sirve para algo”.
En esas estábamos, aunque más ocupado de otras cosas triviales y prosaicas; el recibo de la luz, las jambas de la puertas de la esa segunda vivienda en la que ya podemos vivir (veremos cuando llegue el frío burgalés), la siembra que hay que empezarla ya, el calorcito que ya se siente,…
Y, entonces, uno, ante la proximidad del próximo domingo, y con la fe ciega de que vamos a ganar a Unicaja, uno, digo, se pone a mirar el periódico para ver si se aclara a quien tiene que votar. Porque uno creía que la marca a la que votar se llamaba “Ganemos”. Y resulta que no la encuentra en el periódico por ningún lugar.
Claro que el periódico sólo habla de Bilbao. No dice nada de la Diputación. A lo mejor, los de “ganemos” son para la Diputación. Pero, ¿son los de Podemos?. Vaya lío. Y yo tirando a la basura, según llegan, todos esos sobres que los distintos partidos me han enviado para orientar mi voto en la dirección más acorde con mis intereses.
Bueno, por lo menos podré acertar en Bilbao. Pero, si no hay Podemos y no hay Ganemos, ¿a quién voto? En el periódico de hoy está muy claro. Carmen muñoz, candidata de Udalberri a la Alcaldía de Bilbao, dice esto: “Podemos se nos unió en febrero y hemos hecho el ejercicio de confluir […] La decisión de confluir con Bilbao Irabaziz está avalada por el 80% de sus bases. La candidatura que apoya Podemos es la de Udalberri” (en pugna con Ganemos).
¿Udalberri se presenta también a la Diputación? No os quiero ni contar algunas de las cosas que yo he oído desde dentro de Udalberri.

¿Habrá que recurrir a la última opción?

miércoles, 13 de mayo de 2015

El programa de Podemos

He leído, y me ha costado hacerlo, el programa de Podemos para las autonómicas. No pienso hacer aquí (ni en ningún otro sitio) un análisis en profundidad. Simplemente porque no me apetece semejante esfuerzo y ésta es –creo- una de las prerrogativas de los jubiletas: ya no nos toca a nosotros.
Sí voy a decir que acabo la lectura más deprimido que entusiasta. De forma breve y muy informal señalaré estas tres notas negativas:
- Me parece, más bien, una declaración de principios, más que un programa de gobierno (o, ¿es lo mismo?). Y luego vendría ese: “ustedes nos creen o no, es cosa suya”. Pero, es tal la ambigüedad que muchas (muchísimas) de las propuestas las podrían firmar hasta los del PP. Y tal  la imprecisión que difícilmente alguien podrá acusarles de no haber cumplido su programa.
- Está escrito en un lenguaje “culto”, (¿”político”?). Que es una forma de decir que se les entiende con gran dificultad y con una lectura atentísima, necesitada a veces del diccionario. Vamos, que ellos vienen de la Universidad y que la confianza o desconfianza va a volver a ser oscura, irracional, sin depender de lo que dicen (porque no se acaba de entender bien). Por si no me creéis, leed esto, que es suyo, no mío: “El sistema ferroviario de transporte de viajeros debe ser socialmente inclusivo, territorialmente cohesivo y económica y ambientalmente sostenible”

- Echo en falta medidas concretas (y la promesa de dejar el gobierno si en un plazo sensato de tiempo no se han puesto en marcha). Algo así como: “en 100 días tendremos una nueva ley sobre el aborto”; “en 100 días gravaremos los sueldos superiores al millón de euros con un tipo del 80%”; “en 100 días habrá no menos de tres juicios contra los corruptos que llevan más de tres años en la cárcel”; “en dos años se habrán creado nuevas plataformas, espacios,… de participación de todos los ciudadanos que lo deseen”; … No es que no haya ninguna medida concreta a tomar. Pero son muy pocas

martes, 12 de mayo de 2015

Hasta aquí hemos llegado

“Por la noche Atenas parece tan vacía como nuestros bolsillos. Dos vasos comunicantes con la misma fuga diaria. Calles vacías, aceras vacías, restaurantes medio vacíos. Si durante el día ves el agotamiento de Atenas, durante la noche ves su desolación”
“- ¿Sabe cuál es la diferencia entre el centro de Atenas y el barrio de Jalandri, señor comisario?
[…] En el centro de Atenas la miseria salta a la vista. Aquí la ocultan. En el centro de tenas a cada paso te topas con gente que rebusca en los contenedores de basura. Aquí en Jalandri los comercios están abiertos y la gente pasea por las calles, como en los buenos viejos tiempos. La gente de aquí esconde su desgracia, todavía no han perdido los remilgos. En el centro de Atenas ya hace tiempo que la gente se ha lanzado a las calles”

La crisis está siendo tan larga, el golpe recibido por los griegos tan profundo, que a Petros Márkaris no le ha bastado con una trilogía. Así que acabo de leer el cuarto: “Hasta aquí hemos llegado”.
Algún atisbo de esperanza, alguna pequeña rebelión de unos pocos, pero la tónica general de la novela es auténticamente deprimente. Y es que esta vez el análisis no toca a la troika. Esa ya está juzgada y condenada. Aunque sólo sea en el papel. (Esta vez, para no perder la costumbre, he comprado el libro y me lo he leído en papel).
Esta vez le toca el turno al ciudadano de a pie. Y el bisturí no escatima cortes, heridas por las que caminar hasta la raíz del cáncer.
“Mira por dónde, en Jefatura hay un poli que piensa. Esto es bueno para el departamento, aunque no sé si es bueno para él. Podría ayudarle a progresar profesionalmente, pero también hundirle. Por lo general, los que progresan en el sector público griego pertenecen al grupo que va de los estúpidos a los mediocres. Si eres inteligente pero no tienes enchufes, eres víctima de una contradicción: lo pillas todo al vuelo, pero avanzas como un caracol.”
Id metiendo la novela en la maleta para este verano.


miércoles, 6 de mayo de 2015

Objetando reválidas

Doble noticia en El Correo (y, supongo, en los demás periódicos de por aquí):
“Euskadi ya tiene padres objetores a la reválida que impone la Lomce en Primaria”
“El Gobierno vasco critica el boicot de los padres a la prueba de Primaria impuesta por la Lomce”
“Reválida”, “pruebas”, “exámenes”, evaluaciones”,… supongo que podemos tomarlos como sinónimos, sin faltar mucho al diccionario.
¿Quién tiene miedo a las evaluaciones? Con lo que nos gastamos en este país en educación (en torno al 5% del PIB, o sea, 50.000 millones de euros al año), lo menos que se puede pedir es que se evalúe lo que se está haciendo con semejante esfuerzo de la ciudadanía, que se busque como mejorar sus resultados, que se planifique la mejor utilización posible y que se esté muy atento a que no se despilfarre.
Me parece que la sociedad (o sea tú y yo) tenemos derecho a hacerlo. Más aún. Si no pecamos de estupidez, tenemos mucho interés en que se haga, casi es una obligación. ¿De dónde, entonces, el rechazo, el miedo, la oposición?
Me parece que alrededor de la evaluación de la educación hay tres asuntos sin resolver, que, además, no serán resueltos porque los intereses en que no se haga son muy fuertes.
Está el asunto de quién evalúa, el asunto de qué evalúa, y el asunto de para qué evalúa. El que evalúa son esos políticos que se mueven como pez en el agua en medio de la corrupción, las prebendas, los tejemanejes, las cajas b, y las tarjetas black.
La que evalúa no es la sociedad (o sea, tú y yo). No es un grupo de gente, más o menos independiente, a quienes les hayamos encargado que lo hagan. Así que no nos fiamos de los resultados. Y menos de lo que nosotros lleguemos a saber de los resultados.
¿Qué evalúan? Lo que les interesa. Si realmente los objetivos, los planes y las estrategias de la educación estuvieran al servicio de los alumnos, de sus padres y (ya tengo que reivindicarlo) de sus abuelos, sería magnífico que todos pudiéramos saber dónde están nuestros estudiantes, a qué altura del camino, si se han desviado o no de lo previsto, si han adelantado o se están atrasando, si van por la senda que conduce a que ellos sean felices, la sociedad esté mejor montada y las empresas tengan la mano de obra cualificada que nos lleve por la ruta de la prosperidad. Pero, no creo que sea así.
Y luego está el para qué de la evaluación. ¿Para premiar y castigar?, ¿para comparar y ayudar a quien menos lo necesita, pero más cerca está de los evaluadores?; ¿para que sirva de arma arrojadiza en pelea por mantener privilegios? De cualquier forma, lejos de utilizarla para buscar, en común y humildemente, lo mejor para todos.

No me extraña nada, aunque los motivos puedan ser muy otros, que un grupo de padres se hagan “objetores” a una reválida. Lo que me extraña es que no se hagan “objetores” a la escuela a la que van sus hijos y sigan mandándolos todos los días. Ya sé que eso es mejor que nada. O, al menos, quiero saberlo.