martes, 22 de enero de 2019

¡No eres de azúcar, baila bajo la lluvia!




A finales de junio comentaba en este blog mi paso por una “kedada literaria”, uno de cuyos miembros (Lola López de la Calle) había escrito su primera novela (o, al menos, le habían publicado una primera novela)
A otra de aquellas participantes de la “Kedada” le acaban de publicar “una divertida fábula empresarial” (tal como dice la solapa del libro). Ana E. Arenaza ha escrito “¡No eres de azúcar, baila bajo la lluvia!”, a caballo entre una novela y un libro de autoayuda. Y yo no he tardado en leerla (desde que lo supe), y, de nuevo, en papel.
Yo hubiera preferido que se quedara en novela, porque tendría enjundia suficiente y porque los libros de autoayuda me producen un cierto resquemor, pero la autora es la que decide lo que escribe y cómo.
En la portada se lee: “Una historia en clave de humor para encontrar la salida en momentos difíciles”.
No sé si funcionará para encontrar la salida, pero sí puedo afirmar que el tiempo que uno pasa leyendo el libro se escapa rápidamente, en una lectura ágil, entretenida, ligera, aunque se estén tocando asuntos muy profundos.
Utiliza magníficamente las imágenes, los cuentos, las parábolas,… y algunos momentos son exquisitos. Os animo a leerla.

viernes, 18 de enero de 2019

La fiesta


Con Luis Gutiérrez Maluenda tengo una extraña relación. Ya he leído, y reseñado aquí, varias de sus novelas y siempre, o casi, se trata de una lectura precedida por el abandono de alguna otra que no me estaba gustando nada, por estar en un tiempo “sin complicaciones” a la espera de una buena novela y por ser una lectura llena de tópicos, de acción y útil para “pasar el rato una tarde de invierno”.
“La fiesta” es una de esas novelas absolutamente prescindibles. Y de las que uno puede echar mano en determinadas circunstancias.
Tiene a su favor, como siempre, que es fácil de leer, ágil, y sin ningún “jamacocos” incluido. Pero casi nada más.
Todo lo que podría salvar se reduce a su curiosa estructura narrativa y al uso de tantas exageraciones (y tan exageradas) que, de vez en cuando, te sorprendes y hasta te regodeas en alguna. Valga de ejemplo: “En su sonrisa se  hubiese podido aparcar un camión de gran tonelaje”.
Pero, nada más. Creo.
El año lector no ha comenzado con muy buen pie. Dos abandonos antes de la página 40. Quizás no fueran peores que “La fiesta”, pero me pillaron en otro momento: “Las viudas de los jueves” de Claudia Piñeiro y “El último encuentro” de Sandor Marai.