Acabo de leer la última
novela publicada de Berna González Harbour. Como no podía ser menos, “El sueño
de la razón” es una novela extraña.
Bueno no estoy nada seguro
de que esa sea la palabra correcta, la mejor para definir lo leído.
Vaya por delante mi
recomendación de que la leáis. Esta vez creo que es una novela menos “rápida”,
más tranquila, más “pausada”. Suelo decir que las novelas de B.G.H. son
adictivas, en el sentido de que el desarrollo casi te impide dejarla para
seguir mañana. Casi te lleva en volandas sin tiempo para la reflexión.
No me ha pasado así con ésta.
Se lee muy fácil y siempre mantiene un cierto suspense, pero he tenido la
impresión de que estaba como más “medido”, que daba más tiempo a respirar, a
“aburrirte” en alguna página, que, de vez en cuando, te pide sin excusas que
pares y pienses.
María Ruiz, la comisaria de
la policía, se enfrenta aquí a un loco que pretende recrear algunos cuadros de
Goya, con la salvedad de que la pintura se convierte en performance y ésta
acaba en asesinato.
Como en todas las buenas
series de detectives, es María la que engancha esta novela con la anterior y la
que deja, descaradamente, abierta la próxima, que ya esperamos.
Como buena novela negra algunos rasgos de nuestra
sociedad:
Nos encontramos con “una generación sin hipoteca ni plaza de
parking, sin número en la cola, sin sitio en el futuro, sin oportunidad”.
Y no os perdáis este texto,
lleno de la actualidad más rabiosa, esa que nos amenaza con nuevas elecciones y
la posibilidad de volver a caer en un gobierno de derechas, al que le ha
brotado un apéndice de la mayor de las barbaries, de la menor razón, del más
grande insulto a la inteligencia:
“Sin
duda debió ser atroz para Goya haber participado en la ilusión de una apertura,
de una modernización que iba a traer raciocinio, mayor libertad y luz sobre la
verdad para acabar sucumbiendo en una guerra de destrucción mutua asegurada, que
mientras expulsaba al invasor devolvía el poder a los peores representantes de
la oscuridad. España volvía a quedar sumida en las sombras, era una historia
repetida. Había ocurrido en 1814, en 1936 y a ratos volvían a refulgir señales
desalentadoras en pleno siglo XXI. Los españoles se tragaban hoy la basura
mediática con las mismas muecas de divertimento con que aquellos grabados
celebraban el desprecio al diferente y la ignorancia.”
Se me ocurren algunos pensamientos
malévolos para conectar con aquella voluntad de cambio que ilusionó cuando pareció
plasmarse en un grupo-partido político, que ha perdido mucha, mucha razón.
A leer.