jueves, 18 de julio de 2019

“El sueño de la razón”


Acabo de leer la última novela publicada de Berna González Harbour. Como no podía ser menos, “El sueño de la razón” es una novela extraña.
Bueno no estoy nada seguro de que esa sea la palabra correcta, la mejor para definir lo leído.
Vaya por delante mi recomendación de que la leáis. Esta vez creo que es una novela menos “rápida”, más tranquila, más “pausada”. Suelo decir que las novelas de B.G.H. son adictivas, en el sentido de que el desarrollo casi te impide dejarla para seguir mañana. Casi te lleva en volandas sin tiempo para la reflexión.
No me ha pasado así con ésta. Se lee muy fácil y siempre mantiene un cierto suspense, pero he tenido la impresión de que estaba como más “medido”, que daba más tiempo a respirar, a “aburrirte” en alguna página, que, de vez en cuando, te pide sin excusas que pares y pienses.
María Ruiz, la comisaria de la policía, se enfrenta aquí a un loco que pretende recrear algunos cuadros de Goya, con la salvedad de que la pintura se convierte en performance y ésta acaba en asesinato.
Como en todas las buenas series de detectives, es María la que engancha esta novela con la anterior y la que deja, descaradamente, abierta la próxima, que ya esperamos.

Como buena novela negra algunos rasgos de nuestra sociedad:
Nos encontramos con “una generación sin hipoteca ni plaza de parking, sin número en la cola, sin sitio en el futuro, sin oportunidad”.
Y no os perdáis este texto, lleno de la actualidad más rabiosa, esa que nos amenaza con nuevas elecciones y la posibilidad de volver a caer en un gobierno de derechas, al que le ha brotado un apéndice de la mayor de las barbaries, de la menor razón, del más grande insulto a la inteligencia:
“Sin duda debió ser atroz para Goya haber participado en la ilusión de una apertura, de una modernización que iba a traer raciocinio, mayor libertad y luz sobre la verdad para acabar sucumbiendo en una guerra de destrucción mutua asegurada, que mientras expulsaba al invasor devolvía el poder a los peores representantes de la oscuridad. España volvía a quedar sumida en las sombras, era una historia repetida. Había ocurrido en 1814, en 1936 y a ratos volvían a refulgir señales desalentadoras en pleno siglo XXI. Los españoles se tragaban hoy la basura mediática con las mismas muecas de divertimento con que aquellos grabados celebraban el desprecio al diferente y la ignorancia.”
Se me ocurren algunos pensamientos malévolos para conectar con aquella voluntad de cambio que ilusionó cuando pareció plasmarse en un grupo-partido político, que ha perdido mucha, mucha razón.
A leer.


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