Diga lo que diga aquí de lo que
sucedió ayer, alguien me va a indicar “bueno, las cosas no son tan simples”.
Exprese la opinión que exprese de
lo que sucedió ayer, alguien va a replicar “bueno, todo es un poco más complejo
que como tú lo expresas”.
Así que a ver si digo algo
sencillito. Aunque no debe ser así, porque me voy a repetir y los que tienen
que entender no lo hacen. Muchos han dicho ya esto que voy a decir y mejor
dicho, con más claridad y precisión.
El voto que aquel ya lejanísimo
28-a regalé al PSOE, lo tiré a la basura. El voto que le diste a UP lo tiraste
a la basura. Mi voto a UP se fue a la basura y tu voto al PSOE también. Porque,
ahora ya, ¿qué importa a quién se lo dimos si su destino final era la basura?
Y ayer se fue a la basura, con
ellos, la ilusión (¿de ilusos?) que se generó aquel ya lejanísimo 28-a. Porque
no sirvieron de nada.
Oído ayer en el Congreso (de esos
señores que tienen la suerte de llevar cobrando – y bien – tres meses, sin
haber hecho nada… antes de coger vacaciones), aunque no de forma literal: “están
ustedes creando abstencionistas radicales y propagandistas “.
¿Por qué no le dejé seguir
viviendo a mi abstención aquel día?
Volveré a hacer mía una frase que
leí allá por los años 80 (del siglo pasado, sí), escrita en una revista que se
llamaba Bicicleta y que decía (más o menos): “Pasa la voz compañero: es tiempo
de abstención”
Decepcionado, no. Lo siguiente
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