lunes, 30 de diciembre de 2019

El abismo de una sociedad sin trabajo obligatorio


El último asunto del año que acaba es mucho más complejo, más difícil y, de momento, me conformo con ordenar un poco el magma de ideas, datos, y reflexiones que se han acumulado durante los últimos meses, provenientes de conferencias, lecturas, blogs, videos, conversaciones… que no he sido tan precavido como para recoger de forma más o menos ordenada. Me basta hoy con trazar algunas líneas de reflexión y algunas preguntas a las que habrá que responder.
Son ya muchas las voces que dicen que podemos pensar que es posible una sociedad en la que el trabajo nos lleve muy poco tiempo o, incluso, nada.
Para ello serán necesarias dos condiciones ineludibles:
La cantidad de productos disponibles no deberá disminuir. Lo que, dicho de otra manera, significará que la productividad por unidad de trabajo deberá crecer exponencialmente. Ahí están la robótica, la informática, la Inteligencia Artificial…
Los hombres y las mujeres, por el hecho de serlo, tendremos acceso a cuantos bienes necesitemos, deseemos o soñemos, Es el tema de la Renta de Garantía Universal, realmente universal.
Y hay muchas voces que dicen que ambas cosas son hoy posibles, o en un mañana muy cercano. Y, que, por tanto, aquella vieja utopía de una sociedad sin trabajo necesario y obligatorio empieza a poder estar a la vuelta de la esquina.
Y cuando llego aquí se abre el abismo: el abismo de una sociedad sin trabajo. Y empiezan las preguntas. Muchas y muy importantes:
¿Cómo nos vamos a definir? A nivel personal y a nivel social, nos venimos definiendo como aquello en que trabajamos: somos el electricista, el carpintero, el policía o el profesor. Y, ahora mismo, soy el jubilado, el que ya ha dejado de trabajar. ¿Quién voy a ser cuando no haya trabajo para nadie? ¿Cómo voy a conocer a mi vecino?
Si nuestros niños no se van a preparar para trabajar y nos sobra una gran cantidad de horas de educación universitaria, pos secundaria, secundaria e, incluso, parte de primaria, ¿qué hacemos con nuestros niños?
Si la renta es universal, ¿esos vagos van a cobrar lo mismo que yo, que aún me mantengo en el trabajo?
¿En qué emplearemos todo el tiempo libre que nos va a quedar?
(Lo que sigue, al hilo de lo que vengo escribiendo, sí que es una reflexión ya vieja y un asunto de los “fáciles”: si el tiempo que no trabajamos es el tiempo libre, el que trabajamos es el tiempo esclavo… y que cada uno saque las conclusiones que quiera).

Y, de momento, no hay nada más. Tendré que seguir con el asunto. Apasionante y determinante de la vida de nuestros hijos y nietos. No menos que el del cambio climático.


Si tenéis un rato, un par de inquietudes, ganas de leer algo verdaderamente interesante y provechoso, os recomiendo:

http://www.juantorreslopez.com/2020-101-desafios/

Supongo que a Juan Torres López no le parecerá mal.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

Termina 2019




Termina el año con varios temas en el candelero (en mi candelero). Algunos asuntos son tan “fáciles”, tan evidentes y claros, que su solución “sólo” requiere medidas políticas.
Y ya sé que lo anterior es una simplificación, pero si no simplificamos, si a cada asunto le vamos añadiendo adherencias, conflictos personales, dudas existenciales, y componentes sicológicos, nunca encontraremos solución. De lo cual alguien se aprovechará.
Por ejemplo, el tema de las nacionalidades, con Cataluña como punta de lanza en este momento. Tan sencillo como preguntar a los ciudadanos qué quieren y tirar para adelante (o sea, aquel derecho de autodeterminación del que ya hablábamos en mi juventud, cuando lo de la primavera de Praga, por ejemplo. Antes habrá que fijar un par de condiciones o de reglas del juego y ya está. Y si los implicados directamente no son capaces de hacerlo, que lo haga algún organismo internacional.
Por ejemplo, el tema de las pensiones. Está claro que “se han disparado”, que hace falta cada vez más dinero. ¿Y qué? Pues se saca más dinero. ¿De dónde? Del único sitio posible, de donde se sacan todos los dineros para gastos públicos, de los impuestos. Que no hay suficiente … se aumentan.
Eso sí, primero se pilla a todos los defraudadores que se olvidan de Hacienda cuando les toca apoquinar, luego se eliminan todas las “desigualdades a la inversa” (eso de cuanto más tengo menos pago), y por fin se  suben los impuestos… de manera progresiva. Realmente progresiva. Todo lo demás son dar vueltas y más vueltas, promocionadas por quienes van a tener que pagar más o por quienes de benefician del fraude y las privatizaciones.
Me llega ahora a la memoria la propaganda y el casi asedio que tuvimos que padecer nuestra generación, cuando éramos jóvenes, porque era – decían … los bancos y los suyos – casi imposible que hubiera pensiones dignas para todos y, por consiguiente, teníamos que hacernos planes de pensiones privados, que, además, reducían la imposición fiscal. (Esto, jovenzuelos, no tiene nada de nuevo, es tan viejo como nuestras primeras inquietudes por las pensiones de jubilación, allá por los 80).
Recuerdo mis cálculos de entonces. Más o menos, dedicándoles la mitad de mi sueldo durante treinta años, luego me llegaría para vivir de la pensión unos poquitos años. Claro que yo no podía dedicarles  la mitad de mi sueldo: estaba la hipoteca, la luz, la comida, los hijos, … y hasta ir al cine. Así que podía dedicar ¿un 5%? Y ya sólo me quedaba pensión para la décima parte de “unos poquitos años”. Que no es casi ninguno.
Pues ahí están los bancos y sus planes de pensiones intentando volver a engañar a nuestros jóvenes. Lo tienen difícil, porque encima los jóvenes ganan menos de lo que ganábamos nosotros entonces.
Y estas reflexiones valdrían para la sanidad pública-privada, la escuela pública-privada y para algunas otras cosas semejantes. Todo eso que debemos privatizar según … ¿Según quiénes? Pues nada más fácil. Según aquellos a los que sus patrimonios o sus sueldos se lo permiten; según aquellos que tienen negocios privados que van a beneficiarse, porque no sólo tendrán menos impuestos sino que además tendrán más razones para desgravar, Vamos según “los mismos de siempre”.
Vosotros sabréis si os dejáis engañar.
Volvamos al principio. Esos son problemas “fáciles”. Luego, además, el año acaba con dos asuntos que me parecen mucho más complejos.
De uno de ellos no diré nada. No me atrevo a hablar del cambio climático. Me parece que para hablar de esto hacen falta otros “sabios”, que muestren los caminos “fáciles” que hay que andar.
Mi única propuesta clara es la que dice que tenemos que dejar un planeta habitable, en las mejores condiciones que nunca haya conocido, para que vivan en él nuestros hijos y nuestros nietos y los nietos de nuestros nietos.
Me queda otro asunto complejo, pero de él escribiré en otro momento.
No se me olvida: Feliz Navidad

martes, 24 de diciembre de 2019

Un poco de oxígeno


No consigo que este moribundo blog termine su vida de una vez por todas. La pena puede conmigo. Así que aquí estamos.
A la pereza, cada vez mayor, de este bloguero, cada vez mayor, se añaden temporadas en las que escasean los estímulos directos.
Los comentarios de actualidad que uno haría los encuentra ya escritos en otros blogs, en otros periódicos, o en los comentarios que se abren para que los lectores dejen sus opiniones. Nada nuevo que decir. Si ya está ahí, ¿para qué te vas a molestar en escribirlo también tú?
Si en esos momentos los estímulos tampoco llegan desde las novelas que uno lee…
Las últimas lecturas, después del descubrimiento de Carlos Bassas del Rey, que se produjo hace ya más de dos meses, han sido muy poco estimulantes.
 “La lengua de los secretos”, de Martín Abrisketa; “Y después” de Guillaume Musso, “Dime la verdad” de Tess Gerritsen; “La impaciencia” de Stefan Zweig; “Las dos ancianas” de Velma Wallis pasaron con más pena que gloria.


 
Si acaso, reseñar brevemente “Las flores no sangran“de Alexis Ravelo. Es una novela ágil, llena de suspense, con un relato que se retuerce una y otra vez y con la novedad de la geografía de Gran Canaria. (O sea, que esta vez, más que otras, no tenemos ni idea de por dónde se mueve la acción,



Por otro lado, he releído alguno de los clásicos de la novela negra: “El largo adiós”, de Raymond Chandler y “Por amor a Imabelle”, de Chester Himes. Difícil. Claro está que Marlowe o Ataúd Ed Johnson y Sepulturero Jones nos defrauden a estas horas. Si estáis en caída libre hacia el aburrimiento de leer siempre lo mismo, los clásicos son una buena escalera para remontar y coger aire.





Y luego ha estado la muy curiosa “Triste, solitario y final”, del argentino Oswaldo Soriano. Paco Camarasa la calificaba como “inolvidable”. Yo diría que con “curiosa” basta. Casi la he olvidado, pero es de obligada lectura para los fans de Marlowe, entre los que no me encuentro. Soy muy poco fan. De cualquier forma, ninguno tiraréis el tiempo si la leéis y todos pasaréis un buen rato.



Tardaré menos en la siguiente vuelta.

martes, 8 de octubre de 2019

Novelas en verano


Este ha sido un verano “pobre” en lecturas. Primero tres novelas seguidas que no llegaron más allá de la página 40, cuyos títulos ni recuerdo, aunque sé que estaban sacadas de esas listas que alguna prensa publica sobre lo mejor para leer este verano, o de las listas de libros más vendidos (y se supone, claro, que leídos) o de lugares semejantes.

Luego una de Gutiérrez Maluenda que me hizo descubrir que, curiosamente y sin ninguna premeditación, no es la primera vez que acudo a él para leer algo bien escrito, desengrasante, sin gloria, pero con capacidad para retomar el gusto por la buena escritura y el suspense.

Y después, ya sí, tres o cuatro títulos interesantes en distinto grado.

En tiempos de oscuridad es bueno volver a alguna luz del pasado (más o menos reciente), así que me enganché a Carlos Bassas del Río y su “Soledad”: una buena novela, sorprendente y cargada de desesperanza y tristeza; negra por su clarividencia al situar la tragedia en un marco social de pobreza, de machismo y de falta de cualquier expectativa de cambio.

Piensa la madre “la niña duerme en su habitación.
La muerte no es hasta que alguien la hace verbo; sólo entonces, al encarnarse, se concreta, estalla en toda su magnitud y su onda expansiva llega a todos los rincones; sólo entonces alcanza el grado de absoluta, de irremediable, de irreparable.”

“Los asquerosos” de Santiago Lorenzo es también una novela extraña y curiosa tanto por cómo está contada como, sobre todo, por lo que cuenta. La historia relatada puede ser cualquier cosa menos habitual.

Crítica ácida de muchas de nuestras estupideces, utiliza, casi hasta con exceso, metáforas, imágenes, comparaciones muy inteligentes.

Otro, muy asnal se presentaba con la leyenda (en la camiseta) Oxford University, desprestigiando a un claustro que no le habría admitido en la casa sabia ni como cadáver donado”
“Todo había que dárselo hecho. Llegarían a adultos sin conocerla compleja receta del bocadillo de chorizo”

A “Lluvia fina” de Luis Landero  le tenía ganas. Y mis expectativas se han cumplido. La historia relatada, la que quiere reconstruir la realidad de lo ocurrido, va creciendo a medida que cada personaje cuenta su interpretación de la misma. Y lo hace a través de la construcción de unos personajes y de unos diálogos maravillosos.

Los que tenemos tanta capacidad de olvidar la historia como para reconstruirla desde nuestra imaginación y no dudamos en transformar la realidad pasada en algo que dicen que no fue así, no deberíamos perdernos esta novela. Y cada día que pasa (o cada dos días) me doy cuenta de que somos legión, o sea, casi todos.

Lástima que este artificio no pueda ser soportado.


“La caída de Madrid” de Rafael Chirbes es lo último que acabo de leer. Ninguna quiniela sobre las mejore novelas del autor la incluiría. No me ha parecido una novela “redonda” y, sin ninguna duda, he leído cosas suyas mejores.

Lo cual no quita para qué esté muy bien escrita, con un juego de narradores, que alterna la primera y la tercera persona, que se sigue sin ninguna dificultad y que añade profundidad, sentimiento, subjetividad a lo que está aconteciendo (alguna parte de lo que está aconteciendo( en la víspera de la muerte de Franco.

Las dos Españas (o tres o cuatro) que “esperan” el acontecimiento y que muestran lo que han sido, lo que son y buena parte de lo que quieren ser, esas Españas, digo, muy bien retratadas a través de un elenco de personajes amplio, bien elaborado y de mucho calado.

No son estas malas fechas para recordar ciertas efemérides.

“Tenía la sensación de que había empezado a acabarse un tiempo en el que uno dominaba el mundo porque dominaba cuanto ocurría entre las cuatro paredes de su casa, o de su empresa, que, al fin y al cabo, era parte de la casa, y, de repente, resultara imposible abarcar nada, y cada hombre se convirtiera en un juguete en manos de fuerzas desmesuradas. Paradójicamente, se habían mezclado en los últimos años bonanza económica e inseguridad de una manera casi imperceptible al principio y, luego, creciente: la primera huelga en la empaquetadora en el sesenta y siete, el conato de incendio provocado del almacén de artesanía en el setenta, las discusiones cada vez más agrias con los jurados de empresa, los gestos hoscos de los trabajadores más jóvenes, que, en vez de saludar como hacían los veteranos, miraban fijamente hacia la máquina cuando él pasaba a su lado; la silicona tapando todas las cerraduras de la fábrica de muebles la mañana en que se convocó la primera jornada de huelga, y los empleados, quietos, en la explanada, negándose a entrar cuando los bomberos consiguieron abrir las puertas utilizando los alicates.”

domingo, 28 de julio de 2019

Justo


Justo es eso: un justo, justiciero, al que “se le va la olla” (o no; mejor, no) tanto que hace justicia, precisamente entre los “funcionarios” de la Justicia, que nada hacen para que ésta sea una realidad, antes bien se aprovechan de su situación para hacer “de su capa un sayo”.
Eso sí, enriqueciéndose más allá de cualquier límite justo, violando, robando, especulando, traficando,….
Justo es un “tzadik”, “el que barre la mierda de Dios” , citando el final de la novela.
“Justo” es una novela de Carlos Bassas del Rey, publicada en el 2018 y premio Hammett de novela negra de este último año.
“Justo” es una gran novela. Negra, muy negra. Con un protagonista duro, eficaz, directo y viejo. Es una de esas novelas en las que el justiciero empatiza con el lector (o a la inversa) y en las que los métodos parecen justificados, más allá, mucho más allá, de esa legalidad, que poco tiene que ver con la justicia.
Es una novela para leer, para comentar, para disfrutar y, a ratos, para regodearse en ella.
No os la perdáis… que, además, es cortita y se lee en un voleo.

viernes, 26 de julio de 2019

Decepcionado, no. Lo siguiente


Diga lo que diga aquí de lo que sucedió ayer, alguien me va a indicar “bueno, las cosas no son tan simples”.
Exprese la opinión que exprese de lo que sucedió ayer, alguien va a replicar “bueno, todo es un poco más complejo que como tú lo expresas”.
Así que a ver si digo algo sencillito. Aunque no debe ser así, porque me voy a repetir y los que tienen que entender no lo hacen. Muchos han dicho ya esto que voy a decir y mejor dicho, con más claridad y precisión.
El voto que aquel ya lejanísimo 28-a regalé al PSOE, lo tiré a la basura. El voto que le diste a UP lo tiraste a la basura. Mi voto a UP se fue a la basura y tu voto al PSOE también. Porque, ahora ya, ¿qué importa a quién se lo dimos si su destino final era la basura?
Y ayer se fue a la basura, con ellos, la ilusión (¿de ilusos?) que se generó aquel ya lejanísimo 28-a. Porque no sirvieron de nada.
Oído ayer en el Congreso (de esos señores que tienen la suerte de llevar cobrando – y bien – tres meses, sin haber hecho nada… antes de coger vacaciones), aunque no de forma literal: “están ustedes creando abstencionistas radicales y propagandistas “.
¿Por qué no le dejé seguir viviendo a mi abstención aquel día?
Volveré a hacer mía una frase que leí allá por los años 80 (del siglo pasado, sí), escrita en una revista que se llamaba Bicicleta y que decía (más o menos): “Pasa la voz compañero: es tiempo de abstención”
Decepcionado, no. Lo siguiente

jueves, 18 de julio de 2019

“El sueño de la razón”


Acabo de leer la última novela publicada de Berna González Harbour. Como no podía ser menos, “El sueño de la razón” es una novela extraña.
Bueno no estoy nada seguro de que esa sea la palabra correcta, la mejor para definir lo leído.
Vaya por delante mi recomendación de que la leáis. Esta vez creo que es una novela menos “rápida”, más tranquila, más “pausada”. Suelo decir que las novelas de B.G.H. son adictivas, en el sentido de que el desarrollo casi te impide dejarla para seguir mañana. Casi te lleva en volandas sin tiempo para la reflexión.
No me ha pasado así con ésta. Se lee muy fácil y siempre mantiene un cierto suspense, pero he tenido la impresión de que estaba como más “medido”, que daba más tiempo a respirar, a “aburrirte” en alguna página, que, de vez en cuando, te pide sin excusas que pares y pienses.
María Ruiz, la comisaria de la policía, se enfrenta aquí a un loco que pretende recrear algunos cuadros de Goya, con la salvedad de que la pintura se convierte en performance y ésta acaba en asesinato.
Como en todas las buenas series de detectives, es María la que engancha esta novela con la anterior y la que deja, descaradamente, abierta la próxima, que ya esperamos.

Como buena novela negra algunos rasgos de nuestra sociedad:
Nos encontramos con “una generación sin hipoteca ni plaza de parking, sin número en la cola, sin sitio en el futuro, sin oportunidad”.
Y no os perdáis este texto, lleno de la actualidad más rabiosa, esa que nos amenaza con nuevas elecciones y la posibilidad de volver a caer en un gobierno de derechas, al que le ha brotado un apéndice de la mayor de las barbaries, de la menor razón, del más grande insulto a la inteligencia:
“Sin duda debió ser atroz para Goya haber participado en la ilusión de una apertura, de una modernización que iba a traer raciocinio, mayor libertad y luz sobre la verdad para acabar sucumbiendo en una guerra de destrucción mutua asegurada, que mientras expulsaba al invasor devolvía el poder a los peores representantes de la oscuridad. España volvía a quedar sumida en las sombras, era una historia repetida. Había ocurrido en 1814, en 1936 y a ratos volvían a refulgir señales desalentadoras en pleno siglo XXI. Los españoles se tragaban hoy la basura mediática con las mismas muecas de divertimento con que aquellos grabados celebraban el desprecio al diferente y la ignorancia.”
Se me ocurren algunos pensamientos malévolos para conectar con aquella voluntad de cambio que ilusionó cuando pareció plasmarse en un grupo-partido político, que ha perdido mucha, mucha razón.
A leer.


Andrea Camilleri


Ha muerto Andrea Camilleri.
La noticia está siendo tan comentada en toda la prensa que nada os costará encontrar  lo que queráis saber de su personalidad, sus escritos, sus posturas vitales…
Camilleri era un habitual de mis lecturas. También lo fue en este blog. Aquí, sin embargo, dos veces anuncié que me retiraba (con dolor) de entre sus lectores y, ahora, por segunda vez corrijo mi opinión.
Esta vez para deciros que mi homenaje a Camilleri consistirá en la lectura de su última novela con Montalbano de protagonista. Creo que se lo debo y que no hay mejor homenaje a un escritor que leer lo que ha escrito.
Camilleri ha muerto. ¡¡¡Larga vida a la novela negra!!!

jueves, 4 de julio de 2019

Carta, con retraso, a un edil socialista



Es verdad que mi jeta es grande. ¡Escribirte una carta! Yo, que ni siquiera te he votado.
Pero, como estoy en mi blog y tú, más o menos, eres ya una figura pública, en buena medida intercambiable (sólo políticamente hablando, claro, porque mi respeto por ti no lo voy a perder de ninguna manera. Que ya no es tiempo de perder nada de lo bueno que me queda), decía que como estoy en mi blog y tú eres una figura pública, nadie ni nada me impide tener una gran jeta. Al fin y al cabo, en mi blog cualquiera tiene espacio libre para contestar o para opinar.
Si hubieras sido cabeza de lista, te hubiera votado. Mira por dónde. Pero el que llevabais me parece tan poco elegible…
A ti sí te hubiera votado. Por dos cosas: porque tienes aire de ser honrado, de no buscar la silla, el sueldo, la pensión; y porque te has currado la calle, una calle de barrio, de barrio en las afueras, una calle de desfavorecidos, una de esas calles en las que vive la gente con la que yo intenté no hace mucho ser educador.
Y por una tercera razón: porque te conoce gente a la que yo conozco y a la que hemos tenido, tú y yo, como compañeros de intereses, de pensamientos, de alguna lucha que otra. Aunque tú y yo no hayamos coincidido mucho.
Pero, ahora, por arte de birlibirloque, o sea por arte de una forma de practicar la política que tú (todavía) y yo sabemos a quién favorece, te conviertes en edil de no sé qué cosa, es decir en edil de cualquier calle, no de ésta que conocíamos. Te vas de ese barrio, no sé a dónde. Aunque no quieras creértelo. Así te lo están montando.
Supongo que intentarás torearlo, que querrás practicar otro tipo de política, etc., etc. Todas esas cosas que uno se dice cuando empieza algo. Que todos nos hemos dicho. Y me da miedo, un miedo…
Y cuando me he enterado de lo que, oficialmente, ahora vas a cobrar…
Miedo, sí, miedo, pero también esperanza porque, de otro modo, no hubiera escrito esta carta –con retraso- a un edil socialista, no a cualquiera.

Belleza roja


Varios reportajes de esos que ahora abundan, del estilo de “Las 15 (ó 10 ó 12) novelas negras que no debes dejar de leer este verano (o este año, o estas navidades,…)” me habían puesto sobre la pista de “Belleza roja”, de Arantza Portabales (nacida en Donosti, aunque gallega) y pronto bautizada como “la nueva dama de la novela negra española”
Apabulla un poco de entrada encontrar que de 8 personajes (6 sospechosos del crimen y dos investigadores) nadie haya tenido una vida “normal”, “corriente”, vamos, como la tuya o la mía. Todos esconden violencia, muerte, abusos, “locura”, … Quizás sea que sólo así se puede ser personaje de una ficción literaria. Pero es que son prácticamente todos los que aparecen.
Ya el ambiente (de familia rica, de la alta burguesía) en el que discurre la novela me puso alerta. Luego, la ausencia casi total de contexto social, político, económico, …. Y seguí con su lectura pensando en esos relatos que esconden muy bien el resultado del puzle que dará con el asesino y que te mantienen en vilo hasta el final.
Pero es que a la novela, para mi gusto, le sobran historias periféricas, historias que nada aportan al asunto policial, a la investigación, a su desarrollo. Son historias románticas, llenas de esa pseudo-psicología popular capaz de explicarnos quién es el personaje a partir de un par de datos, casi insignificantes. Son historias que más parecen estar como gancho para el lector de bestsellers que para el de novelas policiales.
Esta vez, lo confieso, los “cronistas de libros” me han equivocado.

sábado, 22 de junio de 2019

El aliado, Repila


“El aliado” es la última novela publicada de Iván Repila. Es un autor que siempre me sorprende. Sus novelas resultan exageradas, extrañas, y fácilmente se convierten en fuente de comentarios encontrados.
En ésta no se puede negar que maneja una enorme documentación sobre el feminismo. Al menos así me lo parece a mí que no dejo de ser un simple aficionadillo al tema.
Parece que Repila intentara romper o, cuando menos, difuminar los límites entre géneros literarios y, por eso, a ratos uno no sabe si está ante una novela  o ante un ensayo. Tan es así que la novela (creo) termina con un epílogo que ni siquiera está escrito por él, sino por Aixa De la Cruz (a la que leeré sin tardar mucho). Un epílogo en el que he tenido la impresión de que querían explicarme la novela, asegurarse de que el lector había entendido el contenido de forma correcta. Algo que me ha dejado “muy frío”.
No me pararé a decir nada sobre la “tesis” (¿) de la novela. Ya habrá quien lo haga, si le merece la pena. Yo sólo hablo de la novela.
Y su prosa cuidada (a veces brillante),  su fácil y rápida lectura, más ciertos momentos muy logrados salpicados de un humor  ácido muy inteligente, no me parecen suficientes para justificar su lectura. A mí no me ha gustado.

miércoles, 29 de mayo de 2019

El archipiélago del Perro, Philippe Claudel


“El archipiélago del Perro” es la última novela de Philippe Claudel
Impresiona. Lo que dice, la crudeza con la que lo dice, lo bonito como escribe. Como siempre.
Poco antes de leerla me encontré con un reportaje de Eduardo Laporte en el suplemento de El Correo, Territorios, del 16 de mayo del 2019, titulado “Europa se estáconvirtiendo en una isla”. Si está a vuestro alcance echadle una ojeada y pedir, a Dios o a Bruselas, que esa isla no forme parte del archipiélago del Perro.
Podría traeros aquí muchos trozos de la novela, pero, si la leéis, allí están y, si no, que os baste con las primeras líneas de la novela:


“Codiciáis oro y sembráis ceniza.
 Ensuciáis la belleza, destruis la inocencia.
 Hacéis correr por doquier grandes torrentes de lodo. El odio es vuestro alimento, la indiferencia vuestra brújula. Sois criaturas del sueño, siempre dormidas, hasta cuando creéis que estáis despiertas. Sois el fruto de unos tiempos soñolientos. Vuestras emociones son efímeras, como mariposas calcinadas por la luz del día cuando apenas han salido del capullo. Vuestras manos moldean vuestra vida con una arcilla seca e inconsistente. La soledad os devora. El egoísmo os engorda. Dais la espalda a vuestros hermanos y perdéis el alma. Vuestra naturaleza está hecha de olvido.
 ¿Cómo juzgarán vuestra época los siglos futuros?
 La historia que sigue es tan real como podáis serlo vosotros. Sucedió aquí como podría haber sucedido en cualquier otro sitio. Sería demasiado fácil pensar que ocurrió lejos. Los nombres de los individuos que la pueblan no tienen la menor importancia. Podrían cambiarse. Podrían sustituirse por los vuestros. Sois tan parecidos, surgidos todos del mismo molde inalterable…
 Estoy seguro de que tarde o temprano os haréis una pregunta lógica: ¿Fue testigo de lo que nos cuenta? Os respondo: Sí, lo fui. Como vosotros, que sin embargo no quisisteis verlo. Vosotros nunca queréis ver. Yo soy quien os lo recuerda. Soy el que molesta. El que no se pierde detalle. Lo veo todo. Lo sé todo. Pero no soy nada, y eso es lo que pienso seguir siendo. No soy ni hombre ni mujer. Soy la voz, nada más. Os contaré la historia desde la sombra.
 Los hechos que voy a relatar ocurrieron ayer. Hace unos días. Hace uno o dos años. No más. Digo «ayer», pero creo que debería decir «hoy». A las personas no les gusta el ayer. Viven en el presente y sueñan con los días del mañana.”

lunes, 20 de mayo de 2019

La red púrpura, de Carmen Mola


“La Red Púrpura” es, después de “La novia gitana” la segunda entrega (¿la última?... lo dudo; habrá más) de las investigaciones de la inspectora de la policía nacional, Elena Blanco y su equipo de la BAC (Brigada de Análisis de Casos).
Carmen Mola nos deja una novela escalofriante desde sus primeras páginas.
Una novela que amaga, a veces, con convertirse en negra: esa relación estrecha entre la justicia y el poder político; la explotación de los desheredados y lo que valen determinadas  vidas humanas; el espectáculo, su necesidad de espectadores, partícipes pasivos de un crimen; lo que el dinero puede comprar, los posibles restos del resultado de una guerra civil ya lejana, …
Pero, fundamentalmente, “La Red Púrpura” es un thriller, de esos que he dado en llamar “sucio” (ver mi blog el 13 de marzo del 2013): “novelas basadas en un crimen “sucio”, tan sucio que es capaz de manchar hasta el propio concepto de “humano”. El planteamiento de lo investigado es, antes que nada, desagradable, duro, inquietante, basto, extremo,…
A mi modo de ver, a veces es excesiva y me disgusta eso de que, al final, casi todo salga bien, o lo mejor posible. El hecho de que “el héroe” se salve demasiadas veces en el último instante la hace un tanto inverosímil.
Pero, se trata de una novela intensa, tanto que cuando te coge (recién empezado a leerla) tienes verdaderas dificultades para dejarla, tanto que lo que “el cuerpo te pide” es leértela de un solo tirón.
Ese par de tardes de verano no vais a tener nada mejor para leer.

sábado, 4 de mayo de 2019

Universidad para asesinos

Acabo de leer la última novela de Petros Márkaris: Universidad para asesinos.



Y la voy a "despachar" con una referencia: mi propio blog del 21 de marzo del 2017
Y un sólo "comentario": exclusivamente para irredentos admiradores del viejo Márkaris.

viernes, 26 de abril de 2019

Los colores del incendio


En el período de entreguerras asistimos a una terrible venganza, fina y sutil, de una gran exquisitez literaria.
En ella, podemos leer escenas jocosas (no perderse la visita del joven Alphonse a las dos mellizas, primas de la protagonista, Madeleine); críticas directas a los políticos, la prensa, la gran industria, la banca, … en las que uno se pregunta si algo habrá cambiado desde entonces; análisis del funcionamiento del capital (impuestos y evasiones); y una buena parte  del discurrir histórico de un tiempo cercano a la Segunda Guerra Mundial, con el trasfondo del auge del fascismo en Alemania y la “respuesta” francesa al mismo.
“Los políticos estaban tan desprestigiados que los votantes no les prestaban oídos ni cuando decían la verdad”.
“Charles ordenó estudiar todas las medidas existentes para controlas las declaraciones (fiscales) y castigar a los evasores.
- Esto es un queso gruyer – concluyó tras dos semanas de examen”.
“En resumen, el escándalo se fue diluyendo poco a poco y unos meses más tarde quedó en nada: los bancos ingleses y suizos prosiguieron su actividad, que ni siquiera se había ralentizado, y los contribuyentes más modestos continuaron pagando proporcionalmente más que los privilegiados”.
Y todo ello salpicado de un elenco de personajes secundarios que merecerían una historia propia cada uno de ellos:
Paul, el hijo de Madeleine con una historia trágica a sus espaldas; Charles, el tío, político que vive siempre a costa de alguien; sus “encantadoras” hijas para las que no encuentra pretendiente, y su mujer (“lo burra que podía llegar a ser era increíble”).
André, periodista capaz de hacer la necrológica de un entierro en el que no había estado: “Aquel joven tenía dos cualidades indispensables para el oficio de periodista: ser capaz de explayarse sobre un tema del que no sabía nada y describir un acontecimiento al que no había asistido”
Leonce, la esposa que causa sensación precisamente “porque no parece una esposa”.
Vladi, la nurse polaca que no habla francés, ni aprenderá una sola palabra, porque lo que mejor sabe hacer no necesita de las palabras.
Solange “la Gallinato”, auténtica diva de ópera que comete más faltas de ortografía que palabras escribe.
El anarquista que ayudará a Madeleine a consumar su venganza como si de cualquier trabajo se tratara.
Y otros.
Con todos ellos Pierre Lemaitre escribe una historia que no te deberías perder: Los colores del incendio

miércoles, 17 de abril de 2019

Finlandia




Que se me perdone la chapuza de fotos, pero...

Hace más de 16 años lo que tuvimos que oir, lo que teníamos que aprender, lo que teníamos que ver. Y hasta fuimos (fueron los jefes) de visita… porque no se podía perder semejante oportunidad para mejorar nuestro trabajo educativo.



Quince años después… tenemos que agradecer que aquel sistema tuviera también su pequeña cuota de fracaso escolar. Por lo menos unos 400.



Ya sé de mi desfase “histórico” al identificar los educandos del 2003 con los votantes del 2019. Pero, posiblemente no haya desfase "filosófico" alguno en la moraleja: ya entonces algunos no nos fiábamos y la única postura sana ante las autoridades oficiales es la de la desconfianza.

jueves, 4 de abril de 2019

Se me ha inflado el bolígrafo


A veces a uno se le inflan los bolígrafos y tiene que descargar tinta. Y entonces es cuando descubre-recuerda que aún no ha cerrado su blog (cosa que viene dejando para mañana desde hace un tiempo) y que ¿hay algo mejor que un blog para largar de forma incontenida (la famosa incontinencia verbal), irresponsable y absolutamente inocua? Bueno, sí. Existen el diario de sesiones de algún lugar sagrado, la entrevista en los pasillos de esos lugares, las tribunas que ya se preparan,… Pero todo ello está fuera del alcance del bolígrafo inflado.
O sea: viene la portavoz del PP en la Diputación Permanente del Congreso (pocos lugares tan sagrados) y dice que va a votar que no a la ampliación de los permisos de paternidad porque ellos están de acuerdo con que los ciudadanos los tengan, pero debe ser su máximo dirigente quien los conceda después del 28A.
Es decir: mire, usted yo pienso así, pero voy a votar que no porque he descubierto que estoy de acuerdo con ud. y ud. no me gusta.
Y esto podría haber ocurrido con cualquier otro portavoz de cualquier otro grupo en cualquier otro asunto. ¡Chiquillos! Es el comportamiento típico de un adolescente: dime lo que te parece a ti para hacer lo contrario.
Y digo yo: para chiquillos nosotros que permitimos que sigan en puestos de decisión cuando lo lógico sería que les diésemos un par de guantazos (figurados, literarios… es una metáfora, hombre). Y les pagamos. Muy bien,
A propósito del asunto ese de las tomas de decisiones, recuerdo que hace un par de días estuve en un grupo de viejos que se quejaba porque nos han retirado de los lugares de decisión, porque “ya no pintamos nada”. Los viejos.
Pregunté entonces y pregunto hoy. Y no busco la respuesta porque me parece muy sencilla y ya en este lugar “irresponsable” (que es mi blog) no necesito hacer investigaciones profundas y correctas. Pregunté: ¿cuál es la edad media de los 5 hombres y mujeres más ricos de España?, ¿de los banqueros?, ¿de los presidentes de  compañías del IBEX?, ¿de los directores de los grandes medios de comunicación?, ¿de los obispos?, ¿de los generales?, … Quizás en cualquiera de esos grupos yo no estaría “fuera de edad”. (En todo lo demás estoy fuera)
Pero es que con los viejos nos está pasando como con cualquier otro colectivo discriminado que se precie de tener que reivindicar sus derechos. Ya no hay mujeres “malas”, ni homosexuales (trans…) “malos”, ni negros “malos”, ni gitanos “malos”, ni… Pertenecer a un colectivo discriminado quita más culpas que el bautismo.
Que nadie sospeche que en las entrañas de mi bolígrafo hay la menor duda de que todas esas discriminaciones están ahí. Pero hay “malos” que son mujeres, que son homosexuales, que son negros, que son gitanos, que son emigrantes,.. que son viejos.
Que el 28A no nos pille desprevenidos.

sábado, 16 de marzo de 2019

El viaje del elefante

El viaje del elefante, de José Saramago



Por supuesto, tratándose de Saramago, es novela muy bien escrita, con una prosa fluida, sencilla, pero, a veces, profunda, directa, pero, a veces, sarcástica, llena de buenas aportaciones a la lírica.
El punto de partida no puede ser más descabellado: En la Europa del siglo XVI, Juan III de Portugal regaló un elefante indio a su primo, el archiduque Maximiliano de Austria. La novela narra el viaje de ese “regalo” desde Lisboa hasta Viena.
Se lee agradablemente y a veces se tropieza uno con “sorpresas” muy perspicaces y divertidas. Como:

“El destino, cuando le da por ahí, es capaz de escribir en líneas torcidas tan bien como dios, o mejor aún.”

“En el fondo, hay que reconocer que la historia no es selectiva, también es discriminatoria, toma de la vida lo que le interesa como material socialmente aceptado como histórico y desprecia el resto, precisamente donde tal vez se podría encontrar la verdadera explicación de los hechos, de las cosas, de la puta realidad. En verdad os diré, en verdad os digo que vale más ser novelista, ficcionista, mentiroso (que historiador)”

viernes, 15 de marzo de 2019

Las lágrimas de Claire Jones


No voy a decir que “Las lágrimas de Claire Jones” me haya parecido una novela “redonda”. Hay, para mi gusto, una cierta exageración en la investigación policial, una cierta “aureola” de superwoman en la protagonista, una cierta facilidad (aunque las situaciones sean extremas, en resolver los misterios de la acción.
Pero, lo decía en otra entrada sobre Berna González Harbour, su forma de escribir es adictiva. Uno se engancha y ahí permanece hasta que termina. No he dedicado más de cuatro días a esta novela y no me he dejado ni una coma.
Quizás tenga poco de lo que solemos llamar “novela negra”, y sea, más bien, eso que ahora llaman un “policial”, pero si necesitáis buena literatura, emoción, tensión, … para pasar un fin de semana, unas vacaciones en un lugar tranquilo, unos días de jubilación gozosa, aquí’ tenéis una buena oferta.
La muerte (diversas muertes) recorre toda la novela, pero hay un texto que me ha sonado a lo más parecido que puedo imaginar eso de permanecer por toda la eternidad (o al menos un trozo de eternidad). Es éste, en el momento en que María (la protagonista) se enfrenta al cadáver de Carlos:

“Solo eran los huesos muertos, las arterias sucias y un corazón caduco que no supo hacer bien su trabajo lo que se iba en ese coche, se dijo; la valía de Carlos, sus silencios a veces más poderosos que sus palabras, su retranca, su capacidad de estar cerca sin que se le notara no se iban a ir en ese coche abarrotado de coronas ni iban a estar encerrados en una caja, sino que permanecerían con ella.”

viernes, 1 de marzo de 2019

Carvalho problemas de identidad


Carvalho, un personaje sin Escritor, ¿quién puede ser?, ¿cuál es su identidad? ¿Y Cataluña?


Carlos Zanón no es fácil de leer. Ya lo decía yo en este mismo blog hace un par de años a propósito de “Taxi”.
Para sacarle todo su jugo a esta última novela, “Carvalho problemas de identidad “ habría que conocer bien la geografía de Barcelona, tener una cultura más que mediana de música (pop, no clásica), literatura, cine,… de lo acontecido en los dos últimos años en el proceso catalán,… Y, sin ninguna duda, conocer y hasta amar a Vázquez Montalbán (sus Carvalho, Biscuter, Bromuro, Charo… y Paco Camarasa y…).
Aún sin todo ello (o con una pequeña parte) he podido disfrutar de una buena novela.
Lástima, creo, que en algunos momentos pierda tensión, en otros tenga que hacer que Carvalho sea excesivamente cáustico, brillante en su cinismo y hasta me parece que en determinados momentos se vuelve un poco pedante (Zanón, más que Carvalho).
Pero esta crítica no hace que la novela desmerezca. Creo que es una muy buena novela. Negra, muy negra.
No os perdáis ni uno solo de los matices de las relaciones enfermizas entre un hombre y una mujer que derivan siempre en relaciones de poder.
Para animaros a leerla podría multiplicar las frases “gloriosas”, los análisis lúcidos y epatantes de un montón de realidades, situaciones, personas (sobre todo los ligados al procès),… Pero, que os baste con esto (lo demás buscadlo por vuestra cuenta, que os hará bien):

- Uno nunca puede hacerse una idea de lo malos que pueden ser los niños.
- Entre la gente que hubiera debido tomar precauciones para no quedarse preñada estaría la madre de Rpusseau. Un día hemos de hacer una lista de gente cuyos padres no deberían haber tenido relaciones entre ellos.
- Esa lista ya circula por Internet. Todo lo que se te puede ocurrir a ti, Pepe, ya circula en Internet

Qué tiempos confusos éstos, Horacio, que hasta los abogados pueden ser hombre de bien

Tenemos tal crisis de identidad en el país que hasta el mes de junio no sabe quién es (a propósito de un junio sin calor)”

viernes, 22 de febrero de 2019

Berta Isla


Buena novela, aunque me ha resultado, a ratos, excesivamente reiterativa, demasiado “larga”. Pero, sobre todo (quizás por encima de la calidad de su escritura) novela para reflexionar: sobre la propia identidad, sobre el compartir dicha identidad, sobre las influencias-determinaciones del exterior (o del interior de uno mismo, que nunca se sabe). Sobre la libertad de la mujer y del hombre, sobre la soledad, sobre el significado de las apariencias.

¿Cómo vivir con un espía, cómo formar una familia con él, cuando él no puede decirte quién es? ¿Cómo vivir con una mujer, cómo formar una familia, cuando eres un espía y debes tener dos o tres o cuatro… identidades distintas? Identidades que significan lengua, geografía, trabajos, culturas, incluso parejas o familias, diferentes.

“Había descubierto que vivir en la certeza absoluta es aburrido y condena a llevar una sola existencia, o a que sean la misma la real y la imaginaria, y nadie escapa enteramente a esta última. Y que la sospecha permanente a su vez no es tolerable, porque resulta extenuante observarse sin cesar a uno mismo y a los otros, sobre todo al otro, al más cercano, y comparar con los recuerdos que jamás son fiables.”

¿Estamos determinados, por no se sabe quién (a no ser que formemos parte de las sombras determinantes) o hemos hecho dejación de nuestras responsabilidades y nuestra capacidad de reacción?

“Lo decisivo jamás se muestra, ni siquiera se comunica, o no en su momento; al contrario, se esconde y se silencia siempre, o durante muchísimo tiempo: si acaso se cuenta cuando ya no interesa, cuando es pasado remoto, y a la gente el pasado le trae sin cuidado, cree que no le afecta y que no puede cambiarse, y lleva razón en esto último”.
“No hay coartada comparable, la dejación permanente justificada por el deber.”

Visión pesimista, hay quien dice que realista, del mundo en el que estamos y las fuerzas ocultas, “la sombra” que lo mueve.

“Quienes actúan envueltos en niebla y de espaldas al resto, y no reclaman ni necesitan reconocimiento, esos son los que turban más el universo. Muy escasamente,  cierto. Es lo máximo a lo que podemos aspirar los individuos, para no ser tristes desterrados completos.”

Todo esto y mucho más.

martes, 12 de febrero de 2019

Microrrelato


Hace ya muchos años que esta especie de microrrelato ronda mi cabeza. Por qué ha surgido ahora es un tanto misterioso, aunque quizás sea únicamente el fruto de una conversación sobre microrrelatos, concursos, ….
No he podido resistirme a darle forma y escribirlo. En esta entrada y, a partir de ahora, entre los escritos a los que se accede desde la columna derecha de este blog.

Frotó la lámpara y apareció el Genio.
- Mándame que cumpla uno solo de tus deseos y así lo haré. Tienes 30 segundos.
Y, luego, ante su indecisión, apremió:
- Sólo te quedan 3 segundos.
- ¿Tres segundos sólo? ¡¡¡Mierda!!!
Y el Genio acató la orden. Se la había dado dentro del tiempo señalado.