viernes, 22 de julio de 2016

A desalambrar

 “La tierra estaba de antes, señor
[…]
Porque la tierra entera pertenece a la noche,
Pertenece al que sabe celebrar la alegría de ver crecer las plantas,
 al cómplice del sol,
al sembrador callado que pone la semilla como un semen dichoso y espera,
lentamente,
 el milagro del agua.
La tierra estaba de antes, señor”.

Con el recitado de esta estrofa, introducían Gauchos-4 “A desalambrar”. El resto de la canción os sonará muy conocida. ¿O ya no?
En verano, cuando salgo a hacer senderismo (o sea, a dar un paseo más largo de lo habitual) solo o con alguna perra, me entra la nostalgia de repasar viejas canciones, de aquellas de los años mozos, cuando las canciones estaban plagadas de ingenuidad (¿ingenuidad?), cuando se pedía libertad, tierra, y se exigía dignidad, cuando los americanos eran yankees (de los de “go home”) y todo servía para plantar cara (sin que te la rompieran) al franquismo, el de Franco y de algunos más.
Cuando cualquier rima nos parecía que formaba una bella y sonora estrofa que podía ponernos en pie y sentirnos un poco más importantes. Cuando casi todo lo que cantábamos venía de Latinoamérica: Gauchos, Calchaquis, Inti-Illimani, Mercedes Sosa, Parra(s), Quilapayún,  Larralde, Claudina y Alberto Gambino… Y no olvido a Víctor Jara, pero a mí no me gustaba o me gustaba muy poco.
Bueno, en el paseo de ayer le ha tocado a Gauchos-4.
A la tarde en el pueblo se ha armado una buena. Villatomil tiene mucha agua (o eso dicen), tanta que regala una parte a Medina y, en reciprocidad, sus vecinos no pagan por la que consumen.
Es fácil deducir que aquí todo el mundo “tira” todo el agua que necesita y más: consumo en casa, “piscinas”, huertos,… Sobre todo mucho riego.
Pero, Villatomil es un pueblo en cuesta. Y el depósito de agua no tiene la suficiente presión como para que el líquido llegue a las casas de arriba, si las de abajo abren el grifo a caño completo y riegan, y riegan y riegan. Y los vecinos que no reciben un agua que existe en abundancia, de vez en cuando, montan en cólera y se puede organizar una buena.
Cuando, como ayer, se junta algún problema añadido (que no he llegado a comprender, así que no lo puedo explicar) y los “vecinos de las casas de arriba” se tiran día y medio  sin ver el agua, mientras más abajo se riega y se riega y se vuelve a regar… Pues eso, que pueden saltar chispas.
El campo – me parece – tien más que ver con los mitos que la ciudad. Así que ayer por la noche, una vez, más, volvía yo a pensar en la tierra y el agua (después de pensar todo el invierno en el fuego, y cuando uno respira tan bien que no piensa jamás en el aire). ¿No es la historia del hombre una continua lucha –hasta la guerra- por el agua y la tierra.
Si lo es, que nos sacudan de nuevo las ingenuidades de los años setenta. Y si no lo es, esta entrada servirá para recordar las palabras de Gauchos-4 con las que empezaba, y las que me comía, para dejarlas ahora:

“La tierra estaba de antes, señor.
Entonces la tierra no era buena ni mala.
Y digo que no es cierto que puedan alquilarla,
Que le alambren el torso,
Que le vendan la espalda.”


A desalambrar.

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