miércoles, 3 de junio de 2015

Axioma

Axioma: 1. m. Proposición tan clara y evidente que se admite sin necesidad de demostración (Diccionario de la RAE)
Un tal Javier Tajadura Tejada, Profesor de Derecho Constitucional de la UPV-EHU bajo el título “Las leyes son para todos, Ada Colau incluída” escribe (no sé si él o un periodista) escribe. “Si cada uno de nosotros tuviera que cumplir sólo las leyes que consideramos justas, el ordenamiento jurídico quedaría disuelto y reinaría el caos”.
Axioma absolutamente indiscutible (o sea, “verdad como puño”). No seré yo quien lo niegue, ni quien haga lo posible por cizañar o meter dudas.
Pero, me veo precisado por mi condición crítica a pedir que con la misma tipografía (“letras muy, muy grandes”) añadan otras dos afirmaciones, que tienen el mismo carácter de axiomáticas (“verdades como puños”)
Es evidente que el caos reina y se adueña por completo de la vida de aquel y aquella que, más o menos de repente, se encuentra en la calle con sus enseres y su descendencia sin saber dónde ponerlos, aunque no sea más por un ratito. Es, igualmente, evidente, que el caos se adueña de aquella mujer castigada a la lapidación por haber sido infiel a su marido (que no le era fiel). Y lo mismo pasa con el periodista castigado a recibir una serie de latigazos en público por haber criticado…; también le ocurre al homosexual recluido en su armario porque entra en el grupo de “vagos y maleantes” o en cualquier otro grupo de semejante calaña. Y (lo tenía que tocar) a quien se enfrenta a una buena multa por silbar, sin respeto, a quien no reconoce como monarca (porque no reconoce a ninguno). Y también a…, y a…
Así que estará clara la segunda afirmación: la ley está, entre otras cosas, para ser cambiada. Y (quizás esta parte ya no sea tan axiomática, pero es que yo tengo mi forma de pensar) una (¿la mejor?, ¿la única?) forma de cambiarla, reconocida hasta por el propio Gandhi es la “desobediencia activa”. O sea, no cumplir aquella ley que consideramos injusta, porque cumpliéndola estamos alimentando el caos.
¡Cómo me gustaría que todos los profesores, incluso los de Derecho, hicieran profesión de amor a la libertad!

No he leído lo que venía bajo el título y el subtítulo y ni me arrepiento ni pienso hacerlo.

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