Durante muchos años comenté, discutí y creo que, en
más de una ocasión, me acaloré en la defensa de la falsa pretensión de
veracidad cuando la llamada “izquierda nacionalista” se presentaba como una
tendencia, un grupo, un sindicato, un partido… de izquierdas. Salvando siempre
los casos individuales, personales, en los que no me he metido nunca, porque
debo reconocer que a lo largo de mi vida he encontrado auténticos nacionalistas
que eran de izquierdas y auténticos izquierdistas que eran nacionalistas.
Aclaro, antes de que se me escape el momento
oportuno, que no quiero llamar a esa izquierda “abertzale”. Para los que no
sabemos euskera (al menos para mí) la palabra “abertzale” tiene una muy rica
connotación de amor al pueblo, lo que ha hecho (y así ha sucedido en este país)
que en muchos momentos la lucha popular, la lucha del y para el pueblo haya
sido secuestrada por unos grupos, que no han tenido rubor para presentarse
como sus únicos detentadores y practicantes.
Así que no me ha pillado de nuevas el mensaje de la
CUP: hagamos un pueblo, un país, una nación, un estado… y luego ya nos
preocuparemos de la justicia, la igualdad, el respeto a las minorías, de la
mujer, de la educación o de la sanidad universal, de que todos tengan derecho a
una existencia digna. Es un mensaje que ya lo he venido escuchando durante
mucho tiempo.
No me ha pillado de nuevas, pero me ha entristecido.
Ingenuo. Quizás la lejanía me había hecho pensar que había un grupo de gente
dispuesta a no dejarse embaucar por la derecha más recalcitrante y decidida a
dar guerra sin cuartel. La política debe ser así. Por lo que dicen.
“La izquierda nacionalista” es una falacia.
Cualquiera que tenga dos nociones de lengua sabe que “izquierda” es el
sustantivo, lo que importa, lo sólido, lo que tiene enjundia, y “nacionalista” es
un adjetivo, un matiz, un color. Es una falacia siempre que se apoderan de ella los grupos nacionalistas.
La “izquierda” jamás podrá ser nacionalista. Al
menos mientras no cambien las estructuras internacionales, multinacionales,
transnacionales, de su enemigo más feroz, el capitalismo deshumanizante,
siempre deshumanizante, lleve los adjetivos que lleve.
Y ahora viene el nacionalismo español, el de
derechas, diciendo a los representantes
oficiales de la izquierda (?) española, que pacten rápidamente, que les dejen
gobernar, que hay prisa, que se necesita una mano de hierro (un gobierno
fuerte) para oponerse a los desmanes de los nacionalistas catalanes.
Me está sorprendiendo favorablemente la fortaleza de
Pedro Sánchez. Es un hombre que no me cae bien, que no me gusta, pero debo
reconocer que en estos momentos me está causando una buena impresión por su “cabezonería”
en el intento de montar un gobierno de izquierdas (?).
Claro que no me acabo de fiar y no sé si estamos
asistiendo a la interpretación teatral de un actor que ya conoce el final de la
obra, pero que tiene que darle el suspense suficiente como para que sea
considerado un buen actor y tenga un hueco en la siguiente representación, o si
estamos contemplando los ímprobos esfuerzos de un hombre honesto por llevar adelante
sus proyectos, sus deseos, sus sueños. En breve tendremos la respuesta.
Como espero que sea breve este proceso gripal que me
tiene moqueando un par de días ya.
Suscribo desde la cruz a la firma (creo que se decía asín). Al menos yo tengo disculpa: nací el 28 de diciembre.
ResponderEliminarTambién pienso que das mucho por supuesto cuando dices "dos nociones de lengua" ¡¡¿Es que no les has oído hablar??!!
Ni los nuevos intelectuales las tienen. ¿Recuerdas cuál fue la primera línea roja del jefe de Podemos? Cierto, no fue la justicia, la igualdad, el respeto a las minorías, de la mujer, de la educación o de la sanidad universal, de que todos tengan derecho a una existencia digna. ¿Recuerdas cuál fue?
En fin. Creo que estamos un poco demodè. Veremos hacia dónde nos llevan.
Cuídate
Dado que mi memoria es muy pobre y mi hemeroteca más, aclarame cuál fue la primera línea roja del jefe de Podemos.
ResponderEliminarLo de las dos nociones de lengua sólo lo suponía en los que sois capaces de seguir leyéndome.
No nos van a llevar a ningún sitio que no conozcamos ya. No, al menos, si son los mismos los que nos lleven. Pero, debemos perder toda esperanza de que sean otros los porteadores?