viernes, 23 de mayo de 2014

Envejecer

Mientras han ido aumentando (si cabía tal posibilidad) las mutuas descalificaciones entre los dos grandes partidos que se disputan Europa (no confundir con la Champions, donde la abstención será menor); mientras el uno le daba al otro, y viceversa, todas las facilidades habidas y por haber, para semejantes descalificaciones; mientras ambos hacían causa común para negar cualquier solución en los partidos “menores”, con la ya vieja historia de que fuera de ellos no hay salvación; mientras ayudan a la increencia y el hartazgo de cualquier ciudadano, las paredes de los barrios, menos pobladas esta vez de carteles publicitarios con rostros de políticos (y políticas), dejan huecos libres para alguna perla como ésta:


Yo ya no me quiero hacer mayor. Yo me hice mayor con dos años y poco más. Entonces empecé a ser el hermano mayor. Y luego ni sé las veces que habré sido el mayor.
Ya no recuerdo bien cuándo pasamos de “los ancianos” a “la tercera edad”. Ahora nos hacemos mayores. Y encima tenemos que aprender. Como si no lo hubiéramos hecho ya.
¿Nacerá una educación general básica obligatoria para los mayores? ¿Volveremos a las aulas, como nuevos aprendices? ¿Y nos enseñarán quienes no tienen ninguna experiencia en este campo? ¿Habrá textos, exámenes, fracaso “escolar”, grados,…? Se pone interesante esto de hacerse mayor.

A mí me gustaba más la idea de ser viejo. A mí la palabra envejecer siempre me ha atraído y ha sido de mi agrado. Pero, ya empieza a gustarme más la idea de hacerme mayor. No sea que me  tilden, una vez más, de ser un mal ciudadano.

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