domingo, 23 de septiembre de 2012

Hacienda y la ley de educación



Ayer, que hacía menos calor que hoy, escribí dos comentarios a las noticias del periódico. Si dejo los comentarios para mañana se habrán hecho viejos. Así que ahí van:

 Es sencillo y fácil saber en qué país vivimos. Lo que ocurre es que no prestamos demasiada atención a los ejemplos. Otra cosa es si nos gusta o no. Que para gustos se han hecho los colores.
El Athletic tenía una deuda (¿desde cuándo?) de 7 millones de euros con la Hacienda bizkaina (así, con B y con k, sin acento, aunque Word me lo subraye en rojo). No hace mucho a mí me llegó una notificación de un próximo embargo de esa misma Hacienda porque decía (Ella) que le debía mil euros (y menos mal que se equivocaba).
(Algún día tendré que contar esta batallita de buen trato al contribuyente. Pero no ahora)
La moraleja está tirada, la puede sacar cualquiera: si debes mucho, mucho dinero de impuestos, la Hacienda, que recoge los tributos de “casi todos” los ciudadanos, te ayudará a construirte un nuevo campo para que ganes más y puedas deber más) porque seguirá siendo improbable que pagues).
 

La  elaboración de una ley que reforme el Sistema Educativo cuenta  con tres grandes hándicaps:
. No nos van a preguntar a los que sabemos de este asunto (me incluyo en un amplio colectivo)
. La van a elaborar como un instrumento político partidista. Toda ley es política, toda educación es política, de un signo u otro. Pero, ¿es imposible una ley anterior a los partidismos?
. Los que la elaboren van a tener que decidir claramente, desde el principio, para que sea operativa, la relación de fuerzas entre la enseñanza y la educación: ¿educar, mientras enseñamos? o ¿enseñar, mientras educamos? . Y, además, establecer esa relación en el período de vida que va desde los 2 a los 16 años de edad.
Y no se van a pringar.

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