sábado, 29 de septiembre de 2012

ZORIONAK, pareja



Cuarenta años atrás, hoy yo estaría de boda. Como se decía entonces, “estaría casando a mi hijo mayor”. Hoy parece que sólo se trata de una mudanza.
Mi hijo se va a vivir a un piso de alquiler con “su chica” (si fuera mi hija diría con “su chico”, así que no creó que nadie pueda acusar de sexista a este lenguaje).
Hoy no hay ni vestido de novia, ni trajes, ni ceremonias, ni banquetes, ni discotecas. Posiblemente tampoco haya un compromiso de “atadura” como existía entonces. Creo que las parejas han ganado mucho en libertad.
Pero quiero suponer (y no me cuesta mucho hacerlo) que han variado muy poco los temores y las ilusiones, las dudas y las esperanzas, las tristezas (por lo que se deja atrás) y las alegrías (por lo que empieza). O sea, lo que de verdad es importante en el principio de una relación diferente: se van de casa para hacer la suya. Aunque mi hijo ya llevara un par de años fuera de mi casa. Lo que marca las diferencias es a dónde se va ahora, con quién, para qué.
Yo estoy contento por él. Estoy contento por ellos. Las formas externas me importan muy poco. Les deseo lo mejor y se que lo mejor no es lo que yo piense sino lo que ellos decidan. Como han venido haciendo en este terreno. Zorionak, pareja.

No hay comentarios:

Publicar un comentario