“No es un río” de Selva Almada es una
de esas novelas que me provocan una gran pereza para escribir sobre ellas, para
reflexionar en o desde ellas, Provoca tal cantidad de reflexiones, obliga de
tal forma a ordenar el pensamiento, … Pero habrá que ser diligente porque la
novela lo merece.
“No es un río” parece uno de esos
ejercicios que se hacen para aprender a redactar: de este párrafo que acabas de
escribir, elimina todo lo que pueda sobrar porque no hace falta para la
comprensión de lo que quieres expresar. De ahí su brevedad. Y, entonces, “destripar”
una novela así, llenar de palabras lo que está dicho sucintamente, pero sin
dejarse nada, parece un “pecado”.
“No es un río” es ejemplo de las
novelas con las que trato de entablar un diálogo post-lectura a base de leer
cosas sobre ellas. Casi nunca leo casi nada sobre la novela que comienzo, para
que no dirijan mi pensamiento. Pero, después, hay muchas novelas sobre las que
leo lo que otros han escrito. Permitidme aconsejaros un post de María Elvira
Woinilowicz, en “página12.com”. Merece, y mucho, la pena. Lo tenéis aquí
“No es un río” es “el cierre de una
trilogía "de varones" junto con El viento que arrasa y Ladrilleros”,
que ya están reseñados en este blog.
Os apunto sólo algunas notas para
animar vuestra lectura: la profundidad de los personajes, con sólo un par de
pinceladas y unos muy breves diálogos; las relaciones entre los hombres y las
mujeres, destacando el carácter sanador de éstas; el hilo cronológico que se
extiende al antes y al después de la anécdota que da pie al relato; la poesía
de su escritura; …
“No es un río”, de Selva Almada, no
os defraudará.
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