Hace apenas mes y medio que moría
Luis Sepúlveda. Decía yo entonces en este blog que debería homenajearle leyendo
algo suyo.
Casi inmediatamente lo hice: “Un viejo que
leía historias de amor”. No lo reseñé porque, aunque la novela me gustó, no
llegué a entrar del todo en ella. Su temática, su geografía, su entorno natural
e histórico, no llegaron a cogerme. Ya sabéis, cosas de la oportunidad de cada relato.
Pero, ayer recogí el tema porque en
una sentada me leí su “Hot Line”. No hace mucho que me enteré de que había
escrito una novela con un detective mapuche y el asunto me intrigaba. Había
sido publicada en España en el 2002. Y hablaban de novela negra.
No sé si su corta extensión permite
situarla en el ámbito de las novelas o si habría que considerarla más bien un
relato largo. Se lee muy rápido y en muy poco tiempo.
En “Hot Line” aparece todo el ingenio
de Sepúlveda, su buena escritura y su compromiso político y social con aquel
Chile del que tuvo que huir.
Es en verdad interesante por aquello
de recordar cosas que no hace tanto que sucedieron y que, todavía, no han
dejado de suceder.
El mundo de los milicos… ¿A ver si la cita que sigue os suena a algo mucho más cercano en el tiempo y en el espacio?
(El detective mapuche se ha
enfrentado al hijo de un general y hasta le ha disparado cuando robaba un
rebaño de vacas. Poco después, su superior le lee las diligencias que constan en el expediente abierto por la policía, donde se desfigura todo lo ocurrido. Y el narrador concluye:)
“Leída
hacia atrás, hacia delante o en diagonal, la historia oficial no ofrecerá nunca
más que tristes variaciones para una misma mentira. El detective se encogió de
hombros antes de encender también un pitillo.”
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