Dos
mujeres que rondan los 50 años de edad, un hombre algo más joven y un
matrimonio mayor, es todo lo que Karmele Jayo necesita para hilvanar una
historia en “La casa del padre”.
Con
un gran dominio del narrador, que alterna entre la primera persona, la segunda y
la tercera, consigue que el lector vaya cambiando de posición a lo largo del
relato. Con una prosa, cuidada, ágil y hermosa, y un cierto suspense nos
entrega una bonita novela.
“El miedo fue superior a todo”.
“Su enfado
fue revelador. Hizo patente que las decisiones de los últimos años las había
tomado siempre desde un territorio acotado, con límites. Siempre bajo su
aceptación”
El
miedo a reconocerte, a admitirte, el miedo a la verdad que conoces y no
reconoces, el miedo a la libertad, sacrificada a la seguridad de dejar en manos
del otro las decisiones que te corresponden.
“Su
palabra, la de los hombres, siempre ha sido para mí la última palabra, aunque
ahora me cueste reconocerlo”.
“He hablado muchas veces con Libe de ese
momento en la vida de las mujeres en que se dan de frente con una pared, después
de vivir en un espejismo en el que se sienten en la misma posición que ellos. A
algunas les ocurre cuando acceden a su primer trabajo; a otras, a muchas,
cuando son madres; a otras, el día que conocen a un chico del que creen enamorarse
repentinamente y que acaba forzándolas en su coche.”.
“Todo se
basa en relaciones de poder, También el amor, Sobre todo, el amor”
“Para tener poder, realmente, él también
necesitaba que los demás se lo concediéramos”
Ahí
está todo el asunto de la dependencia de las mujeres, del maltrato aunque no
haya violencia física explícita.
“La casa del padre” es una novela “ingenua”,
quiero decir, una novela que apenas incorpora algunas leves referencias al
contexto social o histórico: unas huelgas en Eibar, la caza, ETA, la violación de
la manada en Pamplona,… y poco más. Es una novela que no rinde ninguna cuenta, por
ejemplo, de cómo se mantiene la familia, ni de cómo van a financiar sus sueños,
ni …
Es
una novela introspectiva, en la que tres personajes, de una gran fuerza
literaria, sin paños calientes van a ir descubriendo quiénes son, cuál es su
verdadera identidad, oculta bajo capas de miedo, de dolor, de silencio, de
poder, de normalidad.
Y es
que “la normalidad acaba convirtiendo en
invisibles los cimientos de la realidad”.
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