Como otras veces me ha ocurrido con
Bernardo Atxaga, “Casas y tumbas”, la última novela del reciente Premio
Nacional de las Letras Españolas 2019, despertó en mí una expectación tal que
se ha saltado la pila entera de novelas acumuladas y preparadas para ser
leídas, hasta ponerse en primer lugar.
Seis episodios y un epílogo que,
creo, realmente no tienen más en común que la presencia de un lugar geográfico
llamado Ugarte y, quizás, el devenir de algunos de sus lugareños. Vidas
separadas, dispersas, que en algún momento se entrecruzaron y algo parecido a
la amistad que perdura a lo largo de muchos años. Y, creo, nada más.
Como siempre, la prosa de Atxaga es
bonita, fácil de leer y de alta calidad. Como siempre me ha pasado con él, su
relato, lo que allí ocurre (o no ocurre) no ha llegado a engancharme en ningún
momento de la lectura.
Quizás se trate de una buena novela
que necesita otro lector diferente, que no sea yo.
Pensé en dejar la novela allá por la
página 40, (siguiendo mi costumbre), volví a pensarlo más tarde y la he acabado
con la profunda sensación de haber malgastado mi tiempo, de que me equivoqué
cuando la coloqué arriba del montón.
Pero, tengo mucho tiempo y, a pesar
de ello, será imposible leer todo lo que mi ebook almacena, así que no pasa
nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario