Esta noche –anuncian- el
rey va a pronunciar un discurso que, por supuesto, será televisado. Nos va a
dirigir un mensaje. Es tiempo de mensajes y discursos. De sermones – hubiéramos
dicho no hace mucho tiempo.
Pero, esta vez no os lo
perdáis. Me consta – de buenas fuentes – que va a anunciar su renuncia a toda –
repito: TODA – herencia de su padre. Por coherencia con no se qué iluminación
que ha tenido recientemente (lo del coronavirus no sabemos hasta dónde llegará,
pero puede que, incluso, obre milagros.)
Y que lo va a hacer de
forma retroactiva. Toma ya. Se acabó ser algo por ser hijo de tu padre (salvo,
pobre de solemnidad). Se acabaron las dinastías. Al fin y al cabo – dicen que
ha dicho- ¿qué significa renunciar a cien millones cuando uno tiene un reino?
Así que no os lo perdáis.
Yo estaré al loro. Y si no es así, si nos echa otro sermón moralizante, no
volveré a creer en mis “buenas fuentes”: la imaginación, el deseo y la
esperanza.
De cualquier forma, como
tengo que quedarme en casa.... No seré yo quien falle al lema del momento.
Ya
habréis visto, supongo, lo fácil que es respetarlo: haga usted sus negocios
desde su amplio y aireado despacho (doméstico, o sea en casa), luego haga un
poco de gimnasia en el jardín y, si el tiempo le acompaña, se da un baño, con
la familia (que esa no es fuente de contagio) en la piscina. (Lástima que tenga
que depender del tiempo. Si se hubiera usted animado a cubrirla…).
Una última cosa, que saldrán
más y ahora tengo mucho tiempo para aburrirme (bueno, todavía no me he aburrido,
pero, claro, es que a mí me da por teclear sacando punta a algunos asuntos –
cuando lo que hay que hacer es aplaudir a nuestros héroes).
De todo aquel guirigay,
que se montó al principio de las medidas, con lo que iban a perder nuestros
escolares cerrando los centros ya sólo va quedando lo más “importante”: el
asunto de la selectividad. La de cosas que podría enseñarnos esta situación
referente a nuestros planes de enseñanza, madre mía!. La de repasos que podría provocar
en los planes de estudio, en los programas y los currículos.
Pero, en este caso
concreto: ¿no habrá por ahí “cuatro iluminados o iluminadas” que ayuden a
comprender que lo que importa para llegar a la Uni y “hacer una carrera” es
algo bien distinto de saber responder a las cuestiones que se plantean desde
unos programas que se supone que se han estudiado en los cursos anteriores?.
Quede constancia aquí de
que todos los días, a las 8 de la tarde, salgo a la ventana y aplaudo. Espero
que el rey no tenga la ocurrencia de hablar a esa hora. Y en mi ventana os
espero (lástima no tener un jardincito … para que se oigan mejor los aplausos).
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