miércoles, 9 de marzo de 2016

9 de marzo

También hoy es un buen día para que mujeres y hombres lleguemos a ser iguales, iguales en posibilidades (para empezar), iguales en derechos, sueldos, respeto, seguridades,…
Recuerdo una anécdota (¿anécdota?) de este pasado lunes. Yo había salido a andar, aunque llovía. Y, porque llovía, mi atuendo era oscuro, abrigado, cerrado y me movía bajo un paraguas pequeño que me tapaba de la lluvia. Mi aspecto no sería muy recomendable, pero tampoco nada lejano del de un señor jubilado que sale a dar su paseo diario, un día que llueve.
Ya de vuelta, subía yo por Zabalbide camino de Santutxu. Por suerte, el mayor desnivel se puede salvar utilizando una doble rampa mecánica y unas escaleras también mecánicas.
Cuando subí a la rampa, delante de mí iba una señora, latina de unos cincuenta años (como pude comprobar cuando la adelanté antes de llegar a la escalera). Yo notaba que ella no iba tranquila. Detrás de mí –casualidad- no venía nadie. Parecía la secuencia de una película de miedo, en la que una mujer es perseguida por un facineroso. Ciertamente podía parecerlo, aunque yo, protagonista de la escena, sabía muy bien que no había nada de eso.
En el primer tramo de rampa ella tuvo tiempo de volverse (a medias) para ver “lo que pasaba”. En el segundo tramo, estiró su jersey por detrás para proteger su cuerpo y comprobó que llevaba el bolso bien cerrado y agarrado.
Yo no podía hacer nada, salvo adelantarla en el primer momento posible, sin que ello le causara más inquietud.

Esto no es una película. Esto sucedió anteayer. Sin ir más lejos. Así que hoy sigue siendo un buen día para que mujeres y hombres lleguemos…

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