También hoy es un buen día para que mujeres y
hombres lleguemos a ser iguales, iguales en posibilidades (para empezar),
iguales en derechos, sueldos, respeto, seguridades,…
Recuerdo una anécdota (¿anécdota?) de este pasado
lunes. Yo había salido a andar, aunque llovía. Y, porque llovía, mi atuendo era
oscuro, abrigado, cerrado y me movía bajo un paraguas pequeño que me tapaba de
la lluvia. Mi aspecto no sería muy recomendable, pero tampoco nada lejano del
de un señor jubilado que sale a dar su paseo diario, un día que llueve.
Ya de vuelta, subía yo por Zabalbide camino de
Santutxu. Por suerte, el mayor desnivel se puede salvar utilizando una doble rampa mecánica y unas escaleras también mecánicas.
Cuando subí a la rampa, delante de mí iba una
señora, latina de unos cincuenta años (como pude comprobar cuando la adelanté
antes de llegar a la escalera). Yo notaba que ella no iba tranquila. Detrás de
mí –casualidad- no venía nadie. Parecía la secuencia de una película de miedo,
en la que una mujer es perseguida por un facineroso. Ciertamente podía
parecerlo, aunque yo, protagonista de la escena, sabía muy bien que no había
nada de eso.
En el primer tramo de rampa ella tuvo tiempo de
volverse (a medias) para ver “lo que pasaba”. En el segundo tramo, estiró su
jersey por detrás para proteger su cuerpo y comprobó que llevaba el bolso bien
cerrado y agarrado.
Yo no podía hacer nada, salvo adelantarla en el
primer momento posible, sin que ello le causara más inquietud.
Esto no es una película. Esto sucedió anteayer.
Sin ir más lejos. Así que hoy sigue siendo un buen día para que mujeres y
hombres lleguemos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario