Creo
que más o menos todos estamos al corriente de que Isabel Pantoja ha sido
declarada culpable de blanqueo de dinero por un juez.
Del millón cien
mil de multa ha pagado 100.000 y le ha dicho al juez que vea su buena
voluntad y que no se preocupe que ella va a pagarlo todo en cómodos plazos.
Ayer
tuve ocasión de ver en la tele un programa de esos del corazón. Pues bien, en
él todo era simpatía para la Pantoja. Venían a decir algo así como: “pobrecita,
un error lo comete cualquiera, pero es buena. Perdónenle hombre, que no lo va a
volver a hacer. Además lo que hizo lo hizo por amor, engañada, sin saber lo que
hacía” (Otra más, otra engañada… que se ha forrado sin querer).
¡País!
Una televisión pública se olvida del dictamen de un juez, se olvida del fraude
cometido contra todos nosotros (esos que somos hacienda en mayo, cuando hay que
hacer la declaración), se olvida de su ayuda a
la apropiación indebida de dinero público, de… (la de cosas que no
habrán salido). Y nos provocan la pena, porque canta, supongo, bien y para el
pueblo. Modernos Robin Hood, que nos quitan lo nuestro pero nos cantan.
Los
granujas que poco a poco van saliendo a la luz harán bien en buscar su
redención en un par de direcciones a la vez: muchos abogados que dificulten y
enmarañen el conocimiento de sus desmanes y mucha pena al personal. Para que
sigamos viéndolos como pobrecitos engañados que no lo van a volver a repetir y
que en el fondo son muy buenos.
Y, sin
por un casual, el “lío” de la independencia de Catalunya tiene como efecto
secundario la cárcel de buena parte del clan Pujol, que siga habiendo “líos”
independentistas. Que clanes seguro que no faltarán.
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