Son muchas las veces que
las cosas se ven distintas desde dentro que desde fuera. Por eso, a expensas de
que alguien desde dentro me haga cambiar o matizar mi visión, debo decir que me
ha alegrado conocer la noticia de que “la privada” ha llegado a un acuerdo
entre patronal y trabajadores.
No sé cómo se ven estas
cosas desde la patronal. Aunque algo ya me imagino, sin demasiado esfuerzo.
Pero, desde los trabajadores siempre he defendido que vale más un mal convenio
que su ausencia. Su inexistencia es siempre fuente de arbitrariedades, en medio
de las cuales vence el poder del más fuerte (y a corto plazo nunca son los
currelas).
Y luego está la otra
cara de este acuerdo: la que dice que lo conseguido se queda en 2008. Es decir,
6 años sin ningún avance ni en el tema de los salarios, ni en el de las horas
lectivas, ni en el de las responsabilidades de gobierno, ni…
Son los efectos de esa
crisis que, por otro lado, se viste de tarjetas negras, whisky, cacerías,
fiestas, clubes,… Eso sí, posiblemente sin cometer delito y devolviendo todo lo
apropiado de forma no muy correcta. Devolver, claro está, con los mismos
intereses que ese grupete de gente marcaba y sigue marcando para los que, como
tenéis trabajo y convenio, vais a pedir un crédito.
Más alegría: salen en la
prensa unas “monjas” (así lo subraya la propia prensa) que traen metodologías
revolucionarias a la educación. Proyectos globales desde los que trabajar con
los alumnos en aquellos aspectos que tienen que ver con sus vidas reales.
Bienvenidos sean esos proyectos. Ojalá tengáis fuerzas (y medios) para trabajar
en esa línea algunos de los que me leéis.
Pero, (también esos
algunos) ¿os acordáis de aquellos “sueños” de preparar una “obra de teatro” en
la que se implicarían la educación física, la expresión artística, la lengua en
sus facetas oral y escrita, la construcción, la carpintería, la electricidad,
la física y la matemática necesarias para lo anterior, los valores, el
diálogo,…? Sólo faltaban medios y la apuesta decidida de quienes ahora se traen
experiencias (interesantes, por lo que parece) de más allá de nuestros lugares
para que aprendáis cómo se hace.
Nostalgia, ah.
Privilegio de los jubilados.
Que tengáis coraje para
que no os arrebaten ni un ápice de las mejoras conseguidas, para conseguir lo que
aún falta, y para estar abiertos a todo aquello que prime la educación por
encima de la enseñanza.
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