miércoles, 21 de agosto de 2013

La boina y la gorra


Sentado en una de esas sillas de playa, oculto a la mirada de los demás detrás de unas gafas oscuras obligadas por la cantidad de luz que había en el ambiente, con un ebook en la mano para disimular, como si pudiera leer con la graduación de aquellas gafas, cosa absolutamente imposible, escuchaba sin perder palabra.
Eran dos señores mayores, mayores que yo, que habían llegado al río y habían desplegado sus sillas muy cerca de la mía, tanto que no era complicado seguir su conversación.
Hablaban sin aspavientos, con la sencillez de quien no tiene la obligación de demostrar sus postulados, con la ligereza de quien sabe que de aquella conversación no depende la marcha del mundo, con la fluidez espontánea con la que hablan dos amigos.
Habían repasado los temas de Egipto, Gibraltar, el asunto ese de la chupinera, Casillas y su suplencia, el tiempo tan raro del último año, los desahucios, los problemas de trabajo de nuestros jóvenes,  y algunos asuntos menores, por domésticos, cuando uno de ellos preguntó:
- ¿Sabes qué tienen los vascos en la cabeza?
- …
- Pues la boina. ¿Y nosotros?
- …
- Nosotros, una gorra.
Y, mientras se levantaban para dar un paseo y refrescarse en el río, completó:
- Esa es la diferencia.
Dijo “la”, ni “gran”, ni “única”.
Me quedé sin saber la etnicidad de aquel “nosotros”. Parecían castellanos, pero qué importa. Da lo mismo de dónde fueran.

Yo pensé en la boina y la gorra: distintas formas, distintos tejidos, distintas calidades (¿?), distintos precios (¿?),… y, debajo, un hombre intentando resguardarse del mismo sol, del mismo frío.
En Oña, bonito lugar.
He terminado de leer “Expediente Barcelona” de Francisco González Ledesma. Aunque lo hace de manera muy breve y tangencial, es la primera aparición del comisario Méndez, que luego se hará famoso en sus novelas. De hecho yo he leído ésta en busca de los orígenes de dicho comisario.
Pero no merecía la pena; me ha decepcionado enormemente. Es un mal “rollo” a caballo entre la novela negra y el panfleto político. De hecho no me apetece escribir más sobre ella.
Recuperaré una cita que él recuerda como de Ortega y Gasset: “Tan injusto es tratar desigualmente a los iguales como tratar igualmente a los desiguales”.

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