Vaya tomadura de pelo. Acabo de terminar de leer "Las perlas
peregrinas" de Manuel de Lope. Casi 300 páginas (que hoy van sin foto
para que no se engañe nadie de esos que sólo ven las imágenes): las 200
primeras amagando con la promesa de una novela (de las de
abogado-detective) distinta, fresca, interesante, a ratos muy bien
escrita...; y las 100 últimas una auténtica tomadura de pelo. Nada de
nada. Menos mal que las 80 últimas me las he leído en vertical.
No
lo contaría (el fiasco anterior me duró 15 ó 20 páginas y luego lo
abandoné) si no fuera porque se trata de una novela finalista del
Premio Primavera de 1999 (ya un poco lejano, lo que hae la novela más
nostálgica, cuando todos los enriquecimientos criminales están en
pesetas).
El Premio Primavera lo concede la Editorial Espasa
Calpe. Y eso me lleva a recordar que la última vez que me mosqueé
seriamente con una novela era premio Planeta.
Ambas a dos son
novelas fáciles de leer, con una prosa ágil y rimbombante, un tanto
escandalosas, pero vacías y engañosas como pocas. Engañosas por lo que
prometen y no dan, que cuando no hay promesas no hay engaño.
¿Habrá alguna relación entre los premios literarios y la pura publicidad?
No os embarquéis en la lectura del peregrinar de estas perlas, porque lo que resulta peregrino es el pensamiento del autor.
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