Hay
un tipo de novela negra en la que no ocurre nada durante una buena parte de la
investigación. O así lo parece. Y, de repente, casi por casualidad, una pista
permite rellenar el puzle. Y todo encaja.
No
hay en ese tipo de novela un ritmo vivo en la acción, movimiento continuo, y
todo son palos de ciego, pura rutina policial, que languidece en muchos
momentos. Ni siquiera hay un suspense que vaya creciendo, o un misterio que se
alimenta de lo que va sucediendo.
Y
es que, digámoslo una vez más, la investigación importa bien poco. Lo que
interesa es tener un hilo del que ir estirando la denuncia de la sociedad en la
que ha ocurrido el crimen con el que empezaba la novela.
Asesinato
en el Savoy, de Maj Sjöwall y Per Wahlöö es un buen ejemplo de
ese tipo de novela.
“Linder (policía) quedaba
sentado de espaldas al pequeño tramo de pared sin ventana, cubierto totalmente
por una enorme ampliación fotográfica que reproducía un barco pesquero […] Se
veía una hilera de hombres con impermeables, que se afanaban en sacar la red del
agua. El contraste era impresionante: el esfuerzo sobrehumano de aquellos
hombres para extraer una exigua cantidad de peces del océano, y la calma del
que ocupa un despacho suntuoso y amasa fortunas basadas en el sufrimiento de
esas personas. Impresionante, desde luego, y muy probablemente inevitable”
“Brotaba
por doquier toda clase de delitos en aquel hervidero desordenado que habían
dado en llamar la sociedad de bienestar”.
“Su
fortuna les vuelve influyentes. Y la cosa es que esta sociedad ha llegado a ser
lo que es porque existen personas como Palgrem (el magnate asesinado) y Broberg
(uno de sus directores de empresa). En cierto modo son piezas más importantes
en la marcha del país que el gobierno y el parlamento y esas cosas”,
Como
en otras muchas novelas negras (en la mayoría) la geografía ocupa un lugar
destacado, la geografía de la ciudad y la de los barrios con su propia
idiosincrasia socio-económica, que marcan las diferencia de una sociedad de
clases. En este caso es Malmö.
“Recordó
haber leído un reportaje sobre las escandalosas condiciones sanitarias en que
se encontraba aquella casa, casi exclusivamente habitada por yugoslavos”
Al
final, cuando el crimen se resuelve, nada de lo que de verdad importa se ha
solucionado. Todo sigue igual en la sociedad y no tiene visos de que vaya a
cambiar.
“Definitivamente,
Martin Beck, comisario de homicidios, no se sentía nada bien”.
Escrita
en 1970, me temo que no haya perdido actualidad
Y,
para acabar, premonitorio cuando uno lee la novela en tiempos del coronavirus,
sólo como curiosidad, como puro divertimento, os copio:
“Martin
Beck se aclaró la garganta. Se estaba empezando a resfriar a pesar de que
estaban en pleno verano, y uno de los más calurosos de los últimos años. ¿Qué
le ocurriría en otoño, cuando las gélidas y húmedas nieblas invadieran el país
preñadas de toda clase de virus de los más apartados rincones de la Tierra?”
Qué buena. Ahora te toca releer "Los terroristas". Creo que fueron las primeras que me enseñaste.
ResponderEliminarAquí un enlace de hace unos años que habla de "los suecos" y recomienda alguna de sus novelas
https://elpais.com/cultura/2016/02/01/elemental/1454308267_145430.html
El artículo al que lleva el link es muy interesante. Deberíais leerlo, para entender mejor mi propia reseña.
ResponderEliminarAndrés