Muy de
tiempo en tiempo ocurre que veo “La sexta noche”, un programa de tertulias
políticas que ponen en La Sexta los sábados por la noche.
Casi
siempre que lo hago es porque en el resto de las cadenas o está todo visto o
“aburren”. Tampoco lo suelo ver entero. Es un poco por pasar el rato.
Como en
todos los programas de tertulias que he visto en la televisión, tampoco en éste
se ponen nunca de acuerdo, ni siquiera en lo más elemental. Porque el que lo
dice (lo más elemental) tiene una connotación política concreta y, por
consiguiente, hay que discutirlo, ir más allá, encontrar las razones
subyacentes, los intereses ocultos, el partidismo latente,… Y, de paso,
subrayar cuando fue inconsecuente con lo más elemental. Supongo que, al menos,
se pondrán de acuerdo a la hora de pasar por caja. La caja es la que siempre
iguala, es decir la que les hace iguales, a quienes tan diferente piensan.
Pero, a
lo que iba. A mí este programa me resulta interesante porque siempre me
refrescan la memoria. La verdad es que la mayoría de los tertulianos son unos
“máquinas”. Tienen en la cabeza (o en la tableta) un archivo inconmensurable.
Así que, se trate el asunto que se trate, yo vuelvo a recordar, una y otra vez,
incompetencias, mentiras, incumplimientos, fraudes, tramas, corrupciones,… Y,
además, en un solo programa, los que hacen referencia a los dos grandes
partidos. El tertuliano “pepero” repasa los desmanes del Psoe y, a la inversa,
el “psoero” los del PP. Una auténtica gozada.
Si
prescindimos del “tú más que yo”, y les creemos a los dos (o a los cuatro), que
no hay ninguna razón para no hacerlo, estaremos recordando las tripas, los
entresijos, de ambos partidos. De gozada nada, claro.
Los que
seáis frágiles de memoria, como yo, deberíais pasar alguna noche de sábado en compañía
de La Sexta. Y tener un par de programas grabados, para verlos el día de
reflexión previo a cualquier día de votaciones.
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