Dos
“grandes acontecimientos” (¡qué pomposidad y cuánta presunción!, madre) esperan
para este próximo domingo.
Dos que
serán tres si el verano tiene a bien empezar ya en esta tierra castellana. Que
se está haciendo esperar.
El primer
acontecimiento lo viviré con curiosidad: final del mundial de fútbol. Desde la
eliminación de España sólo he visto las dos semifinales. Y la última no la
terminé. Antes caí dormido. Llega una final “curiosa”: la aburrida, soporífera
Argentina frente a la creativa, atrevida, brillante, resolutiva Alemania. ¿El
mundo del revés? ¿El sur juguetón y guasón frente al norte teutón serio y
uniforme? Pues parece que no. A ver si la Merkel se engancha a la fiesta.
El
segundo acontecimiento lo contemplo con más preocupación que otra cosa:
elección del secretario general del Psoe. Confieso que no he seguido el
pensamiento de los tres candidatos más allá de lo que han ofrecido la prensa
diaria (no especializada, lo digo por si acaso) o la televisión. Pero, en lo poco
que he seguido ni rastro de un programa político y casi ni huellas del
socialismo. ¿Dónde queda alguno de esos hombres (¿pura mitología sin realidad
debajo?) que llevaba en sus propias entrañas una utopía que intentaba trasladar
a la estrategia y la táctica? ¿Queda alguno?
Lo
único que he oído (y sigo diciendo que ya no le creo a nadie) han sido críticas
a lo que el Pp está haciendo en esta última legislatura y la promesa de
deshacerlo.
¿Caeremos
en la cuenta alguna vez los ciudadanos de lo que esto significa? Durante cuatro
años pagamos (y bien) a cerca de un millar de individuos (o más, entre
senadores, parlamentarios, cargos de confianza,…) para que hagan un conjunto de
leyes que serán derogadas (los próximos cuatro años) por los mismos que los
hicieron (los mismos si miramos al conjunto, sin preocuparnos demasiado de los
subconjuntos).
O sea,
llamamos al albañil para que nos construya una casa y, cuando esté hecha, le
volvemos a llamar para que la tire. Quizá entre períodos vivamos unos ratos en
ella.
¡Que
venga pronto el verano! Y, después, ¡el mundial de basket!
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