En la Gramática que estudié de pequeño (si mi
memoria no me falla) los adjetivos se dividían en determinativos y
calificativos.
Quizás fuera que aún no habíamos podido conocer formas
políticas democráticas, quizás que la Prensa estaba muy poco “desarrollada” o
que Internet aún no existía. Quizás por eso no estudiamos nunca los “adjetivos
descalificativos”.
Cuando en el mensaje que has enviado dices: “estamos
en manos de…”, continúas, cual moderno Lafontaine o refinado Samaniego, introduciendo
una metáfora tomada del mundo animal. Totalmente clásico, pues.
La diferencia estriba en que yo soy incapaz de
identificar a quienes me tienen en sus manos. ¿Te refieres a la banca,
al gran capital trasnacional, a las clases hegemónicas? Te has quedado muy
corto, si es así.
¿Pensabas en alguno de los varios “parlamentos”, en
algún partido político, en los grupos de presión mediática? Si es de esta otra
manera, creo que te has pasado.
Yo te agradezco un montón que leas mi blog; mucho
más que lo comentes. Aunque no me gusta que el comentario sea anónimo, siempre
tiendo a pensar que alguna razón habrá para ello, que siempre la hay cuando uno
tiene que recurrir al anonimato para evitar que le lluevan palos por ejercer su
derecho a expresar lo que piensa.
Y termino animándote a que sigas los comentarios.
Cuantos más hablemos, más luz habrá, menos cegueras, más fácil será poner las
cosas en su sitio. Un abrazo, mío, de Andrés.
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