Ya son varias las veces que he hecho en este blog, siempre de
pasada, comentarios sobre la “jubilación” de los escritores.
Cuando se han seguido, con bastante fidelidad a lo largo del
tiempo (mucho tiempo ya), las novelas de algunos de ellos (Camilleri, Leon,
Markaris, Allende,…) cuesta no ilusionarse con la publicación de una nueva
novela suya.
El caso es que se está convirtiendo en asunto común que esa
“última novela publicada” no tenga mucho que ver con su producción
anterior. Es como si en ella “echaran el
resto”… y ya no les quedaba mucho. Salvo, eso sí, oficio, humanidad, capacidad
crítica. Insuficiente para construir una historia de las que merecen la pena.
Y da mucha rabia. Por dos razones: por la desilusión que se
va instalando poco a poco, progresivamente, en el lector, junto a la
consideración de que se ha perdido el tiempo en esa última lectura; y por la
empatía que se siente con los autores, que va disminuyendo porque uno no acaba
de entender las verdaderas razones para seguir publicando: no puede ser su
situación económica (al menos eso creo), no puede ser esa historia que uno lleva
dentro y no acaba nunca de parir (porque no hay historia), no puede ser la
necesidad de reconocimiento, el que no se olviden de mí, el “aquí sigo estando”
(porque son inteligentes). Entonces, ¿qué?
Los viejos creemos que tenemos mucho que decir. Siempre. Y no
debe ser del todo verdad. Al menos expresado de esa manera. Es posible que
tengamos poco, pero interesante. Y que ese poco, pero interesante podamos
repetirlo muchas veces. Y ahí nuestra obligación es la de repetirnos. Nuestra
ventaja que no nos apremia el tiempo (porque no tenemos que inventar nada,
aunque el tiempo que quede sea breve). Y nuestra autocomplacencia que sabemos
hacerlo (más sabe el diablo por viejo…).
Pero, en este caso, hay lectores. Gente que espera una
historia que le remueva, que le emocione, que le deje con la sensación de haber
“aprovechado” el tiempo, también escaso, que le queda.
Hay que saber jubilarse. Sin duda. Quizás sea el tiempo de
volverse a los relatos breves. Quizás.
Por mi parte estoy deseando de aprender a ser breve
ResponderEliminarYa me lo imaginaba. Pero que sepas que ese es un deseo de los que se cumplen.
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