miércoles, 8 de julio de 2015

Reincidencias

Apenas serán cincuenta metros. La dificultad no sería muy grande, si no estuvieran cuesta arriba con una pendiente no menor de 15°. Y si no fueran casi las dos del mediodía de un día no muy caluroso, pero sí soleado. Y si no fuera ésta la duodécima vez que la subo. Y si, por duodécima vez, no estuviera tirando de un saco de escombro (que no tengo ni idea de lo que pesará). Y si antes no hubiera estado limpiando una era de arena con la azada. Y si antes no hubiera estado montando un armario de esos de Ikea, baratos, pero que dan trabajo.
La primera vez, al llegar arriba, cuando la cuesta se hace llano, al fondo allí estaban ellas. Y la segunda vez… y la duodécima. Al sol, tranquilamente tumbadas. Sin nada que rompiera su paz.

Lo digo una vez más y espero que me escuchen todos los dioses. En la próxima reencarnación me pido el “oficio” de vaca.

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