viernes, 21 de noviembre de 2014

Recuerdos, añoranzas y más

Esta semana ha sido semana de recuerdos, añoranzas y demolición de ese aserto que dice que cualquier tiempo pasado fue mejor. Todo ello en el ámbito de mi pasado como educador.
Primero fue Andoni reteniendo el título de campeón de España. Luego llegó un e-mail de una de sus compañeras de estudios que decía recordarme al hilo de un libro que una vez le regalé. Por último la presentación de la celebración del 50 aniversario de la “EPO” (la “E” de escuela me gusta mucho más que la “C” de centro, y ahora puedo mantener mi pequeña iconoclastia).
(Nota para algunos.- Lo que durante mucho tiempo fue “Escuela Profesional de Otxarkoaga, no sé cuándo se trasformó en Centro, por alguna cuestión administrativa).
En el primer caso encontramos una demostración palpable de que no hay que tirar nunca la toalla. Y nunca vendrá mejor que aquí el símil pugilístico. Me alegro mucho por Andoni, muy mucho. El sabe muy  bien de mi afecto. Pero, más allá, está la certeza de que en la vida siempre hay un meandro por que el que encontrar una salida y tirar p´alante. ¡Cuántas tentaciones de tirar la toalla en el mundo de la educación!  ¡Cuánto “con este no hay nada que hacer”!. Y ¡qué lejos de nuestro estilo (el mío y el de otros mucho con quienes eduqué codo con codo)!
Lo del libro es muy interesante. Siempre he respetado a esa gente (buena gente) orgullosa (con razón) de ir haciendo en su casa una “pequeña-gran” biblioteca, gente que no permite que nadie le “robe” un libro no sea que no lo devuelva.
Durante mucho tiempo yo pensé y practiqué que cualquiera podía coger y llevar mis libros. No todos. Algunos por “raros”, por “queridos”, o por  "subrayados-trabajados-escritos en los márgenes", no entraron nunca en la categoría de “llevables”. El resto sí. ¡Cuántos libros “perdidos”! ¡Cuánto teatro y cuánta novela comprada y recomprada para que se “perdiese”!
Y ahora alguien se acuerda de mí, mientras cursa un máster de sociología (aquí podéis situar mi añoranza), al trabajar con un libro que yo le regalé no recuerdo cuándo. ¿De verdad cree alguien que aquel libro estaría hoy mejor en mi biblioteca?
Y, por último, presentación del 50 Aniversario de la EPO. Al final del acto me preguntaba Txutxi (el organizador) qué me había parecido. Y no le contesté más allá de subrayar algún detalle pequeñito.

Es que no estuve muy atento a lo que decían o hacían. Mi interés no estaba en la tribuna sino en el público. Y allí sí que había alguna respuesta interesante a su pregunta, al menos allí estaba mi respuesta: me ha faltado alguna gente, pero me he hinchado a sorpresas y abrazos. Me he reencontrado, por un momento, con un montón de gente que significó mucho en diferentes momentos de mi vida (con unos cuantos que aún siguen significándolo) y eso, amigo, bien vale que la Escuela haya tenido que aguantar 50 años.

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