jueves, 26 de junio de 2014

Sin tiempo para la envidia

Ha roto el sol. Las nubes se han ido y el mar está ahí, a la vista. El horizonte se llena de agua y el azul juega a imponerse. La temperatura es muy agradable y la sombra se agradece, si hay que sentarse un rato.
Sobre la mesa unos  “digestivos”.
Conversación fluida, y a veces atropellada, sobre lo sagrado (la clase política) y lo profano (el quehacer rutinario de cada día); repaso  distendido de la actualidad: desde hoy hasta hace varios meses; recorrido por los amigos y los enemigos (esos que no lo son, porque no se lo merecen y no vamos a malgastar en ellos nuestro tiempo, pero que lo serían si pensásemos en ellos); crítica, a veces acerba, de algunos retazos de lo cotidiano; recuerdo compartido de lo que nos ocupa, de lo que nos preocupa y –pensamos- de lo que debería  entrar en alguna de estas dos categorías. Tarde gloriosa, presagio de lo que viene. ¿Se puede pedir más?

Mis mejores deseos del mejor de los veranos, con quienes más queráis, para eso que para muchos empieza mañana y otros… ya no tenemos nunca: VACACIONES

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