jueves, 27 de febrero de 2014

Retraso acumulado

Aprovechando que hace una mañana entrada en aguas, desagradable, de las que te confinan en casa, os subo uno de esos relatillos que de vez en cuando escribo.
Os lo dejo aquí y, si la técnica no me juega una mala pasada, se quedará permanentemente entre las "páginas" que aparecen en la columna de la derecha.

Retraso acumulado

Primero fue el saludo del hombre de la mirada triste. Interrumpió su marcha para preguntarse de qué conocía aquella mirada. Luego, la mujer gorda ocupó todo el espacio de acera disponible y no la dejó pasar. Aceleró el paso.
Desde la cancela del metro vio cómo se alejaba el tren que debería haber cogido. El panel de información indicaba que faltaban 6 minutos para la llegada del próximo.
Cuando se bajó en la estación que combinaba con la parada de autobuses ya sabía que había perdido el último del día. Corrió, pero sólo para ver las luces traseras del autobús alejándose por  la carretera.
Aquel día ya no llegaría al pueblo.
A media mañana del día siguiente comenzó su viaje. La carretera se llenaba de coches, que se desplazaban al campo, para pasar el fin de semana. Los atascos aumentaban el retraso acumulado del trasporte público. A ese paso no llegaría antes de que la administración de lotería cerrara sus puertas y se quedaría sin poder jugar al número al que confiaba su suerte desde hacía varios años.
Llamó a su hermana en el pueblo, pero el teléfono estaba fuera de cobertura. Buscó en un billete pasado de fecha el número de la administración y lo marcó con ansiedad. Al otro lado, una melodía sonó una y otra vez sin que hubiera respuesta. Ella no podía saber que en aquel mismo instante el empleado estaba concentrado en contar los décimos que le quedaban y el dinero recogido en las ventas, para cerrar la caja de aquella semana.
Sólo le quedó la resignación y la intranquilidad.

Tampoco aquel sábado su número salió premiado.

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