martes, 16 de agosto de 2011

De libros y cine


Alimentar el blog tiene sus exigencias, pero no es fácil encontrar el tiempo cuando se tiene todo el del mundo.

    Sigo con mi intento de “repasar” el teatro que movió mis primeros contactos importantes con la literatura. Les ha tocado el turno a los “jóvenes airados” de mediados de los cincuenta y principios de los sesenta. Entre los ingleses empieza entonces a nacer un teatro “social”, que quiere romper con el teatro dulzón de las comedias “burguesas”.
¡Dios mío! ¡Cómo pasa el tiempo! O este teatro ha envejecido muy mal o yo… “Mirando hacia atrás con ira” de John Osborne y “El montaplatos” de Harold Pinter ya no son lo que fueron, a pesar de que sigo recordando lo que supusieron en una época en la que el único teatro que se podía ver (con una buena cartera) en Bilbao eran aquellas comedias de enredo que llegaban para amenizar las fiestas de agosto. Poco más había en el panorama nacional del teatro profesional.

                También he leído  a Ángeles Mastretta. Me gusta mucho cómo escribe la mejicana. “Mal de amores” es un tanto exagerada, pero los personajes que crea tienen suficiente interés en sí mismos como para seguir la novela con atención e interés. Conocía ya de ella una recopilación de relatos breves (“Mujeres de ojos grandes”) que he recomendado muchas veces como una lectura sugerente, inteligente, despierta,… La novela que cito me ha confirmado en la idea de que leeré más cosas suyas.
                Además he visto (en video, pero está en los cines en Bilbao) “El hombre de al lado” Curiosa e interesante. Curiosa por la forma (incluyendo la técnica) como se desarrolla. Interesante por el tema: alguien “establecido”, con una familia apropiada, una profesión envidiable y un éxito en el trabajo que se traduce en una situación material y social desahogada, un triunfador –vamos- vive en una casa que es toda luz (la única que Le Corbusier ha hecho en América del Sur), ese alguien se encuentra un buen día con el hecho de que su vecino ha abierto un boquete en el muro de enfrente para hacer una ventana en su casa. Sólo quiere que le lleguen unos rayos de sol. No quiere molestar. Sabemos poco de ese hombre, pero no es, ciertamente, un triunfador. Derecho a la intimidad contra derecho a los rayos de sol. Desde ese planteamiento todo es posible. Yo no os voy a desentrañar el desenlace. Id a verla. Al menos, los amantes del cine. No vais a tirar el dinero.

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